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“Necesitamos una verdadera reforma cultural”: Iván Cepeda

Por Steven Navarrete Cardona / El Espectador  

El candidato al Senado por el Polo Democrático explica por qué está en contra de la minería a gran escala en el país y asegura que su propósito para esta legislatura será apoyar la posibilidad de que se produzca el final del conflicto armado en Colombia.

Iván Cepeda es uno de los representantes más fuertes que tiene el Polo Democrático Alternativo en el Congreso. Su partido se ha constituido en la principal fuerza política de la izquierda en el país y de oposición

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Por Steven Navarrete Cardona / El Espectador  

El candidato al Senado por el Polo Democrático explica por qué está en contra de la minería a gran escala en el país y asegura que su propósito para esta legislatura será apoyar la posibilidad de que se produzca el final del conflicto armado en Colombia.

Iván Cepeda es uno de los representantes más fuertes que tiene el Polo Democrático Alternativo en el Congreso. Su partido se ha constituido en la principal fuerza política de la izquierda en el país y de oposición

a los gobiernos de turno. Cepeda, quien de nuevo se lanza como candidato al Senado, tiene una larga trayectoria política desde su temprana militancia en la JUCO (Juventud Comunista), pasando por diversos movimientos hasta llegar al Polo. Su carrera se ha centrado en la defensa de los derechos humanos, desde su vocería en el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado (MOVICE).

¿De qué sectores sociales cree que su candidatura obtendrá el mayor apoyo?

De una amplia diversidad social y política, además de diferentes sectores de opinión. Soy un candidato que no tiene una maquinaria, ni los miles de millones de pesos para hacer política de manera tradicional, además no me interesa hacer política de dicha forma. Hay una serie de sectores sociales con los cuales he trabajado toda mi vida como defensor de derechos humanos y como parlamentario, entonces apelaré al apoyo de las víctimas de la violencia, a los sectores campesinos, indígenas y afrodescendientes, a los sectores que viven en los extramuros de la ciudad, sectores en los cuales han reconocido mi labor brindándome su respaldo.

Yo apeló también al apoyo de los estudiantes, a los académicos, a los intelectuales, a los sectores urbanos inconformes. Pienso que me van a respaldar aquellos que están inconformes con las reformas que se han implementado durante este gobierno en los temas salud, educación y justicia. Que en mi perspectiva, no son sino la reducción del espectro de los derechos fundamentales.

Ahora lo que acabo de mencionar hace alusión a muchas personas que no están inscritas en un partido político o en una ideología. Pero también he encontrado que hay muchos que han votado por mí en todos los sectores políticos, porque entienden que la defensa de la paz y de los derechos humanos es una causa nacional y que debe merecer el respaldo a la gestión y al programa que defiendo.

Su apuesta política siempre se ha relacionado con la defensa de los derechos humanos ¿qué proyectos en este tema piensa promover?

Voy al próximo Senado a continuar y a profundizar la defensa de la paz, los derechos humanos y la democracia. Pero entorno a la posibilidad de que se produzca el final del conflicto armado en Colombia. Ese es para mí, sin lugar a dudas el propósito de mi estancia en el Senado. Creo que las reformas que se están haciendo en la Habana (Cuba) son sustanciales para el país. Debe haber un mínimo de reforma agraria, un mínimo de reforma política, un tratamiento distinto al tema del narcotráfico y el consumo de drogas ilícitas, unos derechos de las víctimas a la justicia, la verdad y la reparación, en un modelo compatible a la paz. Esa es la discusión esencial, así como aquellos acuerdos que tengan que ver con un proceso similar al que se adelanta con las Farc en relación con el Eln.

¿Su programa tiene alguna apuesta para el post-conflicto?

Yo he pedido que se cree un “Plan Nacional para la Transición hacia La Paz y la Democracia” que debe tener varios componentes, y uno de ellos es que se integre cuanto antes el Consejo Nacional y Municipal de Paz. Ese plan debe explicar cómo va a hacer el diseño institucional en las zonas del conflicto armado.

En los acuerdos de la Habana (Cuba) se habla de Zonas de Reserva Campesina, Comisión Electoral Especial, Comités de la Reconciliación de la Verdad, todo ello debe discutirse y aprobarse desde ya. Eso debe contemplar cuales son los pasos específicos para la reintegración de los combatientes y para la atención de las víctimas. Creo que hay que reforzar muy bien los planes de reintegración de las víctimas y es necesario diseñar como se va financiar ese proceso.

Una idea que hemos planteado arduamente es que la deuda externa sea condonada para la paz. Eso sería importante planteárselo a la Unión Europea y a todos los países prestamistas. Remplazar el servicio militar obligatorio por un servicio social obligatorio para la paz. Además de buscar cómo se produce una paulatina reducción de los aparatos militares y de seguridad, paralelo a la dejación de armas de la guerrilla.

Es necesario no sólo discutir las leyes y las reformas constitucionales para refrendar esos acuerdos de paz, sino a su vez discutir las políticas públicas concretas. El congreso debe realizar un férreo control político y una ardua gestión parlamentaria para que ese Plan Nacional de Transición sea posible.

Teniendo en cuenta los arduos debates en torno a las problemáticas ambientales, ¿qué propuestas tiene su programa frente a este ámbito?

Yo he fijado mi atención en lo que el gobierno ha llamado alegremente “La Locomotora Minero-Energética”. Realmente lo que nosotros creemos con la constatación de la minera a gran escala como Drummond y Anglogold Ashanti, entre otras, es que el saldo de destrucción medioambiental y de contaminación que deja ese tipo de minería es letal para el país.

Ya lo hemos visto en el centro del Cesar y en las playas de Santa Marta, lo constatamos en la Guajira. Entonces yo creo que la alarma que tienen las comunidades en las cuales se va a practicar la minería a gran escala con relación al oro o al carbón es más que justificada. Es necesario darle la palabra a las comunidades, el respaldo a las consultas populares en las comunidades para que decidan si están de acuerdo con que se hagan proyectos de minería a gran escala, como se ha hecho en Piedras (Tolima), Tauramena (Casanare) y en otras partes.

Hay un descontento general con las reformas a la salud. Diversos sectores sociales, entre ellos las asociaciones médicas, han sentado su voz de protesta. ¿Cuál es su propuesta frente a la salud en Colombia?

Realmente hay que hacer un rediseño del sistema de salud. Creemos que tanto para el sistema de salud como para el sistema educativo, lo que es realmente valido, son las propuestas que han hecho las comunidades médicas y académicas. Vamos a respaldar dichas propuestas. La propuesta de la Mane (Mesa Amplia Nacional Estudiantil) y las propuestas que han hecho las asociaciones médicas y de usuarios. Dichas van el sentido en que el Estado sí tiene que intervenir nuevamente, en que hay que acabar con el monopolio que se ha generado de las empresas privadas, que está documentado hasta la saciedad que han acabado con la posibilidad de una cobertura realmente de calidad. Soy partidario que el Estado intervenga.

¿Qué modelos y que cambios vamos a implementar? creo que hay propuestas suficientemente serias desde la perspectiva de las experiencias que atañen a toda la sociedad, pero que deben tener todo un proceso de consulta inicial a esas agremiaciones que acabo de mencionar.

Usted mencionó a la Mane y eso nos lleva a preguntar por sus propuestas para fortalecer la educación pública…

La educación pública debe ser financiada por el Estado. Y se debe examinar el papel de la educación privada. ¿Cuáles son las normas y los límites que tiene su participación en este sector? Es imposible que Colombia mejore su educación sin una fuerte inversión de dineros estatales. Al finalizarse el conflicto, los dineros que se invierten en esa dimensión no pueden ser invertidos por ejemplo en que el país comience a exportar tecnología de guerra a otros países. Debe ser invertida en educación, en la investigación científica, en la formación de docentes y de académicos al más alto nivel. Debe ser invertida en doctorados de la más alta calidad, en recursos para que desde los niveles básicos de la formación universitaria, la investigación sea un componente clave de la formación académica. El acceso a la tecnología informática, y el acceso a las fuentes de conocimiento de punta, a las redes informáticas como una posibilidad real del acceso a la educación.

Los bordes de las ciudades crecen de una manera acelerada y traumática. ¿Cuál sería la estrategia para hacerle frente al rápido crecimiento y la pobreza en las ciudades colombianas?

En esto es imposible no hacer referencia a la administración de Gustavo Petro. ¿Preguntémonos porque Petro está en el ojo del huracán hoy? básicamente porque ha tocado tres puntos sumamente sensibles en la discusión del modelo de ciudad; el primero es por supuesto el tema de los servicios con relación a las poblaciones más necesitadas. Creo en el ejemplo que ha dado en convertir el servicio de suministro de agua a las poblaciones más necesitadas, en un servicio casi gratuito. En bajar las tarifas de los servicios públicos, en comenzar a pensar en otra forma de atender las necesidades de los sectores más masivos. Igualmente con relación al retorno del monopolio de los servicios públicos esenciales a las empresas públicas, la gran discusión sobre los operadores de recolección de basuras en la ciudad. Y allí vuelvo al tema, es necesaria la intervención del Estado. Y en tercer lugar, el tema del “Ordenamiento Territorial”, aquí hay una discusión que prácticamente se ha convertido en un tabú , no se puede discutir sobre el tema del Ordenamiento Territorial, no se puede discutir sobre los negocios de la ciudad en el futuro, el equilibrio entre el medio ambiente, el desarrollo y la expansión urbana. Pienso que es clave dicha discusión sobre una ciudad abierta a los derechos de las personas, la defensa de los recursos ambientales, a la preocupación de los sectores más desprotegidos sin querer decir que para las capas medias y los sectores más acomodados no existan políticas públicas u oportunidades.

Usted ha mencionado el tema del Ordenamiento Territorial. Muchos han señalado que la organización regional en muchos lugares de Colombia es arbitraria y no tiene en cuenta los aspectos culturales. ¿Qué papel tiene el Ordenamiento Territorial en su apuesta política?

La paz se va a construir en un enfoque territorial. Creo que allí va estar el éxito del proceso de tránsito a la posguerra. ¿Por qué? sin lugar a dudas la gran discusión en esos muchos sitios donde se libra de la manera más intensa el conflicto armado.

¿Qué modelo territorial se va a aplicar? ¿El de la consolidación? El mismo que ha venido primando o un modelo integral que tenga un carácter democrático en términos políticos y económicos. Yo creo que cualquier política de Ordenamiento Territorial debe tener como componentes básicos; primero, la defensa del medio ambiente, segundo la posibilidad de la defensa de las comunidades de derechos humanos y tercero, de las libertades públicas. Dichos tres componentes son sustanciales y válidos para tanto para Bogotá como para la depresión Momposina. El cómo se benefician el capital privado nacional y transnacional, no puede seguir siendo el único criterio del Ordenamiento Territorial. El territorio, la riqueza natural y el medio ambiente, no son simplemente extensiones de los intereses de los empresarios. Son realidades complejas que hay que asumir de manera integral para no romper su equilibrio.

¿Cuál es la reforma que más le urge al país?

Yo diría que la paz es el cambio político sustancial que requiere Colombia. Entendida la misma como empezar a construir la posguerra. Pero para construir la paz necesitamos la reforma agraria, la reforma política, y además un nuevo tratamiento de las víctimas, los sufrimientos y los odios que han sido acumulados en medio siglo en Colombia. En cierto sentido una verdadera reforma cultural en Colombia.

El Espectador, Bogotá.

 

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