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Nacional

‘Obamanomics’

Por Aurelio Suárez Montoya  

Muchos analistas, para explicar la desaceleración económica nacional, encuentran razones en los déficits recurrentes en cuentas externas y fiscales, en la caída de la industria, de la minería, de los hidrocarburos y del agro, y no falta quienes la atribuyan al fenómeno del Niño. Estos desequilibrios cuentan en el análisis, pero no logran exponer por completo las causas, en una economía interconectada, de las turbulencias –manifiestas en Colombia, en Estados Unidos y en China y en las mayores economías– convertidas en signo de la organización económica contemporánea.

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Por Aurelio Suárez Montoya  

Muchos analistas, para explicar la desaceleración económica nacional, encuentran razones en los déficits recurrentes en cuentas externas y fiscales, en la caída de la industria, de la minería, de los hidrocarburos y del agro, y no falta quienes la atribuyan al fenómeno del Niño. Estos desequilibrios cuentan en el análisis, pero no logran exponer por completo las causas, en una economía interconectada, de las turbulencias –manifiestas en Colombia, en Estados Unidos y en China y en las mayores economías– convertidas en signo de la organización económica contemporánea.

¿Tendrá algo que ver la política económica de Estados Unidos, guiada por el manejo del patrón moneda mundial, como primer factor activo y como forma palpable de la definición de globalización de Kissinger, como “papel dominante norteamericano”?

En 2009 estalló la Gran Recesión. Los reportes económicos del consejo de asesores del presidente al Congreso de Estados Unidos, de 2013 y 2015, reproducen cifras consolidadas para ese año funesto. Bajó el PIB en –2,9 % con desempleo del 10,2 %; déficit fiscal del 9,8 % del PIB y presupuestal de más de 1,41 billón (en español) de dólares y caída del ingreso por habitante a 45,481 dólares.

Y vino la ‘Obamanomics’ de rescate. ¿Cómo creció, en promedio, al 2,2 % entre 2010 y 2014? ¿Cómo redujo el desempleo al 6,2 %? ¿Cómo crecieron las ganancias corporativas del 10,2 % del PIB en 2009 al 15,4 % en el tercer trimestre de 2014? ¿Cómo se recupera el mercado de vivienda? ¿Cómo comprimió el déficit fiscal a –2,8 % del PIB en 2014 y el de la cuenta corriente a –2 % del PIB? ¿Y cómo esto en una senda de inflación a la baja?

La repuesta integra varios elementos. Primero, la descomunal expansión monetaria, con el crecimiento, entre 2009 y 2014, de los principales agregados monetarios, de 8,48 billones a 11,625 billones, en un 37 %; también del crédito, de los papeles del Tesoro y del gasto público, con énfasis en defensa, todo a costa de la revaluación de las demás monedas y del derrumbe global de industrias y agriculturas. Los papeles del Tesoro pasaron de 12,3 billones en 2009 a 18,14 en 2014, y la deuda pública, del 82,4 % del PIB al 103,2 %.

Esa laxitud, que a cualquier neocolonia le hubiera acarreado drástica intervención del FMI, se acompañó del libre comercio. Los informes reiteran que la “evolución de los acuerdos multilaterales y regionales ha trabajado para (…) alta calidad de libre comercio”; contabilizan en 1,59 billones de dólares el monto del comercio de quince TLC firmados, incrementado en 95 % respecto a una década atrás, y pronostican que, con Transpacífico y Transatlántico, se agregarían otros 2,6 billones.

Obama fortaleció así mismo la demanda interna, apoyando a la clase media, acrecentando sus ingresos 2,8 % en 2014, contrayendo la relación entre los presupuestos familiares y sus deudas, y transfiriéndole un alivio del 11 % adicional, aminorando sus gastos en salud en razón de la reforma del sistema.

Igualmente relevante es la ‘revolución energética’, para sustituir dependencias del petróleo extranjero, aumentando participación en la canasta de suministro del gas natural y de los combustibles renovables del 31,5 % al 35 % y duplicando la producción de petróleo de 4,4 millones de barriles por día a 8,22, disminuyendo importaciones en más del 25 %. Los salarios se incrementaron en índices similares a los de la productividad y se busca, a través de la Ocde, un sistema tributario internacional que elimine las distorsiones por tasas más bajas en otros países que sirven de escondrijo de las ganancias corporativas.

Estados Unidos ha empezado a recoger los dólares diseminados y sacudirá a las demás economías, empezando por China. Cada cual amortiguará el choque según su exposición en la fase expansiva: si, como Colombia, acrecentó la subordinación al ahorro externo para financiarse y a las exportaciones primarias, se entrará en zonas de fragilidad y mayor riesgo-país.

En Estados Unidos, “el 1 por ciento se lleva a casa la riqueza” (Stiglitz), pero la preocupación es elevar y estabilizar la tasa de ganancia del capital corporativo, que en 2008 cayó a 0,34, logró escalar a 0,38 en 2012, pero que cálculos preliminares para 2014 fijan en 0,36. No se estabiliza, y quizás requiera más ‘Obamanomics’, de herejías prohibidas a las economías más débiles o ‘emergentes’.

@AurelioSuarez

El Tiempo, Bogotá.

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