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Por qué estoy con Clara López

Por Juan Manuel López Caballero  

Porque Clara sí es clara, es que, además de ser la candidata de la paz, es la de la esperanza
   
La manifestación del cierre de campaña de Clara López al llenar la Plaza de Bolívar no dejó dudas respecto a cuál es la candidatura que el pueblo acompaña, y en cambio confirmó muchas respecto a la manipulación que se hace con las encuestas. Pocos políticos se le han medido a ese ensayo, pocos han logrado llenarla en esa forma, y nunca otro candidato a la Alcaldía.

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Por Juan Manuel López Caballero  

Porque Clara sí es clara, es que, además de ser la candidata de la paz, es la de la esperanza
   
La manifestación del cierre de campaña de Clara López al llenar la Plaza de Bolívar no dejó dudas respecto a cuál es la candidatura que el pueblo acompaña, y en cambio confirmó muchas respecto a la manipulación que se hace con las encuestas. Pocos políticos se le han medido a ese ensayo, pocos han logrado llenarla en esa forma, y nunca otro candidato a la Alcaldía.

Sobra decir que de los actuales ninguno se le aproximaría, al punto que para no arriesgar comparaciones renunciaron a hacer cierres de campaña en espacios abiertos.

Fue la demostración de que Clara López representa mucho más que la vocería del Polo: encarna las aspiraciones de la Izquierda Democrática como lo hizo en su momento Carlos Gaviria. Con ella se identifican los miembros de todos los partidos que sienten que votar por los candidatos oficiales es votar por mantener las mismas políticas y las mismas costumbres en el manejo de lo público, que ni Pardo, ni Peñalosa, ni Pacho Santos pueden ofrecer lo que ella sí.

Ofrece una integridad en su trayectoria política lejana al oportunismo que caracteriza la historia de los otros. Mientras los dos primeros han pasado por avales y cargos a nombre de todos los partidos, Clara ha conservado el ideario de la izquierda liberal, sea con López, sea en el galanismo, o, ante el abandono de ese ideario por el gavirismo y la derecha liberal, en el Polo Alternativo. En eso vale reconocer que Pacho Santos sí ha sido consistente en afiliarse a la extrema derecha, pero más destacar que en esto Clara si es clara.

Ofrece las ventajas y la oportunidad de que suba una mujer al poder. No se sabe si pesará mucho o poco, pero la diferencia sí existe y no solo en cuestiones de sensibilidad y de ver los problemas de las personas y de la sociedad desde otra perspectiva, sino en aspectos como la honradez y la disciplina donde el género marca una diferencia. En otras palabras, en ese otro sentido también es positivo e importante el hecho de que Clara es Clara.

Con esos atributos ha sido una luchadora por la defensa de las instituciones que garantizan la paz y la convivencia: de un lado la Justicia Social, y del otro la vigencia y la operancia de la Administración de Justicia. No es casualidad que en sus cargos de contralora del Distrito y auditora fuera quien cumplió con denunciar los ‘falsos positivos’ e instauró la primera demanda que abrió la acción de la Justicia en contra del aberrante fenómeno del paramilitarismo.

En el momento que vivimos, en el que Bogotá dejará de ser el mayor receptor de migraciones causadas por la violencia y deberá asentar esas poblaciones convirtiéndose en la Capital de la Paz, Clara es la mejor carta para esa transición. Ha sido defensora de la paz desde su posición política y por ello tuvo que exilarse cuando quienes no la aceptan produjeron la matanza de los miembros de la UP; votó por el proceso de paz por encima de otras consideraciones políticas; sin aprovechar como Andrés Pastrana coyunturas oportunistas para buscar protagonismo, es miembro y participa en el Consejo Nacional de Paz por convicción. Si lo que se requiere es la paz, la opción es clara.

Con una formación académica mayor que la de sus contendores y un contacto vivido más directo con la realidad de Bogotá, no solo entiende mejor al ciudadano común sino tiene más capacidad para ver desde la perspectiva del ser humano los problemas que el Estado —en este caso desde la Alcaldía— debe resolver.

Eso la lleva a comprender que las soluciones  a los problemas se encuentran no solo en pretender mitigar sus efectos sino en evitarlos atacando sus causas. Ha sido concreta en su posición respecto a la movilidad desde la Secretaría de Gobierno, cuando su paso por la Alcaldía y hasta su programa hoy: Bogotá tiene un sistema de transporte público correspondiente a una ciudad de 600.000 habitantes porque en su momento se optó por copiarlo de una ciudad de esas características; hoy cualquier medida diferente al Metro apenas podría ser paliativa y no debemos repetir el cuento de buscar ‘genialidades’ con estudios sobre alternativas aéreas como otros los proponen, sino ejecutar lo ya estudiado. En eso también Clara es clara.

Y sobre el tema de la seguridad, para ella el solo aumentar el sistema represivo con más policías, con organizaciones de seguridad privada, o con organismos oficiales paralelos a los actuales solo sería en el mejor de los casos un paliativo —y apenas transitorio— si no se dirigen los esfuerzos a mejorar las condiciones sociales de desigualdad y de desempleo; es con la creación de más oportunidades que se disminuye la violencia y no con más controles; y con medidas simplemente asistencialistas esto no se corrige sino se consolida y refuerza, por eso sus programas son encaminados a ese propósito.

Porque Clara sí es clara, es que, además de ser la candidata de la paz, es la de la esperanza.

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