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Ser Pilo Paga, otro engaño del gobierno de Santos que no es más que un horroroso crédito con el ICETEX

Por Cristian David Montoya Giraldo / Las 2 Orillas  

Por querer cambiar de carrera, un beneficiario del programa del Gobierno Nacional se encuentra actualmente endeudado.

Cristian David Montoya, es joven un nacido en un humilde hogar de la ciudad de Bogotá. Para el año 2014 estaba a punto de culminar su grado once y recibir el título de Bachiller Académico del Colegio Distrital Carlos Arango Vélez. Apasionado por las Ciencias Sociales, convencido del poder transformador de la educación como una de las armas mas democráticas contra la desigualdad, soñador de un país en paz y con justicia social.

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Por Cristian David Montoya Giraldo / Las 2 Orillas  

Por querer cambiar de carrera, un beneficiario del programa del Gobierno Nacional se encuentra actualmente endeudado.

Cristian David Montoya, es joven un nacido en un humilde hogar de la ciudad de Bogotá. Para el año 2014 estaba a punto de culminar su grado once y recibir el título de Bachiller Académico del Colegio Distrital Carlos Arango Vélez. Apasionado por las Ciencias Sociales, convencido del poder transformador de la educación como una de las armas mas democráticas contra la desigualdad, soñador de un país en paz y con justicia social.

Unos meses después de presentar la prueba de Estado (ICFES), su mamá ve en televisión un anuncio del Presidente de la República Juan Manuel Santos, donde éste afirma que se concederán “10mil becas” para realizar estudios universitarios a los estudiantes más inteligentes y de escasos recursos. David cumple con los requisitos y decide aplicar.

Por cuestiones que hasta el mismo David desconoce, él empieza a sentir un gusto, una afinidad por la tecnología y la informática. Para sorpresa de sus amigos y familiares, decide aplicar para el programa de la Ingeniería de Sistemas a dos universidades: la Universidad Nacional, y la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Para desgracia de David, al momento de inscribirse a la Universidad Nacional, ésta ya había cerrado inscripciones para 2015-1. Decide entonces hacer el proceso con la Jorge Tadeo Lozano, y es admitido.

Inicia así entonces un sueño que veía difícil de alcanzar: ingresar a la educación superior, y aún mejor, a una institución acreditada de alta calidad. Pero con el pasar de los días David desarrolla un sinsabor, siente que está en el lugar equivocado. Incluso sus notas lo advertían: estuvo a punto de perder el curso de Pre-Cálculo, y aún cuando esta fue una señal, David no la escuchó y decidió continuar y cursar su segundo semestre de Ingeniería de Sistemas.

La duda y el sinsabor crecían cada día más: Asistir a clase de robótica y programación se había convertido en una tortura para él. Lo único que lo tranquilizaba, era saber que los jueves tendría la cátedra que tanto le gustaba: la cátedra de Humanidades, orientada al proceso de paz y al postconflito, donde David era libre, argumentaba y debatía feliz y sin cansancio.

Pero hubo un detonante, y una desdicha que fue necesaria para que él abriera los ojos, y decidiera desistir de continuar en Sistemas: notas pésimas en circuitos, evaluaciones por debajo de 3: estaba a punto de perder la materia. Es cuando llega al punto de quiebre y dice – No más. Decide averiguar sobre el cambio de carrera y Universidad, y se acerca al ICETEX, entidad encargada de gestionar todo lo relacionado con las becas Ser Pilo Paga.

Allí le informan que efectivamente, se puede hacer cambio de carrera y Universidad por una sola vez, según lo establece el Reglamento Operativo del programa; pero le dicen que hay ciertas condiciones: que la nueva carrera no puede valer más del 20 % de lo que vale Sistemas, o de valer más, el excedente debía ser cancelado por él, y que además  el costo de los semestres de más que ocasionara el cambio de carrera y Universidad deben ser asumidos por él.

¿Qué significa esto? Que David no podía buscar una carrera que valiera más de 5,8 millones de pesos (pues Sistemas costaba 4,8 millones y sólo le era lícito un 20 % adicional a este valor), además, la beca le cubría los ocho semestres que duraba el programa de Sistemas, pero como ya había utilizado dos, le quedaban en realidad seis semestres de beca (3 años), y como casi todos ustedes sabrán, es imposible encontrar un pregrado que dure tan solo tres años.

David se pone en la tarea de buscar su nueva carrera: Sociología. Descarta la Javeriana y el Externado, pues en estas universidades, la matrícula excedía por mucho el tope que le era lícito para el cambio. Queda entonces una alternativa: la Universidad del Rosario. David hace una investigación sobre el programa, descubre que se encuentra acreditado, que tiene una duración de ocho semestres, y ve viable hacer el cambio. Sólo había un problema: el semestre valía 6,2 millones, y esto implicaba dos cosas, la prímera, que Davíd debía asumir por su cuenta dos semestres, pues la beca sólo le cubriría seis semestres más, y la segunda, que cada semestre debería pagar un excedente de $400 000, por exceder el tope de los 5,8 millones permitidos

David se encontraba contra la espada y la pared; o era continuar en Sistemas, siendo infeliz en algo que no le gustaba, o era asumir una deuda con el ICETEX para poder estudiar la carrera que en verdad le gustaba. Davíd elige la segunda, y empieza el proceso con la Universidad del Rosario, donde presenta exámenes y entrevistas, y resulta admitido.

Tuvo que abandonar la Universidad que en un principio le abrió sus puertas, tuvo que abandonar sus amigos de la Tadeo e iniciar de cero en Rosario, y cada semestre, debe empeñar el subsidio de 1 salario mínimo con el que viene la beca, para poder pagar el excedente de $400 000 que le implicó el cambio.

Así es, la beca que hace más de un año se había convertido en su posibilidad de acceder a la educación superior, se había convertido en un horroroso crédito con ICETEX.

Este año, David inició su primer semestre de Sociología en el Rosario. Ahora se cuestiona sobre cómo el Gobierno Nacional ha manejado la política educativa del país. Se cuestiona sobre el grave desfinanciamiento a la educación pública, con quien el Estado tiene una enorme deuda. David espera graduarse de su carrera en cuatro años, lo cual sabrán los estudiantes universitarios, es todo un desafío.

Una pregunta y una reflexión final: ¿Ser pilo si paga? Saquen ustedes sus propias conclusiones.

Las 2 Orillas, Bogotá.

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