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SÍ al plebiscito y mantener oposición a Santos

Por: Yeilor Rafael Espinel Torres

Tanto a título personal, como político y académico, nunca he compartido ni avalado la lucha armada, ni el secuestro y mucho menos el terrorismo. Además, he defendido la idea de una solución política y negociada al conflicto armado y he sido defensor de la lucha política democrática y civilista; y respetuoso del monopolio legítimo de la fuerza por parte del Estado con sus respectivos límites y controles. Por esto celebro el cierre exitoso de las negociaciones de la Habana y la firma histórica del acuerdo de paz el día de ayer 26 de septiembre.

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Por: Yeilor Rafael Espinel Torres

Tanto a título personal, como político y académico, nunca he compartido ni avalado la lucha armada, ni el secuestro y mucho menos el terrorismo. Además, he defendido la idea de una solución política y negociada al conflicto armado y he sido defensor de la lucha política democrática y civilista; y respetuoso del monopolio legítimo de la fuerza por parte del Estado con sus respectivos límites y controles. Por esto celebro el cierre exitoso de las negociaciones de la Habana y la firma histórica del acuerdo de paz el día de ayer 26 de septiembre.

Dos razones me hacen celebrar hoy y refrendar el domingo con mi apoyo lo acordado entre el gobierno de Santos y las FARC, así ninguno de los dos me representen. 

La primera, la posibilidad real del desarme efectivo de la guerrilla (y su reintegro a la vida civil) mediante la destrucción de las armas con la verificación de la ONU y el cumplimiento de sus compromisos; y la segunda, la superación de este conflicto mediante un acuerdo que, aunque no resuelve los problemas del país, permitirá que los colombianos y en especial los cundinamarqueses, puedan enfocar su atención a los principales problemas del país y sus responsables. Entre ellos, el actual gobierno y su modelo económico quienes hasta el momento han pasado de agache por el rigor de la violencia que ha martirizado al país por más de 52 años y que han convertido a Colombia el segundo país más desigual de América Latina (Banco Mundial, 2016), con unas de las tasas más altas de pobreza, miseria y desempleo de la región.

Así pues, tanto la destrucción de las armas como el desmonte de FARC, se convierten en la principal garantía de verdad, justicia, reparación y de no repetición en tanto que, por un lado, ratifica la inconsecuencia e inconveniencia de la lucha armada y por otro, evita un rearme futuro que mande al traste con los esfuerzos que hace el Estado y la sociedad colombiana. Así como abre un escenario para el debate democrático y la lucha civil para transformar a nuestro país. 

Haciéndole el quite a la polarización creada alrededor del plebiscito invito a apoyar con su voto por el SÍ y contribuir con lo que el Senador Jorge Enrique Robledo ha llamado acertadamente como “…el desarme de los espíritus…”,  que no es otra cosa que la propuesta de un acuerdo nacional para resolver las controversias políticas sin el uso de las armas. Lo cierto es que el SÍ en el plebiscito debe ganar por amplio margen, porqué así el pueblo colombiano podrá comprometer aún más a gobierno y FARC a cumplir lo pactado.

Este dos de octubre asistamos masivamente a las urnas a votar por el SÍ con la firme y demócrata convicción de aportar con esto al cierre de un episodio de la historia que Colombia nunca debió haber vivido; al impulso de la lucha democrática contra el gobierno de Santos -el peor y más impopular de nuestra historia-, y a la construcción de una nueva confluencia nacional alrededor de la soberanía, la democracia y el progreso nacional. 

Cundinamarca, 27 de septiembre del 2016

 

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