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Nacional

Terrorismo islámico

Por Rodrigo Borja  

La bien estructurada milicia fundamentalista “Estado Islámico” (EI), de tendencia sunita —que es una de las dos grandes tendencias de la religión islámica—, es otra de las sanguinarias versiones del terrorismo religioso. Ha sembrado el pánico en el norte de Iraq. Cuenta con 20 000 a 30 000 combatientes bien armados, de los cuales alrededor de 2 000 son occidentales convertidos al Islam.

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Por Rodrigo Borja  

La bien estructurada milicia fundamentalista “Estado Islámico” (EI), de tendencia sunita —que es una de las dos grandes tendencias de la religión islámica—, es otra de las sanguinarias versiones del terrorismo religioso. Ha sembrado el pánico en el norte de Iraq. Cuenta con 20 000 a 30 000 combatientes bien armados, de los cuales alrededor de 2 000 son occidentales convertidos al Islam.

Está conducida por Abu Bakr al-Baghdadi, quien pretende establecer un califato regido por el Corán que abarque Iraq, Siria, Líbano y Jordania, en una primera fase, por encima de las fronteras estatales, y reclama la obediencia absoluta del mundo musulmán. Sus “yihadistas”, bajo la acusación de “adoradores del demonio”, torturan, decapitan, fusilan o entierran vivos en el norte de Iraq a quienes no se convierten al islam. Y han suscitado una terrible crisis humanitaria.Alrededor de 200 000 yazidíes y cristianos tuvieron que refugiarse en las montañas de Sinyar, donde mueren de hambre, sed y calor, bajo temperaturas superiores a los 40 grados centígrados.

Fue entonces que el Gobierno iraquí clamó por ayuda internacional ya que sus tropas no tienen la capacidad para detener a los insurgentes islámicos.

Se ha formado una amplia alianza antiterrorista integrada por 50 países —con Estados Unidos y Europa occidental a la cabeza—, incluidos diez Estados árabes, que ha iniciado el bombardeo a los cuarteles y posiciones de avanzada de los yihadistas mediante la aviación regular y los drones, en una operación militar “limitada en su alcance y duración”.

Durante las acciones de violencia promovidas por la banda islámica se produjeron, bajo la invocación de Alá, tres hechos aterradores: la brutal decapitación de dos inocentes ciudadanos norteamericanos y un inglés. Los videos que grabaron el siniestro espectáculo fueron divulgados por Internet hacia todo el mundo. En ellos se mostró con diáfana claridad cómo el encapuchado vestido de negro cortó con su cuchillo, uno a uno, el cuello de sus víctimas. Y se vieron luego los cuerpos inertes y sus cabezas botados sobre la arena.

Fue espeluznante.

Pero me resultó impresionante la gallardía y serenidad con que las víctimas arrostraron su degüello. No hubo una queja, un pedido de clemencia, ni siquiera un gesto.

Y el verdugo enmascarado amenazó con su acento británico: “He vuelto, Obama. Y he vuelto debido a tu arrogante política exterior hacia el Estado Islámico”.

Y la amenaza se cumplió. El sábado anterior fue degollado por el cuchillo del mismo verdugo su tercera víctima: el ciudadano inglés David Haines(44 años). El primer ministro británico, David Cameron, calificó como “un acto inmundo” el degollamiento de su inocente coterráneo. Y, como siempre, al final del video difundido en Internet se reveló el nombre de la próxima víctima: el británico Alan Henning.

 

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