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Nacional

Vencer la batalla de las ideas

Por Emir Sader  

“Y cuando finalmente la izquierda llegó al gobierno, había perdido la batalla de las ideas”. La afirmación de Perry Anderson sintetiza el mayor desafío para los que queremos superar y sustituir al neoliberalismo en todas sus dimensiones.

Significa que el neoliberalismo ha fracasado como propuesta económica, lo cual abre la posibilidad para que la izquierda aparezca como alternativa de gobierno. En el caso de que llegue al gobierno, tendrá que enfrentarse a toda la herencia maldita del neoliberalismo: recesión, debilitamiento del Estado, desindustrialización y, entre muchas otras, fragmentación social.

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Por Emir Sader  

“Y cuando finalmente la izquierda llegó al gobierno, había perdido la batalla de las ideas”. La afirmación de Perry Anderson sintetiza el mayor desafío para los que queremos superar y sustituir al neoliberalismo en todas sus dimensiones.

Significa que el neoliberalismo ha fracasado como propuesta económica, lo cual abre la posibilidad para que la izquierda aparezca como alternativa de gobierno. En el caso de que llegue al gobierno, tendrá que enfrentarse a toda la herencia maldita del neoliberalismo: recesión, debilitamiento del Estado, desindustrialización y, entre muchas otras, fragmentación social.

Pero, además, tendrá que hacer frente al elemento de mayor fuerza del neoliberalismo, a nivel nacional, pero también a nivel internacional: su fuerza ideológica, la fuerza del ‘modo de vida norteamericano’, que impone su hegemonía de forma casi incuestionada a escala global.

El estilo de consumo shopping center se ha globalizado de manera aparentemente avasalladora. Es una especie de punta de lanza del neoliberalismo, que materializa su principio general de que todo es mercancía: todo tiene precio, todo se vende, todo se compra. Por ello el shopping center es el ejemplo más claro de los sitios que se hacen llamar ‘no lugares’.

El shopping center no suele tener ventanas ni relojes, cumpliendo así con las características de los ‘no lugares’. Entrar en estos espacios es desvincularse de las condiciones comunes de las ciudades, para articularse dentro de la red de consumo globalizada, mediante las marcas y un estilo de consumo específico.

El conjunto de ‘ventajas’ del shopping center -protección del mal tiempo, de los robos, como lugar para aparcar los coches, para ir al cine, a comer, etc.- le hace representar un instrumento poderoso de forma de vida y sociabilidad, construido alrededor del consumo y de los consumidores.

El shopping center es la utopía neoliberal y expresa de la forma más exacta -junto con la publicidad, las marcas, la televisión y el cine norteamericano- el modo de vida hegemónico norteamericano. Un lugar que ocupa prácticamente sin que se le cuestione, salvo por las resistencias en los sectores islamistas y evangélicos.

La lucha antineoliberal ha logrado imponer consensos en el plano económico, en contra de la centralidad del mercado y las políticas de austeridad, y en favor de las políticas sociales. Pero no ha generado todavía valores, formas de sociabilidad, ni alternativas al neoliberalismo, ni a su mundo de valores centrado en el consumismo. Es cierto que hay mecanismos monstruosos para promocionar los valores neoliberales, pero también es cierto que no tenemos otros valores -solidarios o humanistas- que aparezcan como alternativas.

No se puede incorporar propuestas sencillamente anticonsumistas en sociedades en las que el acceso al consumo es una conquista para la gran mayoría de la población. Un acceso que trae aparejadas las ventajas del consumo y, por extensión, promueve el mundo del consumo -shopping center incluido- como un objetivo de vida. Así que no es sencilla esta pelea. Pero es indispensable.

Sin la crítica al egoísmo consumista dominante, de falta de solidaridad -especialmente con los más frágiles- no lograremos avanzar sobre la fuerte hegemonía ideológica del neoliberalismo y ganar la batalla de las ideas, decisiva en los principales enfrentamientos del mundo de hoy.

 

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