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Vivir con lo mínimo

Por José Arlex Arias Arias  

Insisto en que la principal –casi que la única– virtud de los neoliberales es hacernos creer que vivimos en un mundo virtual. De hecho, en Colombia se dan los acontecimientos más extraordinarios, fáciles de describir para los escritores del realismo mágico. El gobierno de Santos tiene suficientes correas de transmisión que terminan por alienar a la población hasta el punto en que miles de personas mueren por desnutrición, prolifera el “paseo de la muerte”, se vive con empleos de rebusque, con salarios precarios, se negocia y se apropian del patrimonio público y se arrasa el aparato productivo nacional, entre otros aspectos; sin embargo, nos siguen etiquetando de que somos la Nación más feliz del mundo.

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Por José Arlex Arias Arias  

Insisto en que la principal –casi que la única– virtud de los neoliberales es hacernos creer que vivimos en un mundo virtual. De hecho, en Colombia se dan los acontecimientos más extraordinarios, fáciles de describir para los escritores del realismo mágico. El gobierno de Santos tiene suficientes correas de transmisión que terminan por alienar a la población hasta el punto en que miles de personas mueren por desnutrición, prolifera el “paseo de la muerte”, se vive con empleos de rebusque, con salarios precarios, se negocia y se apropian del patrimonio público y se arrasa el aparato productivo nacional, entre otros aspectos; sin embargo, nos siguen etiquetando de que somos la Nación más feliz del mundo.

El gobierno de Santos volvió a imponer, mediante el decreto 2552 del pasado 30 de diciembre, un aumento del salario mínimo del 7%, quedando en $689.455, el cual ganarán, según cifras oficiales, cerca de dos millones de trabajadores; sin embargo, analistas y centros de estudios independientes aseguran que la mayoría de la población económicamente activa está devengando por debajo de este mínimo, mediante órdenes de servicio, uno de los mecanismos empleados para precarizar a la clase trabajadora. En esta categoría hay millones de personas que salen a buscar con qué sobrevivir a diario, sin contar a los que trabajan por cuenta propia y los que figuran como inactivos porque se cansaron de aplicar por un trabajo remunerado.

El DANE –al cual muchos no le creemos– reveló la inflación acumulada del año 2015, que presentó una variación del 6,77%, superior en 3,11 puntos porcentuales al 2014. Revisando este índice, se encuentra que para el nivel bajo fue de 7,26%, llevándose de tajo el aumento del salario mínimo, el cual devenga la inmensa mayoría de los colombianos. Pero el golpe a ellos es mucho mayor, ya que uno de los grupos que más los afectan, como el de los alimentos, subió el 10,85%. Los productos y servicios que más peso tienen en la canasta familiar para esta población tuvieron aumentos exorbitantes, como: hortalizas y legumbres (41,53%); tomate (79,55%); cebolla (60,92%); frijol (53,28%); tubérculos y plátanos (17,46%); otros tubérculos (47,21%); yuca (44,92%); arroz (22,01%); frutas (24,78%); otras frutas frescas (29,90%); cereales y panadería (13,90%); otras hortalizas y legumbres (37,99%); pescado y otros de mar (11,73%); pollo (8,33%); alimentos varios (7,61%); lácteos, grasas y huevos (7,39%); aceites (18,94%); gas (19,38%); acueducto, alcantarillado y aseo (6,47%); vehículos (15,50%); aparatos domésticos (13,36%); neveras (12,49%); energía eléctrica (8,95%); pasajes aéreos (10,61%); entre otros.

Pero la receta de Santos es profundizar el neoliberalismo, para lo que plantea: eliminar el salario mínimo, sustituyéndolo por trabajo a destajo o por horas; acabar con la concertación laboral; hacer una reforma tributaria para aumentar los impuestos; seguir feriando empresas como Isagen; pedirnos que seamos optimistas y poner a los grandes medios de comunicación a exaltar y exportar este modelo para acabar con los sistemas alternativos de países vecinos. ¡A vivir con lo mínimo y bien felices!

arlexariasarias@yahoo.com

Cartagena de Indias.

 

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