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Carta abierta a la periodista Camila Zuluaga

Por Dayana Corredor  

Soy comunicadora, activa militante del Polo Democrático; soy una de las cientos de personas que acompañaron la campaña de Samuel Moreno, y una más entre los cerca del millón de votos que lo eligieron Alcalde de Bogotá. Eso no me avergüenza, aunque no oculto mi frustración al haber visto traicionado mi voto, ese mismo dolor y frustración de miles de ciudadanos y polistas que jamás fuimos parte de actos de corrupción sucedidos en ese periodo y que son contrarios a nuestra apuesta política, que es una apuesta ética de vida.

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Por Dayana Corredor  

Soy comunicadora, activa militante del Polo Democrático; soy una de las cientos de personas que acompañaron la campaña de Samuel Moreno, y una más entre los cerca del millón de votos que lo eligieron Alcalde de Bogotá. Eso no me avergüenza, aunque no oculto mi frustración al haber visto traicionado mi voto, ese mismo dolor y frustración de miles de ciudadanos y polistas que jamás fuimos parte de actos de corrupción sucedidos en ese periodo y que son contrarios a nuestra apuesta política, que es una apuesta ética de vida.

Justamente por eso, y por que no comparto la estigmatización a la izquierda por lo que realizó quien traicionó nuestra confianza, quiero en este momento hacer referencia a la última columna de la periodista Camila Zuluaga titulada ‘Carta abierta a Clara López Obregón’, ampliamente difundida, para decirle que se sustenta usted, Camila, en al menos tres hipótesis falsas:

Primera: que Clara López debe agradecer el “buen trato” que le han dado los medios de comunicación. Esta aseveración pretende encubrir el propósito real de la entrevista. Sobre Clara López en términos objetivos no existe ninguna acusación o siquiera leve sospecha de haber participado o conocido jamás actos contrarios a la ley y que por el contrario su honorabilidad está fuera de toda duda; eso definitivamente no es un favor de los dueños de los medios de comunicación ni de quienes portan al turno sus micrófonos. Sobre esto existe un veredicto ciudadano, medido en la aprobación a su alcaldía con un 78 % de favorabilidad y refrendado después con dos millones de votos.

Segunda: insinúa usted con un pregunta provocadora que el esposo de Clara López tiene vínculos con el Cartel de Contratación, ocultando voluntariamente lo que usted como periodista informada sabe muy bien: sobre él no existe tacha alguna, más allá de la pretensión de enlodarlo para afectarla a ella, con una acusación que hace mucho tiempo fue desvirtuada por la misma Fiscalía por carecer de prueba alguna y además por ser contraria a la realidad y a la lógica histórica.

Tercera: Clara López no permite que le pregunten sobre su paso por la administración de Samuel Moreno. Basta con hacer una pequeña búsqueda en Google para corroborar que ha dado una y mil veces esas respuestas. Cosa muy diferente es que dichas respuestas no concuerden con los prejuicios o intereses de quienes tienen agenda política diferente al programa democrático incluyente, social y alternativo que ella representa. Y razón tiene en protestar, pues no se requiere una gran indagación para saber que a Rafael Pardo no le pregunta jamás sobre los crímenes que pesan sobre sus copartidarios del partido Liberal o de la U, estos condenados por aliarse con personas asociadas a crímenes de lesa humanidad, ni a Francisco Santos por las serias acusaciones hechas por Mancuso de ser pieza clave en la fundación del bloque capital de las genocidas AUC, ni por los crímenes ya juzgados y resueltos contra funcionarios del gobierno del que fue vicepresidente. Al doctor Peñalosa nunca se le pregunta por la defraudación de las moñas navideñas y bolardos billonarios, ni por lo que ha sido catalogado como la mayor defraudación al erario de Bogotá en la historia: las lozas de transmilenio, que tienen a su director del IDU, condenado y preso por esos hechos, a los que usted con el talante democrático que afirma sin modestia nada les cuestiona insistentemente cuando los entrevista.

No voy a entrar a discutir sobre su interés detrás del asunto, lo desconozco y francamente no me interesa, pero difícilmente puede convencer defendiendo la idea según la cual los medios de comunicación actúan de manera imparcial y por fuera de las agendas que se mueven tras la lógicas del poder. Eso los aprende un estudiante de comunicación en su primer día de clase.

Participé de la campaña de Samuel Moreno, dígame, ¿tengo derecho a seguir soñando y construyendo un mejor país? Permítame adelantarme a su respuesta: seguiremos soñando, con o sin permiso y eso si que lo saben las mayorías sociales excluidas de esta ciudad que solo han tenido voz y han sido visibles al reconocer a la izquierda como la abanderada y ejecutora de su inclusión y bienestar. Jamás hemos buscado el beneplácito de los poderosos ni sus “desinteresados” medios de comunicación.

Las 2 Orillas, Bogotá.

 

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