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Codensa: ¿explosión de una privatización?

Por Aurelio Suárez Montoya  

Han pasado tres semanas desde que la estación Concordia estalló en el centro de Bogotá, generando millonarias pérdidas. El analista Aurelio Suárez explica por qué se podrían avecinar episodios similares.

A finales de 2007, salieron dos libros sobre la privatización-capitalización de la Empresa

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Por Aurelio Suárez Montoya  

Han pasado tres semanas desde que la estación Concordia estalló en el centro de Bogotá, generando millonarias pérdidas. El analista Aurelio Suárez explica por qué se podrían avecinar episodios similares.

A finales de 2007, salieron dos libros sobre la privatización-capitalización de la Empresa

de Energía de Bogotá (EEB). Uno de Diego Otero, llamado “Privatización y descapitalización de EEB”, que concluía “nunca debió hacerse” y anotaba: “Emgesa y Codensa han invertido lo mínimo para mantener el sistema (…) lo único nuevo fue el montaje del centro de control por 21 millones de dólares”. De otro lado, Rave y Rueda en “Codensa, un caso emblemático” defienden dicha operación, con énfasis en Codensa, porque “garantiza la consolidación de una relación cooperativa entre lo público y lo privado” y plantea retos para el decenio 2005-2014. Otros escritos, cuando las acciones privadas pasaron del grupo Endesa a Acciona y de ahí a Enel (Italia), resaltaban que entre descapitalizaciones, dividendos y beneficios indirectos, el retorno a las inversiones, entre 1999 y 2006, sumaba US $1.737 millones, “recuperando en muy breve plazo (…) los dineros colocados”.

¿Ha cumplido Codensa los desafíos planteados, en particular en la última década? Es necesario el análisis de aspectos técnicos de la calidad en la prestación del servicio para Bogotá y para más de 100 municipios circundantes, y de los comerciales, en la relación con sus 2,5 millones de usuarios, el 24% del mercado nacional.

Entre las 58 subestaciones que hay en la capital, cinco están en deplorables condiciones como la recién estallada e incendiada de Concordia; entre 15 y 20 tienen más de 40 años de servicio; entre 10 y 15, más de 20 años y seis son conocidas como “estilo Samper Brush”, aludiendo a quienes ya hace más de un siglo prendieron la energía en Bogotá. Entre 1998 y 2013, se han presentado 14 eventos relevantes que han implicado explosiones e incendios de equipos de potencia en subestaciones de Codensa, tres de ellos en este año: Concordia, Patio Bonito y Tibabuyes.

En todos los sistemas pueden ocurrir tales siniestros. Sin embargo, si los instrumentos de control y protección actúan, pueden minimizarse pero también amplificarse si hay deficiencias y terminan en “fallas descontroladas”. Depende del área técnica, de la modernización y mantenimiento de equipos, como también del área humana, de la idoneidad en ingeniería tanto en el diseño de la operación como en el control de eventos.

La Asociación de Ingenieros de la EEB y sus filiales, Asieb, explica “las verdaderas causas” de lo que acontece. Denuncia: “No se hacen inversiones en tecnología”, “se están reduciendo sistemáticamente los presupuestos de gastos de mantenimiento”, “Concordia debió haberse remodelado en su totalidad” y se “evidencia la verdadera falta de inversión para lograr la modernización de las instalaciones”. Según Asieb, la deficiencia es notoria en los mecanismos de localización de fallas y de protección, que funcionan “por prueba y error”, lo cual, en el más mínimo tiempo y con “avalanchas” de energía superiores a 10 mil amperios, desencadena “destrucción de equipos”, “incendio”, “explosión” y “costos de más de dos millones de dólares”, además de “lucro cesante” y daños a los clientes “por más de US $10 millones”.

Las empresas de energía cobran tarifas basadas en un costo unitario, reconocido por la Creg (Comisión Reguladora de Energía y Gas), que incluye remunerar generación, transmisión, distribución, comercialización, pérdidas y pago a los reguladores. Se reconoce el costo de la infraestructura, con una rentabilidad prefijada que cubre mantener y operar esos activos —eléctricos y no eléctricos— durante su vida útil y hasta un 14% por pérdidas de todo origen. En Codensa, esa base en el nivel residencial ha pasado, desde finales de 2009 a la actualidad, de $305 kw/h a $378,6, un 24% en tres años y medio, un promedio anual en pesos reales igual al de antes de la privatización-capitalización.

¿Por qué el detrimento? No es por el desempeño financiero. De acuerdo con los estados financieros de Codensa, su rentabilidad sobre el patrimonio pasó, entre 2010 y 2012, del 4,86% al 16,3%; el retorno sobre los activos, del 2,52% al 9,54%; los ingresos de $2,78 billones a $3,14 billones y la utilidad neta de $479 billones a $510 billones. ¿Para dónde corren los dineros si además las pérdidas registradas del 14% son en esta empresa del 9% y no se traslada tal economía del todo a los usuarios?

Según lo afirmado por Asieb, “existen instrucciones asociadas a reducciones presupuestales para que el mantenimiento que se realice solo sea correctivo”. Así mismo plantea: “¿Será que la prioridad es exportar utilidades o los capitales para soportar las crisis de Europa?”. El Sindicato Redes, de empleados de energía y servicios públicos, resume: la línea es “hacer más con menos”.

Codensa extendió al doble la vida útil de sus activos eléctricos, lo cual reduce descuentos por depreciación y genera mayores ganancias, y a equipos con más de 30 años apenas se les practica mantenimiento correctivo. Proceder así ha sido posible por un tiempo, pero a poco esta privatización se precipita hacia la explosión. Siendo Bogotá el dueño del 51% de las acciones, extraña que nada diga al respecto el alcalde Gustavo Petro. Quizás tenga preocupaciones de un voltaje mayor que el de la energía capitalina. Muy grave.

Bogotá, 12 de diciembre de 2013.

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