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Colombia: “guatepeor”

Por José Arlex Arias Arias  

En todas las campañas electorales, con contadas y valiosas excepciones, los diversos candidatos le ofrecen lo mismo a los colombianos: Mejor salud, mejor educación, mejor seguridad, mejores servicios públicos y cero corrupción; pero para conquistar sus preferencias y conducirlos al voto, utilizan todo tipo de métodos, desde los más sanos hasta los menos “sanctus”, prevaliéndose de la propia corrupción para obtener los objetivos. Lo más grave de todo es que han “desmoralizado” a la propia población, en la cual hay grandes sectores a quienes les parece normal y corriente vender el voto y tolerar la corrupción “en sus mínimas expresiones”.

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Por José Arlex Arias Arias  

En todas las campañas electorales, con contadas y valiosas excepciones, los diversos candidatos le ofrecen lo mismo a los colombianos: Mejor salud, mejor educación, mejor seguridad, mejores servicios públicos y cero corrupción; pero para conquistar sus preferencias y conducirlos al voto, utilizan todo tipo de métodos, desde los más sanos hasta los menos “sanctus”, prevaliéndose de la propia corrupción para obtener los objetivos. Lo más grave de todo es que han “desmoralizado” a la propia población, en la cual hay grandes sectores a quienes les parece normal y corriente vender el voto y tolerar la corrupción “en sus mínimas expresiones”.

Hay que recordar que el presidente Santos, en calidad de candidato, bendijo las billonarias partidas que les entregaron a sus candidatos al Congreso, con lo cual les pagó por adelantado el favor de su reelección; incluso, bautizó coloquialmente la corrupción con el término “mermelada”, acuñado por su exministro Juan Carlos Echeverry, hoy “flamante” presidente de Ecopetrol.

Pero si en este gobierno caen aguaceros con tempestades, en el del expresidente Uribe –del cual hizo parte Juan Manuel Santos–, cayeron rayos y centellas: este gobierno es hoy señalado por los correos enviados por el entonces embajador de Estados Unidos en Colombia, William Brownfield, a la exsecretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, en los que le pide que se investiguen, de manera independiente, los “falsos positivos”, la corrupción y chuzadas en el DAS y la parapolítica, incluyendo a aliados, funcionarios y a uno de los familiares de Uribe Vélez; además, es sabido que este gobierno le hizo la vida imposible al magistrado estrella de la Corte Suprema de Justicia, Iván Velásquez, quien investigó la parapolítica, por lo cual le hicieron todo tipo de montajes hasta sacarlo del máximo tribunal de justicia del país. Desde entonces, las investigaciones de la parapolítica  quedaron casi que paralizadas, saliendo una que otra, como a cuenta gotas.

Cuando, con las intrigas del gobierno Uribe, relevaron en el año 2012 al doctor Velásquez como coordinador de las investigaciones de la parapolítica, Human Rights Watch calificó la acción como “una profunda pérdida para el sistema judicial de Colombia”. Al año siguiente, la ONU lo nombró al frente de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), y fue desde allí que develó la red de corrupción aduanera. A partir de esa investigación, cuatro grandes movilizaciones del pueblo guatemalteco llevaron a la renuncia del presidente de ese país, Otto Pérez Molina. ¡Cuánta diferencia con lo ocurrido en Colombia! Mientras el pueblo de Guatemala coloca a Velásquez como su salvador, aquí en Colombia el gobierno de Uribe, que fue el mismo del actual Santos, lo estigmatizó con todos los epítetos, lo vilipendió y lo sacó de las investigaciones para que no se llegara a la verdad. Hoy Guatemala castigó al expresidente Pérez Molina no votando por el candidato de su partido y con un récord de asistencia a las urnas. Qué ironía: en Colombia se llama a votar por el Centro Democrático y la Unidad Nacional de los exmejores amigos Uribe y Santos, aliados contra Velásquez. ¡Realmente, Colombia está Guatepeor!

arlexariasarias@hotmail.com

Cartagena de Indias.

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