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Detrás de la privatización de Playa Blanca en Barú

Por José Arlex Arias Arias  

Los neoliberales son como la plaga que aprovecha la debilidad del sujeto. Con esa táctica, utilizan la fragilidad del patrimonio público para convertirlo en un gran negocio, del que salen más beneficiados sus “amigotes” que el Estado. Con la venia del gobierno –Distrital y Nacional– y aplicando

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Por José Arlex Arias Arias  

Los neoliberales son como la plaga que aprovecha la debilidad del sujeto. Con esa táctica, utilizan la fragilidad del patrimonio público para convertirlo en un gran negocio, del que salen más beneficiados sus “amigotes” que el Estado. Con la venia del gobierno –Distrital y Nacional– y aplicando

la colonial figura de las concesiones, se han venido apoderando de todos los activos de Cartagena. De esta forma, caños, ciénagas, humedales, vías, calles, puertos, aeropuerto, plazas, monumentos y baluartes, islas casi enteras y playas han caído en manos del sector privado, ya que, según ellos, son los únicos que los hacen rentables; claro, para su bolsillo.

Esta figura beneficia a los aliados del gobierno, quienes reciben los activos a cambio de baratijas, como sucede con los puertos, que solo le dejan al Distrito la podredumbre y el deterioro del medio ambiente. Mas cuando un cartagenero del común, como los miles de padres de familia que se ven forzados a convertirse en vendedores informales, osa salir a las calles a rebuscarse el pan de cada día para su familia; entonces se envalentonan, y ¡cual si fueran los peores criminales del país!, los reprimen, encarcelan y les decomisan su escaso capital. Este es otro aspecto que hace de los neoliberales seres salvajes, antidemocráticos, excluyentes y represivos.

“He solicitado la realización de una Audiencia sobre la propiedad, utilización y el servicio social de las playas, porque no pueden pasar desapercibidos los últimos hechos: Según la Armada, 1.208 playas en Cartagena están en poder de los particulares. Como si fuera poco, el Consejo de Estado pretende legalizar a sus usurpadores”, dijo el concejal del Polo Democrático, David Múnera, el 18 de marzo de 2013. Y en esa Audiencia demostró la existencia de una estrategia para apoderarse de las playas de Cartagena mediante tácticas de algunos establecimientos y particulares de no cumplir las sentencias de devolución de playas al Distrito y la Nación, y la de postularse para obtener en concesión las mejores playas e incluso las propias Islas, pasando por encima de la población nativa. Islas del Rosario, Tierrabomba, Barú y Bocachica, entre otras, se convierten en activos prioritarios para ellos, así como ya desplazaron a los raizales de la zona norte, por la Vía al Mar desde La Boquilla. 

Con el cuento de que ingresa mucha gente, el alcalde Dionisio Vélez ha anunciado hacer eficaz el cobro de un impuesto de Parques Nacionales Naturales, de quince mil pesos –$15.000– por persona, más los peajes del puente de Barú, para poder ingresar a Playa Blanca. Este fue un activo colonizado por los nativos y los cartageneros, en donde se reúnen con sus familias los fines de semana, siendo esta la actividad lúdica más económica que han tenido, pese a los vericuetos que sufrían para su desplazamiento. Con ese impuesto, las gentes del común no podrán asistir a dicha playa ya que no les alcanza el presupuesto familiar, en una ciudad que no tiene ningún otro espacio de recreación, porque además las plazas públicas las convirtieron en negocios exclusivistas tal como quieren convertir a Playa Blanca. Algo huele muy mal detrás del cobro de ese impuesto; tal vez alistan la entrega en concesión de las playas a un operador turístico, como lo dijo el doctor Múnera en esa ocasión.

arlexariasarias@yahoo.com

Cartagena, 1 de julio de 2014.

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