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Nacional

Devaluación infructuosa

Por Eduardo Sarmiento Palacio  

La economía colombiana gira alrededor del banco central, que le da prioridad a la inflación, tipo de cambio flexible y balance fiscal para bajar la inflación, contrarrestar los choques externos y sostener la producción. El esquema entró en crisis el último año y medio.

La devaluación causada por la caída de los precios del petróleo no afectó las exportaciones y coincidió con un aumento de déficit en cuenta corriente. La economía quedó expuesta a la elevación de la inflación y al alza de la tasa de interés y a una fuerte contracción de demanda efectiva.

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Por Eduardo Sarmiento Palacio  

La economía colombiana gira alrededor del banco central, que le da prioridad a la inflación, tipo de cambio flexible y balance fiscal para bajar la inflación, contrarrestar los choques externos y sostener la producción. El esquema entró en crisis el último año y medio.

La devaluación causada por la caída de los precios del petróleo no afectó las exportaciones y coincidió con un aumento de déficit en cuenta corriente. La economía quedó expuesta a la elevación de la inflación y al alza de la tasa de interés y a una fuerte contracción de demanda efectiva.

El fracaso de la devaluación es una constante de la economía mundial. Japón y la zona euro han aplicado el relajamiento cuantitativo (compra de activos para aumentar la emisión monetaria y bajar la tasa de interés) y no han logrado devaluar sus monedas. América Latina ha realizado grandes devaluaciones impulsadas por las caídas de los precios de los productos básicos con efectos negativos sobre las exportaciones. Los mejor librados son los países asiáticos, que disponen de cuantiosas divisas y las han empleado para mantener estables las monedas.

El problema está en la teoría económica de libro de texto. En estas teorías se da por hecho que los países están dotados de mecanismos que armonizan las balanzas de pagos. En los países que enfrentan desajustes de balanza de pagos y caídas de la actividad productiva, las tasas de interés bajan, los tipos de cambio se deprecian, las exportaciones se amplían y la producción se reactiva. Las cosas son muy distintas cuando los países enfrentan excesos de ahorro y tasa de interés cero. Mientras unos países no pueden bajar la tasa de interés para devaluar, los que consiguen devaluar no incrementan las exportaciones. Los desbalances externos persisten. Los bancos centrales son totalmente inefectivos para equilibrar las balanzas de pagos y reactivar la producción.

Las primeras víctimas fueron los países periféricos de Europa, en particular Grecia. Las políticas monetarias y fiscales fueron totalmente infructuosas para estabilizar la balanza de pagos y la actividad productiva. No tuvieron más opción para balancear las cuentas externas que propiciar una severa recesión que colocó el desempleo por encima de 20 % y bajó el salario 25 %.

El país se encuentra ante una encrucijada. Luego de una devaluación de 70 %, las exportaciones caen 40 % y el desplome se extiende a los bienes industriales y agrícolas. De persistir estas condiciones, la caída del crecimiento del producto continuará y se prolongará por muchos años.

La salida es controlar la devaluación interviniendo en el mercado (vendiendo divisas) y adoptar mecanismos selectivos, que son más efectivos en las condiciones externas actuales para rectificar el descuadre externo. El primer paso es introducir un tratamiento distinto en materia comercial y cambiaria a las exportaciones industriales y agrícolas, al igual que a la importaciones que se elaboran internamente. Lo más importante es la aplicación de políticas industriales y agrícolas para impulsar las actividades que el país está en capacidad de producir más fácilmente y disponen de demanda mundial y potencial de expansión. En la industria se podría lograr con una protección escalonada que parta de bienes de productividad intermedia y pase a otros de mayor complejidad hasta cubrir la totalidad del espectro industrial. En la agricultura habría que conformar una empresa estatal que proteja al pequeño productor, adelante proyectos intensivos en tierra y capital en asociación con los productores en cultivos expuestos a economías de escala, como maíz, sorgo y soya, y movilice subsidios para la construcción de la infraestructura agrícola y reducir los costos de los fertilizantes y semillas.

El Espectador, Bogotá.

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