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Nacional

“Dios los crea y ellos se juntan”

Por Eudoro Álvarez Cohecha   

En la comisión V del senado, el santismo de la Unidad Nacional y el uribismo, firmemente aliados, aprobaron en tercer debate el proyecto de ley Zidres-Urrutia, con ponencia negativa del senador del Polo Jorge Enrique Robledo. 

Afirma Robledo en su sustentada proposición: “Se intenta imponer un modelo de agricultura que, en primer lugar, le quita a la población campesina sin tierra sus derechos constitucionales y legales sobre los baldíos y en segundo lugar impide tanto a campesinos como a empresarios pequeños y medianos – y que no sean auténticos magnates – ejercer libremente la explotación de sus tierras”. 

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Por Eudoro Álvarez Cohecha   

En la comisión V del senado, el santismo de la Unidad Nacional y el uribismo, firmemente aliados, aprobaron en tercer debate el proyecto de ley Zidres-Urrutia, con ponencia negativa del senador del Polo Jorge Enrique Robledo. 

Afirma Robledo en su sustentada proposición: “Se intenta imponer un modelo de agricultura que, en primer lugar, le quita a la población campesina sin tierra sus derechos constitucionales y legales sobre los baldíos y en segundo lugar impide tanto a campesinos como a empresarios pequeños y medianos – y que no sean auténticos magnates – ejercer libremente la explotación de sus tierras”. 

Violando repetidas sentencias de la Corte Constitucional sobre el intento reiterado de transgredir artículos específicos de la Constitución Nacional y acudiendo a nuevas y rebuscadas formas de sobrepasarla y obviar las leyes existentes, la coalición santo-uribista, aprueba un proyecto que de seguro choca con los intereses de los campesinos colombianos y con los objetivos de Desarrollo, privilegiando el de Crecimiento económico en pro de conspicuos magnates tanto nacionales como extranjeros, contrastando con el inequitativo panorama que el censo rural destapó, en contra de la población campesina.

La apertura que propicia el proyecto a la extranjerización de las tierra colombianas, atenta contra la soberanía nacional, agravado en circunstancias como las actuales, en donde las tierras cultivables escasean en el planeta y los países más poblados y poderosos pugnan por apoderarse de ellas, en desmedro ostensible del interés nacional y de la autonomía alimentaria de los nacionales, estimulando incluso la inviabilidad de la nación desamparada en cuanto a los objetivos de producir la comida de sus habitantes.

La “asociatividad” que se promueve, es la de modernos siervos, que deberán soportar todos los riesgos del proceso, renunciando a su iniciativa productiva y a la larga, recogiendo pérdidas mientras los socios mayoritarios, fijadores de precios por el tamaño de sus negocios más allá del ámbito agrícola, se benefician de una producción en la que asumen la comercialización con los márgenes de la intermediación que manejan a su antojo.

Las facultades que se dan al ejecutivo, exceden las que constitucionalmente se pueden otorgar al Presidente, concentrando en esa instancia del Estado decisiones que por su reiterada posición en pro del gran agro negocio foráneo, anticipan las decisiones futuras: “Colocan al gato en cuido del queso”.

Localmente, una de las senadoras regionales, se reafirma en su condición de integrante de la alianza santista – ojalá no motivada por mermelada y puestos para su clientela – declinando los reclamos de La Asociación para la defensa de la tierra y la dignidad Llanera y de los campesinos sin tierra, muy cortejados en épocas electorales y desamparados a la hora de definiciones cruciales sobre aspiraciones que no se han ocultado en el transcurrir de este debate.

Villavicencio.

 

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