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EEUU-UE: Dos artículos sobre este tema: ¿Adios al TTIP?

Alejandro Nadal y Jean-Luc Mélenchon

¿Francia entierra el TTIP?

Alejandro Nadal

La historia de la liberalización comercial a nivel mundial no es muy larga. Desde la posguerra se sucedieron diferentes rondas de negociaciones multilaterales al amparo de los Acuerdos generales sobre aranceles y comercio (GATT). Pero el momento decisivo vino con la ronda Uruguay, que culminó con los Acuerdos de Marrakech (1994) y el nacimiento de la Organización Mundial de Comercio.

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Alejandro Nadal y Jean-Luc Mélenchon

¿Francia entierra el TTIP?

Alejandro Nadal

La historia de la liberalización comercial a nivel mundial no es muy larga. Desde la posguerra se sucedieron diferentes rondas de negociaciones multilaterales al amparo de los Acuerdos generales sobre aranceles y comercio (GATT). Pero el momento decisivo vino con la ronda Uruguay, que culminó con los Acuerdos de Marrakech (1994) y el nacimiento de la Organización Mundial de Comercio.

El objetivo del lobby mundial de grandes empresas multinacionales y centros financieros se logró ampliamente en 1995. No sólo se obtuvo la reducción de aranceles y la casi desaparición de las restricciones cuantitativas para todo tipo de productos, sino que también se consiguió ampliar lo que se llamó la agenda de los acuerdos comerciales. En efecto, la cobertura de dichos acuerdos había quedado restringida a lo que fue su tema medular desde 1947: aranceles, cuotas, subsidios y prácticas comerciales desleales. Pero en Marrakech se introducen otros temas en la agenda: inversiones, requisitos de desempeño, propiedad intelectual, compras de gobierno y servicios financieros, entre otros. Junto con la intervención activa del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, la OMC terminó por consolidar los dogmas del Consenso de Washington en la segunda mitad de los años noventa. Se impuso la privatización de todo tipo de servicios públicos (desde la salud y educación) y se restringió la aplicación de políticas para el desarrollo industrial y agrícola.

Hoy la liberalización comercial a escala global es un hecho. Los promedios arancelarios a nivel mundial no son altos y las restricciones cuantitativas no son un obstáculo importante al comercio. Pero como si la tarea estuviera inacabada, Estados Unidos ha promovido dos grandes proyectos de tratados comerciales, el Acuerdo TransPacífico y el Acuerdo TransAtlántico sobre comercio e inversiones (TTIP por sus siglas en inglés). El objetivo de estos tratados ya no es reducir los aranceles y extirpar lo que queda de los sistemas de cuotas. Su finalidad es consolidar y fortalecer los instrumentos que utilizan las grandes corporaciones que dominan el comercio internacional para extender su poder oligopólico.

Obama ha puesto todo su empeño por sacar adelante estos dos acuerdos comerciales, casi como si se tratara de su legado presidencial. Pero la controversia ha rodeado los dos proyectos. De hecho, Francia acaba (el 30 de agosto) de asestar lo que podría ser el golpe terminal en contra del TTIP. Después de apoyar la iniciativa del TTIP desde 2013, el gobierno de François Hollande ha decidido abandonar las negociaciones a partir de este mes. El anuncio lo hizo su secretario de comercio Fekl Matthias y las razones invocadas se vinculan con la intransigencia estadunidense en materia de solución de controversias, energía, salud, servicios públicos y cultura.

Sin embargo, Francia no tiene el poder para detener las negociaciones. La Comisión europea en Bruselas conserva el poder para continuar las pláticas con Estados Unidos todo el tiempo que juzgue necesario. Este es otro ejemplo absurdo de como la soberanía de los países europeos ha sido gravemente comprometida por la arquitectura de la integración en el viejo continente. Todavía en la cumbre de junio pasado los jefes de estado de la Unión Europea ratificaron el mandato de Jean-Claude Junker para proseguir las negociaciones del TTIP. Por eso el anuncio francés no parece haber impresionado demasiado a la comisionada europea sobre comercio, Cecilia Malmström, quien ya ha declarado que las negociaciones continuarían y ha reafirmado la meta irrealista de concluir un acuerdo antes de fin de año.

Pero es un hecho que las negociaciones se encuentran en mal estado. El TTIP tiene mucho apoyo todavía, pero el anuncio de Fekl se hace eco de las declaraciones del vice-canciller alemán, Sigmar Gabriel, en el sentido de que de facto las negociaciones ya han fracasado. Aún si la Comisión europea logra mantener el tren de negociaciones sin descarrilarse, el ritmo tendrá que ser más lento.

Las objeciones que hoy señala el gobierno francés frente al TTIP tienen que ver con la falta de transparencia en las negociaciones, así como con los temas de solución de controversias (en paneles de arbitraje privado), medio ambiente y salud pública. Es posible que el gobierno francés esté endureciendo el tono frente al TTIP por la presión que enfrenta de cara a las elecciones presidenciales de 2017. De cualquier modo, rechazar el TTIP es un paso en la dirección correcta. Pero al mismo tiempo que anuncia la oposición al acuerdo transatlántico, el gobierno francés mantiene su apoyo al Tratado de libre comercio entre Europa y Canadá (CETA, por sus siglas en inglés), firmado en 2013 y que debe ser ratificado por la mayoría de países europeos para entrar en vigor en 2018. La opacidad en las negociaciones, la cláusula de solución de controversias con tribunales privados y las deficiencias en materia ambiental y estándares sociales son también la marca del CETA. Son los mismos defectos del TTIP: ¿por qué no rechazarlo también?

http://www.jornada.unam.mx/2016/09/14/opinion/025a1eco

CETA, el tratado caballo de Troya

Jean- Luc Mélenchon

Finalmente, el famoso tratado transatlántico, el TAFTA ¿se firmará o no? Las posiciones del gobierno francés han consistido en una serie de piruetas incoherentes y contradictorias. El lunes, Hollande y Fekl se pronunciaron en contra. El viernes, el ministro de asuntos exteriores Jean-Marc Ayrault, dijo lo contrario y Pierre Moscovici añadió que él estaba a favor. Sin embargo, durante esta tormenta, otro proyecto de gran mercado transatlántico está en marcha. Es el CETA (Acuerdo económico y comercial global) o, por ejemplo en francés: Acuerdo Económico y Comercial Global (CETA). Se trata de un gran acuerdo comercial negociado entre Canadá y la Unión Europea. ¿Sabía que esta negociación se inició en 2009? En estos siete años, ¿qué altos funcionarios han hablado públicamente de él?

Los pronunciamientos con respecto a CETA permiten evaluar seriamente el grado de hipocresía de aquellos que dicen oponerse a TAFTA. Porque cuando algunos líderes europeos fingen estar preocupados por el estado de las negociaciones con los EE.UU. en el marco del TAFTA, es para alabar a CETA. Es lo que ha hecho Sigmar Gabriel, ministro de economía alemán para condenar TAFTA. Sin embargo, CETA es una réplica exacta de TAFTA. Su objetivo es reducir las barreras no arancelarias al comercio entre la UE y Canadá. Y eso incluye todo lo que rechazamos de TAFTA. Porque incluye todas las consecuencias que condenamos: la flexibilización de las normas ambientales con la importación de aceites de esquisto, la negativa a reconocer la Indicación Geográfica Protegida (IGP) europea. Sólo se reconocen ¡el 10% de los IGP europeos!. Todo lo demás podrá ser imitado con la misma marca legalmente.

Parece que la CETA sirve como pruebas de choque del TTIP. Por otra parte, el proyecto tuvo que ser rediseñado en secreto a la carrera en vista de la oposición. En los aspectos relacionados con la protección de las inversiones. Los famosos tribunales de arbitraje que se habían previsto inicialmente, exactamente como en TAFTA, han sido sustituidas recientemente. Esta vez, se trata de crear un “Tribunal de la inversión” (ICS). Pero más allá del vocabulario, el mecanismo sigue siendo el mismo.

Y la misma tendencia gobierna el procedimiento de ratificación. Después de ser considerado legalmente como un acuerdo “no-mixto” por la Comisión Europea, es decir, sólo de la competencia de la UE, Juncker finalmente le concedió la condición de “acuerdo mixto”. No se puede demostrar mejor que la interpretación de los textos es más política que jurídica. Ese estado “mixto” requiere la ratificación de los estados-miembros, con la consulta de los parlamentos nacionales o referendos. Pero Junker dice que las partes del acuerdo considerados por él “no mixtos” pueden implementarse sin esperar la decisión de los parlamentos nacionales … increíble pero cierto. En resumen, de acuerdo con Junker, tendremos CETA, pase lo que pase, sea cual sea la oposición. Esta es la “Europa que nos protege.”

 

http://melenchon.fr/2016/09/13/ceta-le-traite-cheval-de-troie/

Alejandro Nadal Economista. Miembro del Consejo Editorial de Sin Permiso.

Jean-Luc Mélenchon, coportavoz del Partido de la Izquierda. Candidato a la presidencia de la República francesa.

Traducción Enrique García

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/eeuu-ue-adios-al-ttip

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