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El Congreso

Por Oscar Gutiérrez Reyes  

El Congreso, al que se refiere el título de este artículo, es al primero que se celebrará de lo que el país término conociendo como las “Dignidades”, organizaciones que nacieron a partir de febrero de 2012 y que, tomaron la decisión de organizarse como Asociación y con el nombre de Dignidad Agropecuaria Colombiana. El papel que han decidido jugar es el de ser una organización gremial que represente y defienda los legítimos intereses de los productores agropecuarios del país.

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Por Oscar Gutiérrez Reyes  

El Congreso, al que se refiere el título de este artículo, es al primero que se celebrará de lo que el país término conociendo como las “Dignidades”, organizaciones que nacieron a partir de febrero de 2012 y que, tomaron la decisión de organizarse como Asociación y con el nombre de Dignidad Agropecuaria Colombiana. El papel que han decidido jugar es el de ser una organización gremial que represente y defienda los legítimos intereses de los productores agropecuarios del país.

Como gremio aceptará en sus filas a los diversos sectores de la producción agropecuaria del país, sin importar si éstos son pequeños, medianos o grandes e incluyendo al empresariado rural. También podrán ser parte todos los que lo quieran ser, sin tener en cuenta su militancia política, credo religioso o etnia a la que pertenezca.

Pero, como organización gremial exigirá que, para hacer parte de la misma, se esté de acuerdo con el programa, se acepten los estatutos y se respeten las decisiones que, para alcanzar sus objetivos, tomen sus organismos de dirección.

En cuanto al programa debe señalarse que la experiencia y el conocimiento de la situación en la que se encuentra el agro nacional le permiten incorporar lo aprendido en estos años de lucha e incluir los propósitos necesarios para alcanzar una producción agropecuaria que cumpla con el derecho de alimentar a todos los colombianos y preservar las riquezas naturales de la nación.

Ese programa habrá de incluir la necesidad de alcanzar la soberanía y la seguridad alimentaria del país y, para eso, deberán contemplarse todos los mecanismos necesarios para garantizarlas. Precios de sustentación, subsidios, manejo arancelario y cambiario autónomo, créditos, seguros y almacenamiento de cosechas, desarrollo de agroindustria, control de las plagas y de los precios de los insumos, desarrollo de la investigación científica y de las tecnologías que permitan un agro próspero y cuidadoso de la riqueza y la biodiversidad natural colombiana y, sobretodo, revisión y renegociación de los tratados de libre comercio.

Para alcanzar sus objetivos, además de tener estatutos y métodos democráticos para resolver las diferencias y contradicciones se presenten entre sus miembros, Dignidad Agropecuaria requiere acertar en las decisiones que se tomen. Para ello es imprescindible que se actúe, siempre, conservando su independencia y teniendo como guía el programa y los métodos de lucha acordados.

En la gira nacional adelantada –como parte de la preparación del Congreso- se ha precisado, con los dirigentes de las diversas dignidades, que la independencia que se necesita debe ser frente al gobierno, los partidos políticos y los acuerdos que, sobre los asuntos del agro, pacten en la Habana.

Independencia frente al gobierno -es fácil de comprender- porque, la política de apertura económica, libre mercado y Tratados de Libre Comercio, TLC, que se aplica desde el gobierno de Cesar Gaviria y que, fielmente, han desarrollado sus sucesores incluido el que se instaló el pasado 7 de agosto, es contra el desarrollo agropecuario nacional.

Independencia frente a los partidos políticos porque la organización que se crea es una organización gremial, amplia y pluralista y no un apéndice de algún partido. La experiencia recogida en la campaña electoral pasada dejo claro -a los dirigentes de la Dignidad Agropecuaria- que cada quien puede hacer política de acuerdo con sus creencias, que puede participar como candidato a cargos de elección popular pero que nadie puede usar el nombre, los bienes y la organización para alcanzar sus objetivos políticos. Romper esta regla de oro implica acabar o poner en riesgo, al menos, la herramienta se quiere crear y tener para defender el agro nacional.

Y, la última independencia propuesta -frente a lo que acuerden en la Habana- la hacemos porque -aunque se está de acuerdo con la solución política del conflicto armado- no puede la organización comprometerse con lo que allí acuerden. Es claro que lo que finalmente pacten sobre el campo colombiano se adelantará -como está escrito en el Informe Conjunto publicado de común acuerdo por las partes en conflicto en enero de 2014- “en un contexto de globalización y de inserción en ella por parte del Estado….” (1).  

También, quienes se han comprometido con la construcción de un aparato gremial que luche de manera permanente por la defensa del agro nacional, han concluido que Dignidad Agropecuaria debe sostenerse -fundamentalmente- con los aportes de sus afiliados, la solidaridad de quienes quieran respaldarla y los ingresos derivados de convenios, contratos o acuerdos con el Estado, organismos nacionales o internacionales pero, siempre, sobre la base de no comprometer el programa ni la independencia de la organización.

Y, también, han sopesado que para ganar a la gran mayoría de productores agropecuarios del país y alcanzar sus objetivos debe rechazar las acciones violentas de grupos aislados que pretenden reemplazar a la gente en sus luchas, los actos terroristas y los métodos ajenos a la civilización y a los comportamientos democráticos.

Pero, aclarando además que, si el gobierno use la violencia -a través de la fuerza pública- para imponer su política neoliberal, los colombianos -incluidos los campesinos- harán uso de la resistencia civil. Eso explica que en los paros cafeteros, arroceros, paperos, cacaoteros y agrarios y en el de los plataneros del Urabá, la gente haya usado la resistencia civil para responder a la agresión violenta del gobierno nacional.

Alcanzar la creación de Dignidad Agropecuaria Colombiana implica, además de realizar conversaciones, encuentros, asambleas, congresos regionales y el Congreso Nacional, discutir y profundizar en todos estos temas y, sobre todo, en el “quehacer” de la organización. Además de aprobar los estatutos, el programa y el documento de contexto sobre la realidad que vive el agro nacional, deberá aprobarse la táctica para luchar por alcanzar los objetivos propuestos.

Una idea central debe alumbrar la táctica que se apruebe. Muchos dirigentes comparten la propuesta de elaborar, recabar respaldo y luchar por la aprobación de una Ley Agropecuaria Nacional que recoja -en su articulado- las políticas públicas que, de manera permanente, dispondrán los agricultores para cumplir con sus deberes y gozar de sus derechos.

Esa Ley, de iniciativa popular, tendrá como eje fundamental la respuesta a la siguiente pregunta: ¿Pueden los productores agropecuarios de Colombia cumplir con el deber y hacer uso del derecho de alimentar a sus compatriotas? Y con esta otra: ¿Es un derecho de los monopolios agrícolas y productores extranjeros alimentar a los colombianos?

Esperamos que el 16 de septiembre se realice el Congreso y nazca, para bien de Colombia y su sector Agropecuario, la organización propuesta.

Una organización al servicio de la nación y el agro se apresta a nacer. ¡Ayudemos a que el alumbramiento sea exitoso!

(1) Informe conjunto de la mesa de conversaciones entre el gobierno de Colombia y las FARC-EP, enero de 2014.

 

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