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Internacionales

El doble rasero del libre comercio

Por Martin Khor / Red del Tercer Mundo  

Muchos países desarrollados practican un doble rasero en materia de libre comercio: insisten en sus beneficios en áreas donde son fuertes, mientras aplican medidas proteccionistas en las que son débiles.

La agricultura es un claro ejemplo de esto. Si se pusiera en práctica el libre comercio, una gran parte del comercio agrícola mundial estaría dominado por los países en desarrollo más eficientes. Pero los principales países desarrollados consiguieron, durante décadas, una exención en ese sector.

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Por Martin Khor / Red del Tercer Mundo  

Muchos países desarrollados practican un doble rasero en materia de libre comercio: insisten en sus beneficios en áreas donde son fuertes, mientras aplican medidas proteccionistas en las que son débiles.

La agricultura es un claro ejemplo de esto. Si se pusiera en práctica el libre comercio, una gran parte del comercio agrícola mundial estaría dominado por los países en desarrollo más eficientes. Pero los principales países desarrollados consiguieron, durante décadas, una exención en ese sector.

Esta exención terminó en 1995, cuando se creó la Organización Mundial del Comercio (OMC), y se esperaba que los países desarrollados abrieran su agricultura a la competencia global. Pero el acuerdo agrícola de la OMC les permitió tener tanto aranceles altos como subsidios altos.

Los subsidios han permitido a sus agricultores vender sus productos a precios a menudo por debajo del costo de producción.

Esto tiene cuatro efectos negativos en los países en desarrollo: 1) no pueden penetrar en los mercados de los países ricos; 2) se ven privados de otros mercados debido a que Estados Unidos y Europa pueden exportar los mismos productos a precios artificialmente bajos; 3) mediante la exportación de un producto barato, el país desarrollado reduce la demanda de un producto competidor sustituto; y 4) estos productos baratos han entrado en muchos países en desarrollo afectando el sustento de sus agricultores.

En 2001, la OMC puso en marcha el Programa de Doha para el desarrollo, cuyo objetivo principal era la liberalización de la agricultura de los países desarrollados. Sin embargo, ahora Estados Unidos, apoyado por la Unión Europea,  no tiene intención de concluir la Ronda de Doha.

Las futuras negociaciones de la OMC deben tener una nueva base, y no fundarse en textos existentes.

Chris Caballero analiza, en un artículo publicado el 12 de mayo en Agra Europe, por qué ahora Estados Unidos no puede aceptar el texto existente. Una reducción en el límite máximo de un tipo de subsidios permitidos lo habría obligado a aumentar en 58% otro tipo de subsidios no permitidos. Esto explica en parte por qué está dispuesto a alejarse de las fórmulas puestas sobre la mesa y negociar un nuevo enfoque.

Debido a sus poderosos grupos agrícolas de presión, Estados Unidos no va a cambiar sus políticas internas (incorporadas en la Ley Agrícola de 2014) para cumplir con los nuevos límites de la agenda de Doha sobre las subvenciones permitidas.
Dos décadas después de la creación de la OMC, los países desarrollados han continuado con un alto nivel de protección agrícola, mientras que los países en desarrollo no cuentan con los recursos para otorgar el mismo nivel de subsidios.

Para defender a sus agricultores y su seguridad alimentaria, a los países en desarrollo solo les queda aumentar los aranceles, para impedir la entrada de productos baratos y subvencionados. Pero los que firmen TLC con Estados Unidos y la Unión Europea deben reducir sus aranceles agrícolas a cero o a niveles muy bajos.

Red del Tercer Mundo.

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