Internacionales
El fin del TIAR y el inicio de la reconfiguración geopolítica de Suramérica
Por María Augusta Calle* / Revista Patria
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) fue firmado en 1947 durante los inicios de la Guerra Fría, momento en el cual los estadounidenses desarrollaron la “Teoría de la Contención”, cuyo objetivo era detener a la Unión Soviética impidiendo además que los partidos comunistas llegaran al poder. Así, el TIAR fue un efectivo medio de control aplicado desde Washington para mantener a los gobiernos latinoamericanos en una posición de sujeción
Por María Augusta Calle* / Revista Patria
El Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) fue firmado en 1947 durante los inicios de la Guerra Fría, momento en el cual los estadounidenses desarrollaron la “Teoría de la Contención”, cuyo objetivo era detener a la Unión Soviética impidiendo además que los partidos comunistas llegaran al poder. Así, el TIAR fue un efectivo medio de control aplicado desde Washington para mantener a los gobiernos latinoamericanos en una posición de sujeción
y subordinación. El nuevo contexto nacional e internacional favoreció la salida de Ecuador del TIAR y la generación de una nueva institucionalidad de la defensa, más democrática y respetuosa de la soberanía, y con un sentido plenamente regional.
LA GUERRA FRÍA: EL PRETEXTO DEL TIAR
En mayo de 1945, hace aproximadamente setenta años, terminaba la Segunda Guerra Mundial. Los Estados Unidos y la antigua Unión Soviética se erigían como nuevas potencias mundiales. Cada uno de estos países representaba dos modelos económicos sociales y políticos distintos que pugnaban por establecer su hegemonía en el mundo de la posguerra. Pronto aparecieron las discrepancias que fueron ahondando las diferencias. Empezaba la Guerra Fría, es decir, un enfrentamiento político, económico, militar e incluso deportivo, a través del cual las dos súper potencias pugnaban por imponer su control a través del dominio y la utilización, incluso territorial, de terceros países.
En este contexto, los estadounidenses desarrollaron la “Teoría de la Contención” cuyo objetivo era detener al adversario -en este caso, la desaparecida URSS- impidiendo, entre otras estrategias, que los partidos comunistas llegaran al poder en Europa –especialmente en Francia o Italia- así como en el resto del mundo. Para complementar esta teoría y como parte de su estrategia de seguridad nacional, los Estados Unidos establecieron la llamada Doctrina Truman, a través de la cual decidieron apoyar a “pueblos y Estados libres” – refiriéndose a los gobiernos de Grecia y Turquía- que luchaban contra “minorías armadas y presiones exteriores” que supuestamente buscaban imponer “regímenes totalitarios”. En términos concretos, estas teorías se plasmaron en acciones como:
• Establecimiento del Plan Marshall (1947) para detener el comunismo en Europa y lograr la hegemonía sobre el continente a través de controles externos de la economía y la integración de un mercado europeo favoreciendo el desarrollo del capitalismo.
• Formación de una alianza anglo-estadounidense en contra del “Telón de Acero”, lo que más tarde daría lugar a la fundación de la OTAN (1949).
• Creación del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), cuyo principal objetivo era la defensa colectiva de los Estados miembros ante un eventual ataque de una potencia extra-regional, concretamente, la antigua Unión Soviética.
EL TRATADO INTERAMERICANO DE ASISTENCIA RECÍPROCA (TIAR)
En 1945, concluida la Segunda Guerra Mundial, se realizó en la Ciudad de México la “Conferencia Interamericana sobre Problemas de la Guerra y la Paz” donde los Estados americanos buscaban establecer las acciones que emprenderían frente al nuevo orden internacional de posguerra. En esta conferencia se firmó el Acta de Chapultepec, la cual establecía un mecanismo de solidaridad recíproca entre los países americanos frente a supuestas agresiones extracontinentales. De hecho, en esta Conferencia se “recomendó la celebración de un tratado destinado a prevenir y reprimir las amenazas y los actos de agresión contra cualquiera de los países de América” (Organización de Estados Americanos- OEA). Este fue uno de los primeros antecedentes del TIAR.
En 1947, en medio del inicio de la Guerra Fría, y fruto de las recomendaciones de la reunión de México, se celebró en Río de Janeiro, Brasil (1), la Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad del Continente, cónclave donde se adoptó el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) que, como lo he señalado, tenía entre otros objetivos la defensa colectiva de los Estados miembros ante un eventual ataque de una potencia ajena a la región y el establecimiento de “acciones conjuntas en caso de un conflicto entre dos Estados partes del Tratado” (Organización de Estados Americanos-OEA).
De hecho, según el artículo 3.1 “en caso de (…) un ataque armado por cualquier Estado contra un Estado Americano, será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos, y en consecuencia, cada una de las Partes Contratantes se compromete a enfrentar solidariamente el ataque en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”.
Otra de las razones que impulsaron la creación del Tratado era evitar la formación de un bloque regional de países sudamericanos -liderados en aquel entonces por Argentina- que actuaran con autonomía, impidiendo así la posibilidad de que se concretara una unión latinoamericana sin Estados Unidos que pudiese negociar, desde una posición de fuerza, compensaciones económicas-una suerte de Plan Marshall latinoamericano- a cambio de un tratado militar. En otras palabras, también era una estrategia de contención a los gobiernos nacionalistas que surgieron en América Latina -especialmente el de Juan Domingo Perón en Argentina- en la década de los 40.
En este sentido, el TIAR expresaba la concepción estadounidense de seguridad nacional basada en la Teoría de la Contención y en la Doctrina Truman que más tarde se plasmó en otros instrumentos internacionales como la propia Organización de Estados Americanos (OEA), creada en 1948.
Bajo estas consideraciones el TIAR fue suscrito el 2 de septiembre de 1947 y ratificado por el Ecuador en 1950. A manera de anécdota vale recordar que a la Conferencia asistieron 20 delegaciones, pero el acta fue suscrita solamente por 19 países, sin la presencia del Ecuador: esto, debido a que nuestros delegados se retiraron en medio de los debates por cuanto el 23 de agosto el coronel Carlos Mancheno derrocaba a Velasco Ibarra a través de un golpe militar.
En resumen, el TIAR significó para los países americanos: a) la conversión de la región en una zona de retaguardia para los Estados Unidos en caso de conflicto con la URSS; b) la estrategia para evitar la formación de un bloque de países latinoamericanos –liderados por la Argentina de Perón- que actuaran con autonomía; c) el desarrollo de estrategias de seguridad hemisférica orientadas contra los regímenes comunistas y que se materializó en la conformación de organismos internacionales como la OEA y en la lucha y represión contra las expresiones de izquierda en nuestro continente.
LAS RAZONES PARA DENUNCIAR EL TIAR
Básicamente hay cuatro razones importantes para denunciar el TIAR. La primera, que podríamos denominar histórica, tiene que ver con el hecho de que la Guerra Fría –contexto en el que se firmó el Tratado- concluyó en 1989 con la caída del Muro de Berlín. Actualmente, los países americanos no sólo no enfrentan una amenaza de intervención militar de carácter extra-continental, sino que el escenario geopolítico mundial, el ejercicio de poder y el carácter mismo de la agresión cambiaron radicalmente.
Para corroborar esta afirmación vale la pena analizar la situación que está viviendo en estos momentos la hermana República Bolivariana de Venezuela. Sin que sea una agresión de tipo militar -al menos por ahora-, el boicot económico, la desestabilización interna a través de acciones violentas abiertamente apoyadas e inclusive financiadas desde Estados Unidos -así lo dio a conocer públicamente Bob Menéndez, presidente de la Comisión de Relaciones Internacionales del Senado estadounidense-, la acción de los medios de comunicación, también abiertamente auto asumidos como actores políticos, han configurado una guerra de cuarta generación o de “golpes blandos” enfocados a disminuir paulatinamente la gobernabilidad para, de manera consecuente, socavar al gobierno democrático de ese país.
Desde el final de la Guerra Fría asistimos a una época altamente inestable, que no ha derivado en la formación de un mundo multipolar y multilateral sino en una fragmentación creciente de poderes fácticos, con un fortalecimiento del poderío militar de Estados Unidos; el surgimiento de países como Rusia y China, que buscan cambiar las relaciones de poder; y la aparición de la India y el Brasil, interesados en convertirse en líderes regionales junto con el resto de países del mundo con poco peso en la geopolítica mundial (“Agenda Política de la Defensa del Ecuador, 2013-2017-síntesis”).
En este contexto, se hace necesario el desarrollo no sólo de nuevos conceptos sino también de una nueva institucionalidad para enfrentar los retos de la seguridad y la defensa en el futuro. Y en este sentido, el Ecuador ha transitado de una concepción de Seguridad Colectiva -propia de acuerdos como el TIAR- a una de carácter multidimensional cuya materialización se da en la conformación del Consejo de Defensa Suramericano.
La segunda razón radica en la efectividad de la instancia misma. Aunque el TIAR fue convocado muchas veces nunca llegó a ser un instrumento para detener la agresión a los países signatarios. Por el contrario, en su mismo ámbito de acción se dieron las invasiones norteamericanas a Guatemala en 1954, a Cuba en 1961 y a la República Dominicana en 1965; el silencio cómplice ante el conflicto por las Islas Malvinas en 1982 (2) así como en el largo litigio territorial entre Ecuador y Perú y en la agresión militar colombiana que soportamos en marzo de 2008.
De hecho, fue en “septiembre de 1955 cuando el representante del Ecuador presentó una solicitud de aplicación del TIAR ya que la actitud del Perú estaba poniendo en peligro inminente la integridad del territorio ecuatoriano. El TIAR no contribuyó en ningún momento en la solución del diferendo y menos en los años 1981 y 1995” (Ministerio de Defensa Nacional, 2013). Incluso, el TIAR no fue convocado cuando el 1° de marzo del año 2008, dos países miembros del Tratado, Colombia y los Estados Unidos, se confabularon para bombardear el territorio ecuatoriano poniendo en peligro la seguridad regional (3).
Sin embargo, el TIAR sí fue convocado después de los ataques terroristas a la ciudad de Nueva York en septiembre del 2001. La resolución del TIAR señalaba “que los ataques terroristas en contra de los EE.UU. eran ataques terroristas contra todos los estados americanos y, de conformidad con el Tratado y el principio de solidaridad continental, todos los Estados Partes del Tratado de Río deberán brindar asistencia recíproca efectiva para enfrentar tales ataques y la amenaza de ataques similares contra cualquier Estado americano, y para mantener la paz y seguridad en el Continente” (Soriano 2001: 3).
Una tercera razón, de orden constitucional tiene que ver con el hecho de que desde el año 2008, después de ser ratificada en las urnas, rige en el Ecuador una nueva Constitución que establece nuevos paradigmas sobre los temas de Seguridad, Defensa y Relaciones Internacionales que son incompatibles con las concepciones desarrolladas por el TIAR. El artículo 5 de la Constitución declara al Ecuador como un territorio de paz y prohíbe el establecimiento de bases militares extranjeras o la cesión de bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras.
Por su parte, el artículo 476 de la Constitución establece que las relaciones del Ecuador con la comunidad internacional responderán a los intereses del pueblo ecuatoriano. Por lo tanto: “1.- Proclama la independencia e igualdad jurídica de los Estados, la convivencia pacífica y la autodeterminación de los pueblos, así como la cooperación, la integración y la solidaridad. 2.- Propugna la solución pacífica de las controversias y los conflictos internacionales. 3.- Condena la injerencia de los Estados en los asuntos internos de otros Estados y cualquier forma de intervención sea incursión armada, agresión, ocupación o bloqueo económico militar. 4.- Promueve la paz, el desarme universal; condena el desarrollo y uso de armas de destrucción masiva y la imposición de bases o instalaciones con propósitos militares (…). 8.- Condena toda forma de imperialismo, colonialismo, neocolonialismo y reconoce el derecho de los pueblos a la resistencia y liberación de toda forma de opresión. 9.- Reconoce el derecho internacional como norma de conducta y demanda la democratización de los organismos internacionales y la equitativa participación de los Estados al interior de éstos”.
La cuarta y última razón hace referencia a los cambios políticos que experimentó América Latina en los últimos años y sin los cuales no se pueden entender los puntos anteriores.
A fines de los 90 se produjo en la región una ola de levantamientos populares contra el modelo neoliberal, y en algunos casos como el ecuatoriano, en contra de la subordinación del país a intereses foráneos. Fruto de estas rebeliones populares surgieron en Sudamérica una serie de gobiernos progresistas que no sólo desmantelaron el neoliberalismo sino que reafirmaron la soberanía de los pueblos y de los Estados.
En este contexto, el gobierno de la Revolución Ciudadana propuso entre sus principales ejes el “rescate de la dignidad, soberanía y búsqueda de la integración latinoamericana”, proceso que implicaba la autodeterminación del país, la declaratoria del Ecuador como territorio de Paz y la búsqueda de la unidad y la integración latinoamericana, entre otros principios incorporados en la Constitución nacional aprobada por la mayoría del pueblo mediante el referendo realizado en el año 2008.
Y es así que gracias a la voluntad política de cambio en las relaciones de poder, la Constitución establece, en el título VIII referido a las Relaciones Internacionales, en su artículo 423, que “la integración, en especial con los países de Latinoamérica y el Caribe será un objetivo estratégico del Estado” por lo que el Ecuador se comprometerá, entre otras cosas a: “6. Impulsar una política común de defensa que consolide una alianza estratégica para fortalecer la soberanía de los países y de la región, y 7. Favorecer la consolidación de organizaciones de carácter supranacional conformadas por Estados de América Latina y del Caribe, así como la suscripción de tratados y otros instrumentos internacionales de integración regional”.
Fueron estos y otros argumentos los que sirvieron de sustento para que en junio de 2012, en el marco de la 42ª Asamblea General de la Organización de Estados Americanos (OEA) celebrada en Cochabamba-Bolivia, el Ecuador manifestara su voluntad de denunciar formalmente el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, “así como los otros instrumentos internacionales conexos como la Junta Interamericana de Defensa (JID), el Colegio Interamericano de Defensa (CID), la Conferencia de Ejércitos Americanos (CEA), la Conferencia Naval Interamericana (CNI), y el Sistema de Cooperación entre las Fuerzas Aéreas Americanas (SICOFAA)” (Ministerio de Defensa Nacional, 2013).
EL NUEVO CONTEXTO DE DEFENSA Y SEGURIDAD
La caída del Muro de Berlín dejó una potencia triunfadora, los Estados Unidos, que lejos de cambiar su política exterior reafirmo el unilateralismo. La desaparición del mundo bipolar “hizo posible que en las mentes de los ideólogos y políticos de Washington se redujera el perímetro de inclusión de los pueblos (…). Ya no había rival con el que competir por la fidelidad de los pueblos del mundo” (Correa Burrows, 2005: 5).
En estas circunstancias, los gobiernos progresistas, que llegaron al poder en la última década, cuestionaron este unilateralismo y en su defecto propusieron un nuevo orden mundial de carácter multilateral, propuesta que condujo a un replanteamiento de las concepciones de Defensa y Seguridad poniendo énfasis en los temas de soberanía, multilateralismo y cooperación internacional.
Profundicemos el análisis. La concepción de seguridad que estaba presente en el TIAR era la de “seguridad colectiva”, que es un concepto enteramente militar y que establece que un ataque armado a un miembro del Tratado implicaba también un ataque a todos los miembros de la coalición, quienes debían establecer una respuesta militar común. En esta concepción el objetivo no era la búsqueda de la paz sino la disuasión del enemigo.
Ahora bien, en un mundo inestable, con nuevas amenazas para los Estados, se hace necesario un cambio en la concepción de la seguridad, misma que no debe enfocarse en el ámbito estrictamente militar sino en la soberanía económica, la soberanía política, la defensa de nuestros recursos naturales y la lucha contra la violencia civil, entre otras cuestiones.
Por ello hoy hablamos de Seguridad multidimensional, lo que pone énfasis en los puntos antes señalados e “incorpora las prioridades de cada Estado, contribuye a la consolidación de la paz, al desarrollo integral y a la justicia social, y se basa en valores democráticos, el respeto, la promoción y defensa de los derechos humanos, la solidaridad, la cooperación y el respeto a la soberanía nacional” (Ministerio de Defensa Nacional, 2013).
Finalmente tenemos dos puntos más de reflexión. El primero, que guarda relación con el ámbito del debate sobre el tema de la seguridad. Éste ya no se circunscribe a estamentos militares y policiales, sino que involucra a la sociedad civil en general. Ello abonó a la democratización del debate y a la incorporación de nuevas miradas, concepciones y perspectivas que no se enmarcan en el plano estrictamente militar. En este contexto, la Defensa aparece como un “bien público”, es decir, que la protección de la soberanía del país ya no sólo le corresponde a las Fuerzas Armadas sino a todo el pueblo ecuatoriano (Espinosa, 2013: 139). El segundo punto hace referencia al debate de la conducción civil y política de la defensa y de las Fuerzas Armadas.
Es en este nuevo escenario sociopolítico marcado por la presencia de gobiernos democráticos y soberanos, que el concierto de países suramericanos ve importante crear nuevas instancias de organización regional, sin tutelaje ni hegemonía de ningún país, en las que los principios de la soberanía, la complementariedad, la autodeterminación y la lucha contra la pobreza sean los paradigmas que guíen los procesos de integración. Así nace UNASUR, organismo que facilitará la “integración regional en materia de energía, educación, salud, ambiente, infraestructura, seguridad y democracia (y cuyos) esfuerzos están encaminados a profundizar la unión entre las naciones suramericanas, bajo el reconocimiento de sus objetivos regionales, fortalezas sociales y recursos energéticos”. (Unión de Naciones Suramericanas-UNASUR).
En esta nueva estructura de integración regional se delinean varias áreas de cooperación con la finalidad de materializar los objetivos trazados. Una de ellas, tal vez la de mayor desarrollo, es el Consejo de Defensa Suramericano (CDS), integrado por las Ministras y Ministros de Defensa de los países suramericanos. Se trata de una instancia de consulta, cooperación y coordinación en materia de Defensa. Es necesario recalcar que el CDS es un organismo que se inscribe en las nuevas concepciones de la defensa y la seguridad, así como en lo que manda la Constitución del Ecuador.
Sus principales objetivos son: “a) Consolidar a Suramérica como una zona de paz, base para la estabilidad democrática y el desarrollo integral de nuestros pueblos, y como contribución a la paz mundial; b) construir una identidad suramericana en materia de defensa, que tome en cuenta las características subregionales y nacionales y que contribuya al fortalecimiento de la unidad de América Latina y el Caribe; y c) generar consensos para fortalecer la cooperación regional en materia de defensa” (Unión de Naciones Suramericanas-UNASUR).
En otras palabras, las nuevas concepciones expresadas en el Consejo de Defensa Suramericano, así como la configuración de nuevos escenarios en los que se inserta la región expresan de manera clara los intereses comunes en el campo de la seguridad. El CDS, de alguna manera, cuestiona las políticas bilaterales de asistencia militar de los Estados Unidos y destaca la necesidad de construir una comunidad suramericana de seguridad regional (Celi, 2013: 33) en donde prime la autonomía, la cooperación y el interés regional. No se trata de una alianza militar sino de un órgano de consulta, cooperación y coordinación.
“El Consejo de Defensa Suramericano no es una alianza militar, no es un sistema de seguridad o de defensa de acción colectiva. La misión del Consejo de Defensa no es la predeterminación de enemigos, la predeterminación de conflictos, las hipótesis de guerra, las hipótesis de agresión; no es partir de esta hipótesis negativa sino partir de un acompañamiento positivo a los procesos de integración regional. ¿Qué significa esto? Que las estructuras de seguridad y defensa deben acompañar a los procesos de consolidación de la cooperación en el campo económico, en el campo político, en el campo social para acompañar y, por lo tanto, ¿de qué tienen que ocuparse la seguridad y la defensa? Del acompañamiento y el cuidado de los recursos sociales, naturales y estratégicos. El concepto, entonces, de seguridad y defensa va más allá del ámbito exclusivamente militar. Esto es lo que ha permitido que el Consejo de Defensa sea un espacio de diálogo, de intercomunicación de políticas de defensa nacionales. No existe hoy una política de defensa regional: existen políticas de defensa nacionales y un espacio de cooperación entre ellas”. (4)
En definitiva, la denuncia del TIAR por parte del gobierno del Ecuador es el resultado de un serio análisis histórico, constitucional, sociopolítico y pragmático, referido fundamentalmente a la utilidad que ha tenido para nuestro país y para nuestro continente en la defensa de la integridad territorial y la preservación de la democracia.
Con todas estas consideraciones, el 21 de enero de 2014, el Pleno de la Asamblea Nacional, luego de que se cumplieran todas las formalidades legales que la Constitución impone, con 104 votos a favor y ninguno en contra, aprobó la denuncia del TIAR. Después de 64 años de la firma del Tratado se cumplía una de las demandas históricas del pueblo ecuatoriano. Días después, el 4 de febrero, el presidente del Ecuador, Rafael Correa, ratificaba esta denuncia y ponía oficialmente esta decisión en conocimiento de la OEA. Ante América Latina y el mundo esta decisión fue dada a conocer utilizando la tribuna de la CELAC, máxima expresión de soberanía e integración desde la que Latinoamérica y el Caribe enfrentan a los bloques de poder en este siglo XXI, marcando la voluntad de los pueblos por recuperar la soberanía, la dignidad y la autodeterminación.
NOTAS
1. Por eso al TIAR también se lo conoce como Tratado de Río.
2. Los Estados Unidos no cumplieron con las obligaciones adquiridas mediante este acuerdo internacional argumentando que Argentina habría iniciado una guerra en contra del Reino Unido para recuperar mediante el uso de la fuerza a las Islas Malvinas, por lo que no cabía la aplicación del TIAR.
3. Sobre la participación de los Estados Unidos en el bombardeo colombiano a territorio ecuatoriano ver el artículo del Washington Post: http://www.washingtonpost.com/sf/investigative/2013/12/21/covert-action-in-colombia/
4. Entrevista a Pablo Celi de la Torre. Subdirector del Centro de Estudios Estratégicos del Consejo de Defensa Suramericano (http://www.dossiergeopolitico.com/2013/01/fortaleza-suramericana.html).
BIBLIOGRAFÍA
“Agenda Política de la Defensa del Ecuador, 2013-2017-síntesis” (2013), en revista Patria. Análisis Político de la Defensa. Quito, Ministerio de Defensa Nacional del Ecuador, Diciembre 2013-Marzo 2014.
Celi, Pablo (2013) “La defensa en la perspectiva estratégica suramericana”, en revista Patria. Análisis Político de la Defensa. Quito, Ministerio de Defensa Nacional del Ecuador, Diciembre 2013-Marzo 2014.
Comini, Nicolás (2010) “El rol del Consejo de Defensa de la Unasur en los últimos conflictos regionales”, en revista Nueva Sociedad, N° 230, Noviembre-Diciembre.
Correa Burrows, María Paulina (2005) “Proyecto para un Nuevo Siglo Americano y la ideologización de la Diplomacia estadounidense”, en Revista Historia y Comunicación Social, N° 10. Disponible en http://www.ucm.es/BUCM/revistas/inf/11370734/articulos/HICS0505110073A.PDF.
Espinosa, María Fernanda (2013) “La Defensa: Un bien público”, en revista Patria. Análisis Político de la Defensa. Quito, Ministerio de Defensa Nacional del Ecuador, Diciembre 2013-Marzo 2014.
Ministerio de Defensa Nacional (MIDENA) (2013). Documento sobre la posición de la República del Ecuador con respecto al “Futuro de la Misión y Funciones de los Instrumentos y Componentes del Sistema Interamericano de Defensa”. Borrador Organización de Estados Americanos-OEA. Disponible en http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/b-29.html.
Romero, Iván 2010 Cambios en la Política de Defensa Nacional del Libro Blanco hacia la Nueva Agenda de Seguridad Interna y Externa. Quito, Universidad Andina Simón Bolívar (Sede Ecuador). Tesis previa para la obtención del grado
de maestro en Relaciones Internacionales, mención en Negociaciones Internacionales y Manejo de Conflictos.
Soriano, Juan Pablo 2001 “La respuesta de América Latina y el Caribe al 11 de septiembre”, en Barbé, Esther (coord.) Especial 11 de Septiembre. Barcelona: Institut Universitari d’Estudis Europeus, N° 1, Octubre.
Monografías del Observatorio de Política Exterior Europea- Disponible en www.iuee.eu/pdf-publicacio/128/sypiwtjpc9is6d93wmdx.pdf.
Unión de Naciones Suramericanas-UNASUR. Disponible en http://www.unasursg.org/inicio/organizacion/historia.
*María Augusta Calle es diputada a la Asamblea Nacional del Ecuador por el movimiento Alianza País.
Revista Patria No.2, Ministerio de Defensa Nacional del Ecuador, Quito.