Nacional
El gabinete de Rubik
Por Mauricio Cabrera Galvis
Es más fácil cuadrar los 6 colores del cubo de Rubik que armar el gabinete ministerial del presidente Santos. De hecho el cubo si tiene solución mientras que es imposible lograr un equipo de ministros que satisfaga las expectativas de todo el mundo.
Para los jóvenes es bueno recordar que el cubo de Rubik es un rompecabezas tridimensional muy popular a finales del siglo pasado, que en cada uno de sus seis lados tenía 9 piezas con 6 colores entremezclados
Por Mauricio Cabrera Galvis
Es más fácil cuadrar los 6 colores del cubo de Rubik que armar el gabinete ministerial del presidente Santos. De hecho el cubo si tiene solución mientras que es imposible lograr un equipo de ministros que satisfaga las expectativas de todo el mundo.
Para los jóvenes es bueno recordar que el cubo de Rubik es un rompecabezas tridimensional muy popular a finales del siglo pasado, que en cada uno de sus seis lados tenía 9 piezas con 6 colores entremezclados
y que el objetivo era mover las piezas hasta que en cada cara del cubo quedaran las 9 piezas de un solo color.
Para los aficionados era casi imposible resolver el rompecabezas porque cada vez que se ponía un solo color en una cara se desorganizaban las otras y después de horas de intentos se mandaba el bendito cubo a la basura.
Sin embargo el cubo tenía una lógica interna y, a pesar de que los colores tenían cuarenta y tres trillones de permutaciones posibles, los matemáticos pronto desarrollaron algoritmos para resolverlo de manera que se llegó a armarlo en tiempo record de cerca de veinte segundos.
Para armar el gabinete son más de seis los ‘colores’ o criterios que se deben combinar: la representación de las regiones del país, la participación de las mujeres, los aliados que pusieron los votos para ganar las elecciones, el peso relativo de las bancadas de los partidos en el Congreso, los recomendados personales de los caciques electorales, el manejo del presupuesto para las próximas elecciones, etc.;. además está el detalle que deben ser funcionarios competentes, honestos y leales con el Presidente.
El problema con la repartición de los altos cargos del gobierno en Colombia es que no hay una sola lógica interna que permita organizar todas las piezas del rompecabezas, sino múltiples intereses particulares.
En un sistema de democracia participativa el algoritmo para hacerlo deberían ser los programas de gobierno de partidos políticos organizados: sobre la base de alianzas programáticas y objetivos comunes bien definidos se eligen las personas representativas más capacitadas para lograrlos.
La realidad colombiana es bien distinta. Los partidos políticos son solo aglomeraciones de señores con feudos electorales propios, sin ideología ni programas de gobierno; en el mejor de los casos tienen propuestas deshilvanadas.
No es de extrañar que eso pase en el Partido Conservador que hace mucho cambio las ideas por los puestos, o en la U o Cambio Radical que nunca han tenido ideología distinta que la de seguir al caudillo del momento.
Por su parte el Partido Liberal que después de 12 años en el desierto de la oposición estaba empezando a plantear un ideario programático, lo impuso en el primer período de Santos sin participación burocrática pero con el lema claro de “ideas que gobiernan”; ahora parece que este lema se ha convertido en “gobierno sin ideas”.
La estructura depende de la estrategia, es el principio que se enseña en el primer curso de administración y gerencia, y por supuesto el perfil de los funcionarios depende de la estructura. Cuando muchos actores buscan representación en el gabinete sin estrategia clara, solo por intereses particulares, nadie queda contento.
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Pregunta: Ahora que el exministro Arias sigue los pasos de María del Pilar Hurtado y Luis Carlos Restrepo como prófugo de la Justicia surge una pregunta: ¿Quién financia los altos costos de vivir en el exterior de estos buenos muchachos del expresidente del todo vale? ¿Alguien que recibió sus favores o alguien que teme que hablen demasiado?