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Nacional

El video de Vicky

Por Octavio Quintero  

Lo grotesco del video de Vicky Dávila daba, per se, para no haber sido publicado. Y el hecho de que no sea “prueba reina” de ninguna investigación, en este caso de la llamada “comunidad del anillo”, no tenía tampoco mérito periodístico.
 
Uno podría apostar a que el tal video ya está en el archivo de muchos depravados que harán hervir su sangre con las jugosas intimidades de los protagonistas.

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Por Octavio Quintero  

Lo grotesco del video de Vicky Dávila daba, per se, para no haber sido publicado. Y el hecho de que no sea “prueba reina” de ninguna investigación, en este caso de la llamada “comunidad del anillo”, no tenía tampoco mérito periodístico.
 
Uno podría apostar a que el tal video ya está en el archivo de muchos depravados que harán hervir su sangre con las jugosas intimidades de los protagonistas.

Falló Vicky: no hay duda. ¿Por qué? Porque se le subieron los humos, de un lado; de otro, tiene sed de venganza, y ese es un lastre periodístico que desvirtúa la profesión.
 
Periodistas como Vicky, hay muchos en el firmamento colombiano… Es decir, llenos de humos y venganzas. La misma Vicky, con esos humos y esas venganzas puestas al servicio de sus patrocinadores privados y públicos, que tanto unos como otros le sacan el jugo a los periodistas, fue estrella por largo rato de RCN (radio y televisión).
 
Pero es que, una cosa es destilar veneno informativo contra una empresa o una persona; contra un funcionario público o un partido político, metiéndose inclusive en su vida privada y la de sus seres más cercanos; y otra es echar mano del sexo para verter el veneno de la venganza.
 
Nadie se siente más ofendido como aquel a quien le descubren su afición a masturbarse. Acuse a ese mismo alguien de ladrón y compruébeselo, y no pasa de ser un asunto de baranda. Porque en Colombia es más escandaloso descubrir a alguien haciéndose la paja que robándose al Estado.
 
Por ahí vi una columna de alguien que recuerda que el escándalo del flamante magistrado de la Corte Constitucional, Jorge Pretelt, va para un año de haberse denunciado, y nada: ni ha habido una decisión judicial ni el magistrado ha renunciado…
 
En cambio, el escándalo sexual del exsenador y viceministro de Justicia lo tumbó en menos que canta un gallo, y se llevó de paso a Vicky, la flamante periodista que había superado otros embates de mayor  envergadura.
 
Para mi gusto, más importante que el caso sexual en sí mismo de estos protagonistas, sería saber quién lo grabó y quien lo entregó a Vicky, cuando, como dicen las informaciones, estaba en poder de la Fiscalía General como simple pieza suelta de investigación de la hoy tristemente famosa “sociedad del anillo”.
 
Añoro el día en que todos los escándalos de corrupción económica y política llenen de tal vergüenza a los protagonistas, como los de orden sexual.
 
Pero, viéndolo bien, esa vergüenza fue lo que se perdió. Solo nos queda como consuelo el pecado original como  vergüenza humana. ¿Qué tal esa?

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