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Es un contrasentido buscar la paz por un lado mientras se atiza la guerra por el otro

Por Octavio Quintero  

Hace años se decía que los jueces hablaban a través de las sentencias que, por supuesto, pasaban a ser “cosa juzgada”. Hoy, los juicios son mediáticos; las sentencias se han cambiado por reportajes “exclusivos”, sobre todo a interdictos, confesos y convictos, cuyas declaraciones pasan a ser

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Por Octavio Quintero  

Hace años se decía que los jueces hablaban a través de las sentencias que, por supuesto, pasaban a ser “cosa juzgada”. Hoy, los juicios son mediáticos; las sentencias se han cambiado por reportajes “exclusivos”, sobre todo a interdictos, confesos y convictos, cuyas declaraciones pasan a ser

“cosa juzgada”, según el color del cristal con que se miren.

Y esa tendencia es otra de las innovaciones judiciales conocida como de “sentencia anticipada” que habría que tener en cuenta en el nuevo intento de reforma a la justicia que se anuncia porque, si bien, ha ayudado a los jueces en algunos casos, en la mayoría se prestan para mediatizar la justicia y convertirla en cortinas de humo que relativizan más que sustentan las investigaciones, aparte de haber convertido a los poderosos medios proclives al poder dominante en altas cortes morales de suyo inapelables por aquello de la libertad de expresión en donde la calumnia y la injuria quedan corregidas por una simple rectificación.

Son muchos los ejemplos y tan frecuentes que el último basta para afirmar el aserto: el caso del hacker Sepúlveda. Desprevenidamente, uno queda absorto de que en Colombia existiera semejante cerebro de la informática tan bien conectado y al mismo tiempo tan anodino.

Pudiera afirmarse que su único error fue haberse puesto al servicio de la campaña de Zuluaga… Tal vez en la de Santos, ahora sería uno más de muchos otros que andan disfrutando de su prestigio y sus ganancias como JJ Rendón o Germán Chica, por ejemplo.
Y este es el quid: tanto Sepúlveda como Rendón y Chica fueron acusados por las campañas de Santos y Zuluaga de comandar guerras sucias contra los enemigos… Pero solo lo de Sepúlveda prosperó ante la Fiscalía General y los medios de comunicación a través de esas “hazañas” periodísticas que logran exclusivas con estos exclusivos, unas veces pagando por sus declaraciones y otras prestando sus vientres informativos a la filtración de noticias, arma favorita de la guerra sucia.

Si uno, desprevenidamente, le preguntara al más anodino uribista qué opina de las “confesiones” de Sepúlveda, podría apostarse de uno a 1.000 o más, que no cree ni un ápice de lo que dice; y viceversa: pregúntesele a un santista qué opina de lo de Sepúlveda y verá que para él, el asunto ya es “cosa juzgada.”

Y este es el segundo quid: no es por aguar fiestas, pero la polarización que suscita este tipo de ejercicio político y democrático en Colombia no es clima propicio a ninguna paz. Parece un contrasentido que mientras se busca la paz con los que hoy están alzados en armas se aviven pasiones que puedan prender otra guerra con los que hoy están en paz.

No hay nadie en contra de la paz; hay contrarios a la forma en que se busca la paz y eso debe ser discutido en forma democrática: en el parlamento, en foros especializados, en seminarios, en las universidades y en las iglesias… ¿Pero, dividiendo al país entre los que supuestamente luchan por la paz y los que supuestamente luchan contra la paz?, así no es…

1 de septiembre de 2014.

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