Conecta con nosotros

Nacional

Frutas envenenadas

Por Alfredo Molano Bravo  

Manzanas en colombia no hay. Hay una variedad pequeña, entumida y engarrotada de manzanitas que son dulces. Lo reconozco, sin embargo, no son tan provocativas como para ser objeto de una tentación. Así que el paraíso debió quedar en otra parte, nuestra fruta verdadera y más popular es el mango: biche o de azúcar, chancleto o mechudo, caratejo o manga de Mariquita son todos suculentos y provocativos.

Chuparlos es como beberse un atardecer con todos sus colores. Pero así como el banano, el mango nació en India. No es de por aquí.

Publicado

en

Por Alfredo Molano Bravo  

Manzanas en colombia no hay. Hay una variedad pequeña, entumida y engarrotada de manzanitas que son dulces. Lo reconozco, sin embargo, no son tan provocativas como para ser objeto de una tentación. Así que el paraíso debió quedar en otra parte, nuestra fruta verdadera y más popular es el mango: biche o de azúcar, chancleto o mechudo, caratejo o manga de Mariquita son todos suculentos y provocativos.

Chuparlos es como beberse un atardecer con todos sus colores. Pero así como el banano, el mango nació en India. No es de por aquí.

La que es nuestra, de nuestro suelo, es la curuba. Según mi profesor de historia, Chucho Arango, la curuba “es el único sabor que Colombia le ha brindado al mundo”. Lo decía escurriéndosele las babas mientras miraba al cielo por uno de los ventanales de la Facultad de Sociología. Por lo tanto, digo ahora, no se puede hablar stricto sensus, como dicen los académicos, de “manzanas podridas” cuando se habla de esos personajes que enturbian la imagen de nuestras instituciones.

En el caso de la Policía, podríamos hablar de aguacates dañados, que son muchos, y el mero contacto de uno sano con uno podrido acaba de echar a perder una estación, un comando, un departamento. En los soldados, y toda la escalera de máximos responsables —como se dice ahora—, una mera alcachofa negra puede echar a perder todo el cultivo. En el caso de los altos empleados públicos y funcionarios de confianza —llamados ordenadores del gasto— son altamente sensibles al contagio, como los nísperos, que si no se comen en el día, en la noche ya están blanditos, desleídos, entregados.

Los empresarios son una especie de guanábanas que tienen una cáscara llena de púas, pero una pulpa lechosa, adiposa y fermentable, una masa que facilita el contagio de bacterias a la velocidad de una mosca del Asia. La santa madre Iglesia —católica, apostólica y romana— se ha mantenido como un madroño: nunca se sabe cuándo está maduro hasta que se abre y los gusanitos están como escolares en recreo. Las guerrillas no son una excepción: cocos podridos no faltan. Comandantes y guerrilleros hay que se alzan y se entregan a las autoridades con fusil, cananas y billete. Todo se da en la viña del Señor. Hasta magistrados, verdaderas papayas que cuando, podridas, caen al suelo, estallan y salpican todo lo que está a su alrededor.

El árbol del conocimiento, el respetado palo, la Rama Judicial, de la raíz a la flecha —el pepinito, la Corte Constitucional— entra también en la danza del bituche. Pretelt & Cía. Ltda. parece haber intentado transformar la honorable Corte Constitucional en una chasa, una compraventa. O sea en una agencia de transacción y no de casación. El honor del tribunal que saca la cara por las instituciones fue negociado sin vergüenza para inclinar un fallo de tutela a favor de los intereses y prácticas de una compañía fiduciaria.

Al todavía magistrado Pretelt —sin el honorable, claro está— le han corrido la cobija y ya muestra las pezuñas con las que se hizo a tierras que los paramilitares les robaron a los campesinos de Córdoba. No serán predios muy distantes del Ubérrimo y no cabe duda de que el doctor de marras, si no ha salido a encontrarse con su pariente don Sabas antes de que esta columna se publique, lo haga muy pronto. Cada vez que se mete la mano en el costal del uribato, en las pantallas de la Interpol aparece una nueva circular roja. ¿Cómo pedirle a la guerrilla que se someta a tribunales de justicia donde campea el talante de Pretelt o de su padrino Uribe?

El Espectador, Bogotá.

 

Continúe leyendo
Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *