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“Hay que alentar el debate en América Latina sobre si los medios de comunicación son un servicio público o una función del Estado”

Por Fernando Arellano Ortiz 
Quito

Entrevista con Florencia Saintout, decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad de La Plata.

Un interesante y controversial debate se ha abierto en algunos países latinoamericanos sobre si los medios de comunicación social son un servicio público o una función del Estado, ello habida cuenta que la información es un derecho fundamental que es escamoteado porque en buena parte del mundo su manejo está monopolizado por las grandes corporaciones mediáticas que lo utilizan como mercancía para acrecentar sus negocios y, al mismo tiempo, como herramienta política para desestabilizar gobiernos que no son de su agrado.

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Por Fernando Arellano Ortiz 
Quito

Entrevista con Florencia Saintout, decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación de la Universidad de La Plata.

Un interesante y controversial debate se ha abierto en algunos países latinoamericanos sobre si los medios de comunicación social son un servicio público o una función del Estado, ello habida cuenta que la información es un derecho fundamental que es escamoteado porque en buena parte del mundo su manejo está monopolizado por las grandes corporaciones mediáticas que lo utilizan como mercancía para acrecentar sus negocios y, al mismo tiempo, como herramienta política para desestabilizar gobiernos que no son de su agrado.

Esta discusión, dice Florencia Saintout, la decana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de la Plata (Argentina), hay que promoverla y alentarla en América Latina porque los medios tienen una responsabilidad social que en prácticamente toda la región no se cumple debido a que son sustanciosos negocios de oligopolios que en muchos casos han terminado convertidos en partidos políticos.

Saintout reflexiona en esta entrevista concedida al Observatorio Sociopolítico Latinoamericano www.cronicon.net, en Quito, Ecuador, sobre el déficit democrático en materia comunicacional en la región, los avances que se han logrado en determinados países en los que se han expedido marcos regulatorios para ampliar el acceso a los medios, las tareas pendientes y el rol pernicioso que juegan los conglomerados ultraconcentrados que manejan la información como un arma en beneficio de sus mezquinos intereses.

En el marco del Seminario Internacional Políticas, Estructuras y Ciudadanías, realizado por el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL), realizado en la capital ecuatoriana entre el 1 y el 3 de octubre, en el que esta docente universitaria argentina, doctora en Ciencias Sociales con maestría en Comunicación, fue una de las expositoras centrales, la requerimos para dialogar sobre estos tópicos.

A los monopolios mediáticos solo les interesa la reproducción de capital

  • Hace un par de años en una conferencia dictada en Guayaquil señalaste que “el periodismo asume la explicación neoliberal que lo condena a ser mera herramienta de un orden ignominioso o se posiciona en los procesos de emancipación de sus pueblos”. ¿En lo que concierne a América Latina y pese a la gran concentración mediática a lo largo y ancho del hemisferio, el horizonte es promisorio gracias a los procesos regulatorios en materia de comunicación en algunos países con gobiernos progresistas?
  • Yo creo que estamos ante una situación que es compleja, en la que en diferentes lugares de la región uno podrá tener un análisis, no digo pesimista, pero sí preocupante que llama a no estar dormido. Por supuesto que estamos en un contexto promisorio porque nuestros pueblos se han puesto a discutir algo que parecía una verdad dada de una vez y para siempre, que ha sido el orden de las comunicaciones, y esto es visible en nuevas regulaciones, en nuevas leyes de democracia, de derechos humanos con respecto a la comunicación, en que claramente hay una distinción frente a lo que pretende el mercado en este ámbito, pero además unos pueblos muy vivos que han aprendido a pensar críticamente a los medios. Yo lo veo muy claro en Argentina, en Ecuador, en Bolivia, en el mismo Brasil que viene muy atrasado con respecto a discusiones de marcos regulatorios y que no se ha podido avanzar en una batalla contra esos medios que son medios golpistas, por lo tanto observo un afán por discutir la comunicación. Una idea que han construido estos procesos es que la comunicación es un derecho. ¿Cuántos de nosotros sabíamos que era un derecho hace unos años? Bueno, lo sabíamos los académicos, se anunciaba como una verdad muerta en nuestra academia pero no estaba en la vida cotidiana. Entonces ahí creo que hay que tener muy buenas expectativas para lo que viene. Las luchas van a ser difíciles, pero creo que estamos en un buen camino.
  • ¿Si la comunicación es un derecho, reconocido además por Naciones Unidas, los medios deben ser servicio público?
  • Los medios tienen una responsabilidad social y creo que una parte de ellos tienen que ser un servicio público incluso, algunos de nuestros gobiernos populares en América Latina, están poniendo en discusión la idea de que debiera ser una función del Estado. Esta discusión me parece muy interesante porque tiene que haber medios como servicio público, y a esta altura el que diga lo contrario, es que está pensando en hacer negocios y punto, o es un canalla, por cuanto necesitamos la comunicación como un derecho, y en consecuencia, cómo no vamos a tener medios de servicio público.

  • El chileno Camilo Taufic, en su libro que es un clásico, El periodista y la lucha de clases señala que el periodismo tiene una esencia política porque se trata de orientar, de dirigir, y si uno ve en América Latina, desde Mariano Moreno en Argentina pasando por Antonio Nariño en Colombia, incluso el mismo Simón Bolívar, utilizaron los medios impresos como “artillería de pensamiento”. Además un colega tuyo, Víctor Ego Ducrot, explica que todo medio tiene una intencionalidad editorial. ¿Si bien todos los medios tiene una intencionalidad política, crees que ahora han mutado en su rol y se han convertido básicamente en meros negocios corporativos y por eso propician y alientan golpes de Estado en algunos casos en América Latina?
  • Bueno claramente los medios hegemónicos, los medios concentrados, porque hay que hacer una aclaración en el sentido de que en estos años están surgiendo otro tipo de medios. Incluso medios públicos y medios comunitarios que tienen otras posiciones. Pero los grandes medios concentrados aquellos que adquirieron su poder negociando además con las dictaduras, con las manos manchadas de sangre, como dice nuestra presidenta Cristina Fernández, en ocasiones en salas de tortura, fueron y son grandes empresas cuya finalidad primordial es la reproducción de capital.  Entonces es obvio que ante gobiernos que empiezan a plantear por ejemplo una redistribución más justa de la renta en democracia, no los toleran y por esta razón acuden a prácticas golpistas que se dan de maneras distintas pero en las que son protagonistas. Esto lo hemos visto en Venezuela, Ecuador, Argentina. Son claramente prácticas desestabilizadoras, se habla de “golpes suaves” pero de suaves tienen muy poco, por el contrario, son golpes durísimos a la democracia y a  todo lo que hemos logrado en estos años. Por ejemplo, la Argentina aprobó una ley que fue discutida durante décadas, incluso fue votada por amplísimas y diversas mayorías, porque no fue solo el oficialismo el que la votó, y es una de las leyes que más orgullo nos da respecto de la democratización en el área de la comunicación y todavía a cinco años de haberse expedido no se ha podido terminar de aplicar. Esto habla del poder que tienen estos medios hiperconcentrados.
  • En el caso argentino, los grupos mediáticos de La Nación y Clarín cooptan jueces, cooptan legisladores, ¿se han configurado como un cuasi Estado dentro del Estado?
  • Sí, e incluso actúan en forma sistemática porque no son solo conglomerados mediáticos nacionales. Actúan coordinadamente en el caso latinoamericano con Red O Globo de Brasil, con Caracas TV, con Televisa y TV Azteca de México, con El Mercurio de Chile, con RCN y Caracol de Colombia. Es decir,  actúan localmente pero con conciencia global. En Argentina están vinculados a los fondos buitres y a un pasado tenebroso ligado a las dictaduras. En el caso de Clarín hay que prestarle mucha atención en toda nuestra región, porque ha venido proclamando que a la ley argentina no se somete. Lo que está diciendo es que las leyes que se votan en democracia no tienen que ver conmigo.  Entonces no sé si hablar de un cuasi Estado porque en estos años en Argentina hemos recuperado la idea de Estado y para las nuevas generaciones es sinónimo de quien protege, abriga y además pelea y redistribuye. A mí me gusta más hablar de corporaciones, tremendas corporaciones que atentan contra estos Estados democráticos.
  • Se asimilan mucho al accionar de los fondos buitre. ¿En este caso podríamos decir que se trata de unos buitres mediáticos?
  • Exactamente, y además tienen conexiones económicas con parte de los fondos buitre, son grandes carranchos, aquellas aves de rapiña que aparecen en momentos difíciles a arrancar pedazos.
  • Estos conglomerados como bien señalas actúan en una red internacional a través, por ejemplo, de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) creada a instancias de la CIA, o el Grupo de Diarios de las Américas (GDA). ¿Estamos entonces en presencia de un Plan Cóndor mediático?
  • Sí, creo que es totalmente adecuada esa idea del Plan Cóndor mediático  para significar lo que tenemos y a lo que nos enfrentamos en cuanto a medios de comunicación y a la lucha que en este sentido deben dar los gobiernos populares que defienden los intereses de sus pueblos conjuntamente con organizaciones políticas y sociales  importantes. Justamente estamos dando batallas y esa es la parte esperanzadora porque además están produciendo muy buenos resultados. Sin dejar de lado las  teorías de la dominación, de la manipulación, debemos también tener mucha fe en lo que han ido construyendo nuestros pueblos durante los últimos años.
  • Además de estar inmersa en la parte académica como comunicadora, tú también alternas esta actividad con la política. Dada tu experiencia en el ámbito de la lucha política, ¿cuál es tu concepto en torno a lo que se ha como ciudadanía mediática gracias a las a las tecnologías de la información y la comunicación?
  • Lo que ha pasado en Argentina y en otros lugares con el mundo académico es que a muchos nos ha impulsado a comprometernos y a darnos cuenta en el proceso que la manera de transformar el mundo es a través de la política. A los que estamos en el área de comunicación nos interpeló directamente a dar batalla desde otros lugares que ya no son solamente las aulas. La idea de la ciudadanía mediática es la posibilidad de abrirse a la política. En el ámbito de la comunicación creo que podría vincularse con la propuesta del quinto poder ciudadano que fue muy importante en determinado momento en el que no teníamos nada, carecíamos de Estado, no teníamos partidos ni sindicatos. No teníamos política, entonces como una manera de resistencia esa ciudadanía tiene que poder acceder a la política para recuperar el Estado como herramienta de equidad y justicia.
  • En América Latina está prácticamente diagnosticada la realidad sobre las grandes corporaciones mediáticas, sus implicaciones en los ámbitos políticos, sociales y culturales.  ¿Qué falta por concretar de los marcos regulatorios expedidos en varios países en materia de acceso a la comunicación y a nivel institucional por parte de organismos regionales como Unasur, por ejemplo?
  • Yo creo que falta muchísimo. Primero seguir haciendo el diagnóstico que es importantísimo para no dormirnos, para no quedarnos, es relevante profundizarlo, igualmente crear marcos regulatorios regionales, esto es crucial, y continuar trabajando en otras áreas que no lo garantizan los cambios legislativos sino que tiene que ver con transformaciones culturales profundas incluso con la construcción de nuevos lenguajes, de nuevas estéticas. Porque si bien tenemos ahora marcos regulatorios respecto de la distribución de la propiedad de los medios, podemos terminar haciendo lo mismo, es decir, colonizados por un modo de pensar la comunicación. Pero sobre todo yo creo que el gran tema que falta para que las leyes se terminen de aplicar, tengan vida, es seguir construyendo poder popular y organización, para que no haya unos Clarines que digan yo estoy fuera de la ley y no me pueden tocar.

Quito, Ecuador.

 

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