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Nacional

Hay que aprender a vivir en paz

Por Octavio Quintero  
 
Albert Woodfox, el último prisionero en Estados Unidos de los llamados “Los tres de Angola”, fue liberado el viernes 26/02, tras permanecer 43 años en prisión.
 
En entrevista con Amy Goodman, directora de Democracynow.org, a la pregunta sobre sus planes para el futuro dice:

– Estuve tanto tiempo encerrado en una cárcel dentro de otra cárcel que tengo que aprender a vivir como una persona libre. Estoy tratando de aprender a ser libre…

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Por Octavio Quintero  
 
Albert Woodfox, el último prisionero en Estados Unidos de los llamados “Los tres de Angola”, fue liberado el viernes 26/02, tras permanecer 43 años en prisión.
 
En entrevista con Amy Goodman, directora de Democracynow.org, a la pregunta sobre sus planes para el futuro dice:

– Estuve tanto tiempo encerrado en una cárcel dentro de otra cárcel que tengo que aprender a vivir como una persona libre. Estoy tratando de aprender a ser libre…

La filosófica respuesta de Woodfox nos mueve a reflexión sobre el tema de la paz en Colombia, tanto en lo relativo a las negociaciones de La Habana, como lo del posconflicto, ese incierto escenario en el que vamos a movernos en el cercano futuro que comienza el 23 de marzo, fecha fijada y mantenida por las partes para cerrar con éxito las negociaciones.
 
Si uno pusiera una fecha contemporánea de inicio de la violencia en Colombia, muchos coincidirían con el 9 de abril de 1948, día en que mataron a Gaitán. Ese día cambió la historia de Colombia, para mal, no hay duda. Desde entonces, es decir, hace 67 años, vivimos sumidos en la violencia.
 
Si cada colombiano fuera Woodfox, y se le preguntara sobre sus planes para ese cercano futuro, probablemente también, como el preso de Angola, diría algo parecido…
– he vivido tanto tiempo encerrado en un país violento que ahora tengo que aprender a vivir en paz.
 
Y la pregunta salta al tema de inmediato: ¿Quiénes son los primeros colombianos que tienen que aprender a vivir en paz?
 
Y la respuesta es contundente: nuestros dirigentes políticos, pues, por desgracia, son ellos los que viven en guerra, desde antes de Gaitán y después de Gaitán. Y en medio de ese fragor, la sociedad civil, compelida a tomar partido a lado y lado de los combatientes.
 
Violencia de dominio económico de ellos contra ellos; violencia ideológica de los de la derecha contra los de izquierda; violencia de los de izquierda contra el poder dominante y, finalmente, violencia de todos ellos contra todos nosotros… Violencias de todo corte que han dejado en este largo camino de 67 años un reguero de muertos y millones de víctimas.
 
Si nuestra dirigencia aprendiera a vivir en paz, dese por seguro que también todos nosotros, los de la sociedad civil, viviríamos en paz, porque, aunque usted no lo crea, la sociedad colombiana es una sociedad pacífica que le ha tocado por desgracia vivir en medio de la violencia. No de otra forma se explica que se haya aguantado tanto tiempo sin haber mandado al carajo a sus dirigentes…
 
Si nuestros dirigentes aprenden a vivir en paz, también aprenderán a gobernar en paz, es decir, a no esclavizar a la sociedad civil menos pudiente por medio de un modelo económico que explota a la clase trabajadora en bien de los empresarios; que somete todos los derechos considerados básicos (vivienda digna; derecho al agua; a la salud, a la educación, a la alimentación adecuada y derecho al trabajo), a las leyes del mercado, aplicado a una población mayoritariamente pobre que no tiene defensas ni políticas, ni económicas ni sociales, porque todos estos escenarios han sido capturados por la clase dominante.
 
En conclusión, y ya lo dijo nuestro corresponsal, Armando Cardona, desde Medellín: tras el proceso de paz de La Habana, entre el Gobierno y las Farc, debiera emprenderse otro proceso de paz entre nuestros dirigentes políticos a ver si aprenden a vivir en paz y, sobre todo, nos dejan vivir en paz.

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