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Islamización de Europa

Por Rodrigo Borja  

Hay quienes sostienen que Europa vive un proceso de islamización impulsado por la aluvional migración de musulmanes a su territorio, que empezó en la segunda mitad del siglo XX y continuó en el siglo XXI, estimulada por las necesidades de mano de obra barata para los procesos de producción europeos, de un lado, y de otro, atraída por los beneficios que la seguridad social de los países europeos ofrece a todos sus habitantes.

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Por Rodrigo Borja  

Hay quienes sostienen que Europa vive un proceso de islamización impulsado por la aluvional migración de musulmanes a su territorio, que empezó en la segunda mitad del siglo XX y continuó en el siglo XXI, estimulada por las necesidades de mano de obra barata para los procesos de producción europeos, de un lado, y de otro, atraída por los beneficios que la seguridad social de los países europeos ofrece a todos sus habitantes.

El investigador egipcio Ali Abd al-Aal afirmó que el 80% de los musulmanes en la Unión Europea vive de la seguridad social estatal, que es uno de los principales atractivos para la inmigración musulmana.

Lo cierto es que millones de musulmanes, huyendo de la pobreza, el caos político y las sanguinarias dictaduras en sus países de origen, se embarcaron hacia Europa: hacia la “Europa infiel”, que dicen los musulmanes.

Y fueron recibidos con cierta hostilidad no solamente por los xenófobos y racistas tradicionales —con xenofobia agudizada por los atentados terroristas del 11 de septiembre 2001 en Nueva York y el 11 de marzo 2004 en Madrid— sino también por otros sectores de la opinión pública opuestos a la apertura migratoria a los islámicos, que son los inmigrantes más distantes en términos culturales, religiosos e idiosincrásicos.

Tales distancias han conducido a que ellos formen en las zonas periféricas y pobres de las ciudades europeas barrios enteros musulmanes —que son verdaderos guetos— en los que se difunden religión, prácticas y costumbres islámicas. Por esos lugares no puede pasar una mujer sin cubrirse la cabeza. Los matrimonios son endogámicos. Existen sus propias escuelas coránicas. Las mezquitas convocan grandes congregaciones —probablemente mayores que las de otras iglesias— desde donde se emiten mensajes antioccidentales. Al interior de esos barrios impera de facto la “sharia”, o sea la ley islámica, y a ellos no ingresan los mandatos legales del Estado anfitrión ni sus autoridades nacionales. Sus integrantes consideran que su lealtad con el Islam es mucho más importante que su lealtad con el país que los recibe.

El islamismo —que a más de religión es una ideología política de tendencia teocrática y fundamentalista— señala reglas de comportamiento social.

Hoy viven en Europa occidental 54 millones de musulmanes. Los políticos europeos de la derecha radical consideran que la masiva inmigración musulmana constituye una amenaza para la seguridad europea. Sostienen que el islamismo, antes que una religión, es una ideología política con designios de dominio universal, que pretende la islamización de Europa —islamización desde abajo: desde la base social— y les preocupan las altas tasas de natalidad de la comunidad musulmana, que contrastan con las muy bajas de las sociedades europeas. Y sostienen que, en términos comparativos, la población europea disminuye mientras que la islámica crece.

 

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