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La doble vida de Felipe González, el “estafador profesional”, invitado por Santos a cumbre de la Tercera Vía

Libertad digital  

Es paradójico que un “grotesco” Felipe González (como lo ha calificado el destacado columnista de opinión de Público.es, Arturo González) que con su partido, que aún se autodenomina “Socialista” Español, sea invitado por el presidente Juan Manuel Santos a dar “consejos” en materia económica y de paz, cuando precisamente él y su colectividad que atraviesa por una profunda crisis de identidad y organización, contribuyeron en grado superlativo a la profunda debacle socioeconómica por la que atraviesa

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Es paradójico que un “grotesco” Felipe González (como lo ha calificado el destacado columnista de opinión de Público.es, Arturo González) que con su partido, que aún se autodenomina “Socialista” Español, sea invitado por el presidente Juan Manuel Santos a dar “consejos” en materia económica y de paz, cuando precisamente él y su colectividad que atraviesa por una profunda crisis de identidad y organización, contribuyeron en grado superlativo a la profunda debacle socioeconómica por la que atraviesa

actualmente el país ibérico.

González fue uno de los “expositores estrella” de la cumbre de la “Tercera Vía”, un embuste para disfrazar el libreto del “libre mercado” que Santos convocó en Cartagena de Indias el pasado 1 de julio junto con dos conocidos genocidas: Bill Clinton y Tony Blair, y dos exmandatarios latinoamericanos de profundo acento neoliberal: el brasileño Fernando Henrique Cardoso y Ricardo Lagos.

El portal Libertad Digital de España elaboró el siguiente perfil del expresidente del gobierno español, al que lo califica como un “estafador profesional”:

Pocos españoles llevan una doble vida de manera tan definida como Felipe González. El ex presidente es un hombre obsesionado por el dinero y la alta sociedad. También es un hombre satisfecho, pues ha cumplido sus objetivos de hacerse rico y relacionarse casi exclusivamente con las grandes fortunas del planeta. Cuando está en España, a Felipe le gusta vestirse como un modesto profesor de instituto jubilado algo intelectual y dar la apariencia de que acaba de bajarse de un coche de línea tras un cansado viaje. A sus hooligans dentro y fuera del PSOE les encanta creerse este espejismo que ha confeccionado él mismo. Cuando viaja fuera de nuestro país – se desplaza frecuentemente en avión privado- Felipe aprovecha para hacer todo aquello que por discreción no le gusta hacer en España.

El expresidente pasa la mitad del año en Iberoamérica, siendo una figura habitual en las lujosas villas que sus riquísimas amistades tienen esparcidas por el continente. A Felipe se le ha visto en la reserva natural que en Carabobo tiene el magnate venezolano Gustavo Cisneros, empresario al que su gobierno vendió Galerías Preciados tras la expropiación de Rumasa. Cisneros hace gustoso de anfitrión, pues compró la empresa en 1984 por 1.500 millones de pesetas y la revendió a los tres años por 30.000 millones. Los contribuyentes perdimos 28.500 millones en la operación, pero entre ellos nació una bonita amistad que aún perdura. Felipe conoce también el palacio que la poderosa familia colombiana Santodomingo tiene en la isla de Barú. A esta casa en el Caribe acudió invitado en marzo de 2009, cuando se representó a sí mismo en un cónclave de magnates iberoamericanos donde no faltó su otra mitad, Carlos Slim, el hombre más rico del mundo.

A Felipe le gusta vestir en España como un pensionista que no llega a fin de mes, pero tiene en Tánger una exclusiva finca con playa privada contigua a la del rey Mohamed VI. Y la tiene por concesión afectiva del sátrapa magrebí hacia su persona, ya que el sevillano mantuvo una relación envidiable con su padre. La excelente sintonía de Felipe con Hasan II la facilitó la intermediación del rey Juan Carlos y, sobre todo, la lluvia de miles de millones de dinero público que, en la forma de créditos para la compra de material militar español, dejó caer España sobre Marruecos cuando Felipe mandaba. Desconocemos si se inspiraron en el Palau de la Música y la familia Pujol para manejar estos dineros, pero es bien conocido su gusto por la lírica catalana. El rey Juan Carlos y Felipe González se apoyaron continuamente en los años ochenta y noventa ayudándose en la consecución de sus objetivos, facilitando siempre el uno la labor del otro. También colaboraron en tareas de Estado y de Gobierno.

De tanto tratar con grandes fortunas internacionales, a Felipe se le han pegado sus costumbres. Los hijos de los muy ricos no trabajan, y ninguno de los hijos varones del expresidente -cuarentones con familia- tiene oficio conocido. Lo mismo le pasa al hijo de José Bono (exministro y exdirigente del PSOE), otro ni-ni de postín. A Felipe también se le ha pegado el deseo por crear un fondo de capital riesgo, una controvertida forma de inversión con muchos detractores dada la facilidad con la que permite aflorar capital revestido de éxito empresarial. El fondo de Felipe se llama Tagua Capital.

Felipe es hoy el único dinosaurio de la política capaz de, en menos de 24 horas, pasar de ser besuqueado por amas de casa y receptores PER en los feudos del PSOE en la Andalucía rural más castigada por el paro y la corrupción de su partido, a bailar en la República Dominicana bachata con una multimillonaria en un palacio próximo a la mansión de Carmen Chacón (exministra del PSOE) bajo la mirada de Óscar de la Renta. Entre grandes billonarios es donde se encuentra verdaderamente cómodo, a la gente humilde que le aclama en los mítines como una estrella del rock siempre la despreció. En lo que a gestión de imagen pública se refiere, Felipe González es un estafador profesional.

Libertad Digital.

 

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