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“La izquierda tiene que llegar a la gente con un nuevo lenguaje”

Por Leonardo Boix / El Telégrafo  

Entrevista con el ensayista de izquierda británico  Owen Jones, quien acaba de presentar su último libro ‘El establishment’ (Seix Barral), en el que analiza detalladamente el auge de los grupos de poder que dominan el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial.

El autor de ‘Chavs’ y ‘El establishment’ dialoga con El Telégrafo sobre la política europea y los conglomerados mediáticos que han degenerado lo que se denomina “prensa libre”.

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Por Leonardo Boix / El Telégrafo  

Entrevista con el ensayista de izquierda británico  Owen Jones, quien acaba de presentar su último libro ‘El establishment’ (Seix Barral), en el que analiza detalladamente el auge de los grupos de poder que dominan el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial.

El autor de ‘Chavs’ y ‘El establishment’ dialoga con El Telégrafo sobre la política europea y los conglomerados mediáticos que han degenerado lo que se denomina “prensa libre”.

Jones se dio a conocer al gran público con la publicación de su primer libro Chavs: The Demonization of the Working Class o Chavs: la demonización de la clase obrera, en 2011, en el que denuncia el estereotipo negativo al que ha sido reducida por parte de la élite política y los medios de comunicación, aparatos ideológicos que han intentado condenar a la clase trabajadora a costa del mito del mérito individual. “Chav” es un vocablo inglés que hace referencia a personas de clases humildes y a menudo jóvenes, muy de moda en la sociedad británica en cuanto a su utilización desde tiempos del thatcherismo.

Owen Jones es uno de los ensayistas más agudos de Gran Bretaña. Su último libro ‘El establishment’ (Seix Barral) analiza profundamente el auge de los grupos de poder que dominan el Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial y los avances de un neoliberalismo cada vez más interesado en perpetuar sus propios intereses, al tiempo que ataca a la derecha, a los magnates de los medios y a un Partido Laborista británico que no supo transmitir su mensaje de cambio en los últimos años.

La máxima preocupación de este analista político es acabar con la injusticia social y lograr una democracia verdaderamente representativa donde los más poderosos se vean obligados a rendir cuentas.

Áspero, inteligente, activista por los derechos de los homosexuales y las mujeres, y con solo 30 años, el ensayista inglés habla en esta entrevista acerca de los desafíos de la izquierda en Europa, sobre las trampas de la supuesta prensa libre, y de su nuevo libro, un ensayo sobre las políticas de la esperanza.

¿Por qué cree que ‘El establishment’ ha tenido tanto éxito en el Reino Unido convirtiéndose en un best seller? ¿Cree que la población está cada vez más interesada en cómo operan las clases poderosas y de qué forma se perpetúan?

Creo que tanto en el Reino Unido como en muchos otros países del mundo existe esta regla que parece funcionar para aquellos que son poderosos y otra regla para el resto de la sociedad.

Esta teoría surge de la noción de que la democracia proviene de arriba, que la soberanía popular, la habilidad de la gente de determinar el futuro de su propio país está amenazada. Hemos visto un número de crisis provocadas por aquellos que son poderosos, en particular la crisis financiera, que llevó al mundo a un desastre económico.

La gente terminó pagando por crisis que no provocó. Así que todos estos factores contribuyeron a un creciente sentimiento de la gente acerca de que los grupos de poder, aquellos que están arriba, son responsables de muchos de nuestros problemas, pero se espera que el pueblo pague por ello.

Es una cuestión de dobles estándares, de una sociedad injusta, donde la democracia está amenazada, donde los intereses privados no regulados son tan dominantes. Esto creo que es fuerte y, definitivamente, más fuerte que en el pasado.

El establishment como entidad es algo que ha cambiado y que viene cambiando desde sus inicios, por ejemplo el ‘establishment’ inglés del siglo XIX no es el mismo que el actual. ¿Qué análisis podría hacer sobre esto?

Para mí, el tema central es cómo la democracia se ve afectada, por qué estas fuerzas dominantes no son controladas o sometidas a escrutinio. No me interesa mucho si esos intereses son representativos. Los poderosos son más representativos que en el pasado, porque en los años 50 había más hombres blancos de educación privada que estaban en el poder. Ahora, en especial en el caso de mujeres o personas de minorías étnicas, hay más diversidad entre los poderosos.

El establishment parece ser ahora más representativo, con personas de distintas clases y orígenes. Pero yo quiero hacer campaña por una sociedad democrática y representativa, donde los grupos de poder tengan que rendir cuentas, volverse diversos y representativos en este país y en el resto del mundo.

Algunos consideran que con más personas negras o mujeres en el poder cambiarán las cosas, pero eso no será suficiente. Mi posición es que aquellos en el poder deben representar mejor a la sociedad, pero también tienen que rendir cuentas. Considero que las democracias modernas están amenazadas por grupos de poder que logran no rendir cuentas ni ser controlados. Si queremos que las democracias sean sanas tenemos que combatir los intereses egoístas de unos pocos, especialmente de aquellos que quieren perpetuar sus intereses a costa de la sociedad.

¿Cuál cree que es la responsabilidad de la prensa en una democracia representativa para mantener a raya a los poderes del establishment?

Primero que nada no creo que tengamos actualmente una prensa libre. No contamos con medios que estén a cargo del gobierno. Nuestros medios de prensa están controlados por pequeños grupos de millonarios, cuyos intereses radican en mantener el statu quo para seguir logrando ganancias y rédito.

Así que no creo que a esto podamos llamar prensa libre. No es prensa libre si los dueños son magnates de los medios políticamente motivados, que utilizan la dominación de la prensa para conseguir sus propios intereses políticos, que demonizan a todo aquel que esté fuera de ese consenso político muy acotado.

Esos magnates solo quieren políticas que representen los intereses de los poderosos. Al mismo tiempo el periodismo se ha convertido en algo nada representativo de la sociedad. Por ejemplo, no pagándoles a los periodistas pasantías, obligándolos a que trabajen gratis por semanas y hasta meses sin prometerles ningún trabajo fijo al final de ese esfuerzo.

Si se analiza lo que ocurre en el mundo del periodismo en Inglaterra, uno puede darse cuenta de que muchos dueños de medios provienen de familias acomodadas y con dinero. Eso significa que las prioridades y subjetividad de los periodistas terminan siendo prioridades de las clases privilegiadas de la sociedad. Nuestros medios de prensa son un asunto muy problemático. Están controlados por personas con dinero y poder, con objetivos políticos muy claros.

Ellos no representan para nada al conjunto de la sociedad, sin embargo son los que están a cargo de lo que leemos y vemos a diario. La pregunta es si contamos con una prensa libre. Personalmente, creo que no.

¿Cuál es el rol de la izquierda para lograr una democracia representativa y controlar el dominio del establishment?

La izquierda tiene un papel clave en esto. Un ejemplo claro es el que hemos visto recientemente en España, donde Podemos logró crecer como partido representativo, radical, que le habla de una forma diferente a la de los partidos tradicionales de izquierda. Ellos reconocieron que mucha gente no piensa políticamente en términos de ‘izquierda o derecha’, piensan en temas y problemas que deben ser solucionados.

Podemos ha logrado llevar ese mensaje de cambio de una forma convincente y coherente. Todo esto hablado a partir de un lenguaje que la gente entiende. Esto es crucial. Si la izquierda quiere llegar a la gente tiene que hablar de una forma diferente y contar con un nuevo lenguaje…

¿Cree que esto es exactamente lo opuesto a lo que pasa por ejemplo en el Reino Unido con el Partido Laborista, que acaba de perder las elecciones generales que ganaron los conservadores?

La razón por la que el Laborismo perdió las elecciones es porque cayó explosivamente en Escocia y perdió 41 escaños ante un partido (el Partido Nacionalista Escocés) que contaba con un mensaje izquierdista antiausteridad.

El hecho de que muchos responsabilizaran al Laborismo por la crisis financiera de 2008, o que acusaran a su gobierno de haber llevado a una crisis económica en el país por haber gastado más dinero público del que tenían, incluso cuando los conservadores apoyaron a los laboristas por su plan de gasto público hasta 2008, ayudó a su derrota laborista. Esto es innegable. Y finalmente perdieron porque no contaban con un mensaje coherente.

De todas maneras es muy interesante que el Laborismo ganara en sitios como Londres y los grandes centros industriales de Inglaterra y Gales, donde se encuentra el mayor número de inmigrantes, de personas de minorías étnicas, del colectivo LGTB y otras minorías…

Hay que recordar que otro golpe muy fuerte al Laborismo fue el avance del partido xenófobo UKIP, al que no le fue para nada bien en áreas con inmigrantes.

En el sitio donde me crié Stockport (en el norte de Inglaterra), el UKIP logró el segundo puesto en las elecciones generales, y es un sitio con muy pocos inmigrantes. Eso es típico de los resultados del UKIP en el país, donde acusaban a los inmigrantes por la falta de empleos y vivienda para el resto de la población.

En Londres, donde hay mucha variedad y diversidad, donde la gente vive armoniosamente, al UKIP le fue bastante mal. No es una sorpresa.

Es interesante como usted utiliza a diario las redes sociales, los podcasts, el YouTube y otras herramientas para pedir por cambios y alertar sobre la falta de justicia social explicando problemas bastante complejos. ¿Cree que esta es la mejor manera de acercarse a los más jóvenes?

Yo no soy un reportero, soy un columnista, un escritor con opiniones bien claras. Mi objetivo es escribir notas de opinión. Soy claramente un activista que hace campaña. No creo en la objetividad, no creo que exista algo que llamamos objetividad. Hay dos tipos de periodismo: uno que es abierto acerca de sus tendencias políticas y otro, que pretende que sus tendencias no existen. Todos son tendenciosos. Incluso la información que uno selecciona está escrita desde un lugar político, sea el que fuera. En mi caso soy abiertamente tendencioso. Ese es mi objetivo, explico mi posición.

Soy un socialista. Obviamente estoy tratando de llegar a gente que no se hace llamar socialista. Quiero justicia impositiva, quiero un salario mínimo más elevado, quiero servicios públicos que estén manejados por la gente y no por negociados. Esa es mi posición. Siempre he sido claro al respecto, nunca pretendí ser un periodista.

¿Es cierto que esta posición hizo que recibiera ofertas para sumarse a partidos políticos en Gran Bretaña y Europa?

Me pidieron que me presentara como candidato parlamentario para al Partido Laborista y siempre he dicho que no. Primero, quiero representar a personas que provengan de sitios no representados en el Parlamento, como mujeres y trabajadores. Los electores blancos están mejor representados.

Pero también quiero llegar a la gente a partir de otro tipo de plataforma, ya sea por televisión, radio, por redes sociales, por YouTube, en mis columnas del The Guardian, o en reuniones que mantengo con la gente en todo el país, esa es la mejor forma de llegar a la gente. Algunos dirán, ¿Pero a quién representas? Nadie te votó. Y eso es cierto. Uno puede rendir cuentas si te eligieron con el voto. Pero no puedo pretender representar a nadie si no me eligieron.

Yo creo mucho en la cuestión de rendir cuentas en una democracia representativa. La gente puede, por ejemplo, obligar a la remoción de un parlamentario al que votó y no cumplió con sus promesas. Tal vez algún día, si pienso que es útil, me presente como candidato. Pero en una democracia es importante tener gente en el Parlamento que hable sobre los problemas de la sociedad, y también que haya gente fuera del Parlamento que haga campaña y activismo.

Muchos me han dicho que si quiero que los poderosos rindan cuentas mejor debería ser un parlamentario, ya que legítimamente podría hablar sobre temas políticos si fuera político. Pero no pienso así. Necesitamos voces fuera del Parlamento como también dentro, que pidan no sólo por cambios políticos, sino que los grupos de poder rindan cuentas, y eso es lo que estoy haciendo.

¿Cuál es su próximo proyecto? ¿En qué está trabajando después de ‘El establishment’?

Estoy comenzando a escribir un libro llamado ‘The Politics of Hope’ (Las políticas de la esperanza), que surgió porque el último libro que escribí era bastante deprimente.

Es importante hablar sobre la injusticia y los problemas que enfrentamos, pero también es importante luchar por la esperanza, darle a la gente esperanzas acerca de que las cosas pueden cambiar. Quiero que la gente se organice y luche contra la injusticia. Eso es lo que me interesa. Para mí las políticas de la esperanza serán alternativas al statu quo y nuevas formas para poder modificar las cosas.

Quiero que la gente se inspire y piense que el sistema no tiene que ser como es actualmente. La idea del libro surgió de una frase del fallecido político izquierdista Tony Benn, un héroe político para mí, quien dijo: ‘Para que las cosas cambien hay que sentir una pasión abrasadora contra la injusticia, y una pasión abrasadora para lograr un mundo mejor’.

Toda esperanza significa que la injusticia es temporal, es pasajera y que puede ser combatida con determinación, resistencia y coraje. Mi próximo libro tratará sobre formas alternativas de política y activismo, un libro muy diferente al libro anterior, que escribí en respuesta al mundo tan injusto que tenemos hoy.

El Telégrafo, Ecuador.

 

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