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Nacional

La tragedia continúa

Por Eudoro Álvarez Cohecha   

Recibo angustiadas invocaciones, reiteradas en las reuniones realizadas alrededor de los movimientos de las Dignidades Agrarias, en las cuales se informa sobre la tragedia que viven agricultores y ganaderos por causa de las deudas que los agobian como consecuencia de los bajos precios

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Por Eudoro Álvarez Cohecha   

Recibo angustiadas invocaciones, reiteradas en las reuniones realizadas alrededor de los movimientos de las Dignidades Agrarias, en las cuales se informa sobre la tragedia que viven agricultores y ganaderos por causa de las deudas que los agobian como consecuencia de los bajos precios y pírricos rendimientos que ocasionan ya cuatro largos años de crisis sanitaria y escasos 12 meses de funcionamiento del TLC con los Estados Unidos.

Llamadas a altas horas de la noche y tempranas de la madrugada, como táctica de cobro de modernas oficinas de abogados que trabajan como perros rabiosos para desequilibrar hasta emocionalmente a los deudores de unos bancos y agrocomercios que no quieren “darse la pela” de la parte que les corresponde de una crisis cuyos orígenes están determinados por la errática política que se viene aplicando al país y al agro en los últimos 20 años.

Las acciones están concretándose en cobros jurídicos cuyo episodio siguiente se desarrolla inexorable, llegándose a los embargos y en algunos casos, que ya se tornan cotidianos, a los remates y a la pérdida de patrimonios enteros, a manos de cobradores que sin ningún reato despojan a productores rurales “hasta de la camisa”, sumiéndolos en la desesperanza y la ruina.

La disminución de las áreas del principal cultivo semestral de la región, el arroz, ya tiene visos alarmantes; veinte mil hectáreas en Casanare y cuarenta mil en el Meta, van a ocasionar la pérdida de 600.000 jornales, por un valor de 19.200 millones de pesos, perturbándose la vida de miles de trabajadores vinculados a las faenas rurales que tendrán que acudir a unas fuentes de empleo cada vez más escasas y deberán engrosar hordas de desempleados que seguramente no hallarán oportunidades de trabajo diferentes del rebusque e incluso en actividades ilegales con trágica incidencia en la tranquilidad regional.

El comercio y el área de servicios vinculados a la actividad agrícola, también verán disminuidas sus acciones, sin que surja un reemplazo de esta dinámica que seguramente sucumbirá o se verá seriamente disminuida de primar la política desde las instancias gubernamentales donde se incuba.

Desenfocado es pretender paliar esta tragedia con “paños de agua tibia”, equivocando el tratamiento de lo que de verdad es una catástrofe que usualmente en los países serios, se trata como calamidad y se le dan auxilios correspondientes para resolverla y no para aplazarla como se entrevé que se está tratando la actual crisis agraria.

Si una sociedad desestima la producción de su alimentación, se lamentará en el futuro cuando la hambruna sea la consecuencia del desentendimiento de una sociedad por su seguridad y soberanía alimentaria.

Villavicencio, 26 de mayo de 2014.

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