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La trampa de la liquidez monetaria en medio de la crisis europea

Por Jairo González  

La economía europea está estancada. La crisis económica especialmente en los países del sur: Grecia, España, Portugal e Italia amenaza con expandirse hacia el norte. Estos países muestran dramáticas tasas de desempleo especialmente entre la población joven que llegan hasta el 50% y más. Por otra parte se constata extrema desigualdad en el desarrollo económico regional dentro de los mismos países, dramáticas diferencias sociales, crecimiento de la pobreza, excesivo endeudamiento público, bajo nivel en la inversión y por último y no menos importante la corrupción rampante que afecta al estado y a los procesos económicos.

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Por Jairo González  

La economía europea está estancada. La crisis económica especialmente en los países del sur: Grecia, España, Portugal e Italia amenaza con expandirse hacia el norte. Estos países muestran dramáticas tasas de desempleo especialmente entre la población joven que llegan hasta el 50% y más. Por otra parte se constata extrema desigualdad en el desarrollo económico regional dentro de los mismos países, dramáticas diferencias sociales, crecimiento de la pobreza, excesivo endeudamiento público, bajo nivel en la inversión y por último y no menos importante la corrupción rampante que afecta al estado y a los procesos económicos.

Este panorama evidencia el fracaso de las políticas ejecutadas en la UE. Los gobiernos elegidos por los ciudadanos no han cumplido con la tarea de gobernar y gobernar bien. El ministro alemán de economía, Sigmar Gabriel afirmaba en el pasado Foro Económico de Davos que “la tarea de estimular el crecimiento y el empleo no debe quedar sólo en manos del Banco Central Europeo”. Evidentemente se está dependiendo de la política monetaria para estimular las economías.

En este sentido, el Banco Central Europeo (BCE) ha tomado decisiones para relanzar la economía, incrementando por ejemplo la oferta monetaria. Un mecanismo ha sido bajar las tasas de interés, de tal forma que los bancos comerciales puedan adquirir dinero barato y prestarlo en condiciones financieras favorables a empresarios y personas favoreciendo la inversión y como consecuencia el nivel de producción y empleo. Esta política ha blindado en parte el sistema financiero salvando la banca y  de paso el euro de una hecatombe. Sin embargo, el problema en la eurozona persiste. El BCE ha bajado a un mínimo histórico las tasas de interés al 0,05%, pero la economía no ha despegado. Por eso acude a un último instrumento: la expansión cuantitativa (EC) o  “cuantitative easing”,  que no es otra cosa que un mayor aumento de la oferta de dinero en los círculos económicos. Fortaleciendo en grandes proporciones las reservas del sistema bancario, por lo general mediante la compra de bonos soberanos y privados, se espera que ese dinero fresco fluya en la economía en inversiones reales y por supuesto en la reducción del desempleo y la reactivación económica.

La decisión se tomó el pasado 23 de enero en Fráncfort del Meno (Alemania). En la conferencia de prensa al culminar la reunión del Consejo de Gobierno del BCE, Mario Draghi su presidente  anunció que “el BCE ha decidido lanzar un programa de compra de activos ampliado  por importes de 60mil millones de euros mensuales y que estará en vigor al menos hasta septiembre de 2016”. Según Draghi dicho programa se hace necesario debido a la caída permanente de los precios de las mercancías (deflación) que amenazan a la región con un largo estancamiento económico. Sin dejar de insistir en reformas estructurales necesarias, el BCE sigue apostando al estímulo de la economía europea con bajas tasas de interés que se mantienen y el uso relativamente ilimitado del balance para comprar activos financieros. 

Esta estrategia monetaria  ha generado una gran polémica. Dentro del BCE no fue una decisión unánime. Desde la óptica que se mire, desde el sur o desde el norte, desde una economía fuerte o desde una débil. Varían las posturas y los argumentos.  Francia e Italia países con problemas presupuestales pueden estar viéndola como una fuente de financiación para ganar tiempo ante posibles ajustes económicos que demanda Bruselas. Alemania por el contrario es escéptica. Según la canciller alemana, Ángela Merkel, cuando se le preguntó por el plan aprobado por el BCE, afirmó que la iniciativa del banco no absuelve a los políticos de sus responsabilidades de reformar las economías de sus países.

Otras voces condenan la EC porque creen que con ella lo que se persigue es simplemente aumentar las reservas de los bancos. Por otra parte, algunos señalan que ésta se implementa con bastante retraso, seis años después de haber sido aplicada en los Estados Unidos. El Banco Federal (FED) en este país inyectó desde el 2008 más de tres billones de dólares al sistema financiero, con la reactivación económica se han venido retirando estos estímulos.

Diversas críticas provienen también de Alemania. Sectores gubernamentales, del Banco Federal Alemán y algunos expertos económicos ven el plan como insuficiente, como un error o un experimento en medio de la desesperación e incluso como una caja de Pandora que desatará más males y nuevas desgracias para las economías en la UE. Se cree que Draghi con el pretexto de combatir el peligro de la deflación lo que realmente pretende es financiar los presupuesto de los países endeudados del sur de Europa. Critican que con el aumento de euros en el mercado se ha generado una devaluación de la moneda frente al dólar. La política monetaria europea antideflacionaria preocupa, no pocos sostiene que lo que puede generarse en últimas es una inflación peligrosa.

Aproximación final

La crisis que se vive en Europa especialmente en los países del sur: Grecia, España, Portugal e Italia requiere urgentemente de inversiones para fomentar el desarrollo económico. La política monetaria de aumentar la cantidad de dinero existente no responde a un proceso productivo de oferta de nuevos y más productos y servicios. Es solo dinero en circulación que genera riesgos, que los ciudadanos en Europa seguramente terminaran pagando. La banca privada y el sistema financiero responsables principales de esta crisis, serán nuevamente los ganadores.

Se requiere fortalecer la economía interna. Las economías nacionales de los países más afectados por la crisis reclaman recursos financieros destinados a fomentar sectores económicos estratégicos en dichos países, la industria en determinados campos claves de la producción, la pesca, la industria naval, el turismo, la infraestructura, la formación profesional especialmente enfocada a los jóvenes, aumentar los salarios, las pensiones y crear empleo. Se requiere préstamos para el desarrollo económico y no para la especulación financiera. El aumento de la oferta del euro debilita esta moneda frente al dólar y otras monedas en ese sentido se benefician en gran parte las empresas exportadoras en detrimento de la economía doméstica, el mercado interno y de los ahorradores. Enfrentar la crisis requiere de una verdadera reforma, no “reforma” en términos de ajustes, recortes y despidos. Es decir un proceso paulatino de transposición del paradigma de una economía para la exportación por una economía para fomentar el mercado interno. Esa reforma estructural implica también, que al lado de una expansión cuantitativa, es decir aumento de la liquidez a gran escala, se implemente una expansión de la inversión social. Estos son algunos elementos que hacen parte en un sentido común de lo que se podría entender por reformas estructurales, es decir orientadas a superar la dependencia de una economía fuertemente anclada al sector exportador y superar la crisis vía economía interna.

 

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