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Papa Francisco asume fundamento de la Teología de la Liberación para condenar sistema capitalista, durante mensaje en Santa Cruz de la Sierra

Denuncias contra los monopolios, las transnacionales, los medios de (in)comunicación hegemónicos, las grandes potencias que se consumen en su codicia y belicismo, la depredación capitalista, y “esos tratados que se llaman de libre comercio”, hizo el Papa Francisco durante un mensaje contundente inspirado en los fundamentos de la Teología de la Liberación, realizado este 9 de julio en Santa Cruz de la Sierra, al este de Bolivia.
 
Jorge Mario Bergoglio, el pontífice venido de Argentina pidió perdón para la Iglesia Católica por los crímenes cometidos contra los pueblos originarios, al tiempo que abogó por la salida al mar de Bolivia.

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Denuncias contra los monopolios, las transnacionales, los medios de (in)comunicación hegemónicos, las grandes potencias que se consumen en su codicia y belicismo, la depredación capitalista, y “esos tratados que se llaman de libre comercio”, hizo el Papa Francisco durante un mensaje contundente inspirado en los fundamentos de la Teología de la Liberación, realizado este 9 de julio en Santa Cruz de la Sierra, al este de Bolivia.
 
Jorge Mario Bergoglio, el pontífice venido de Argentina pidió perdón para la Iglesia Católica por los crímenes cometidos contra los pueblos originarios, al tiempo que abogó por la salida al mar de Bolivia.

El llamado del jerarca católico apunta a la lucha por generar  una “economía al servicio de los pueblos” tras condenar “el actual sistema” capitalista imperante, el cual juzgó ya “no se aguanta”.

“Digamos no a una economía de exclusión e inequidad”, dijo el papa Bergoglio, durante su discurso que recoge los fundamentos de la Teología de la Liberación originada precxisamente en América Latina, al rechazar en forma contundente la dictadura de los mercados.

“Digámoslo sin miedo: queremos un cambio”, clamó el Papa para asegurar luego que “cuando el capital se convierte en ídolo y dirige las opciones de los seres humanos y la avidez por el dinero tutela todo el sistema socioeconómico”, se condena al hombre y a la naturaleza.

“¿Reconocemos que las cosas no andan bien en un mundo donde hay tantos campesinos sin tierra, tantas familias sin techo, tantos trabajadores sin derechos, tantas personas heridas en su dignidad”, dijo el papa en Santa Cruz de la Sierra, donde se reunió con representantes y delegados de los movimientos populares y de base, entre ellos gente de barriadas pobres, hurgadores y campesinos sin tierra, quienes lo aplaudieron vivamente.

“¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando estallan tantas guerras sin sentido y la violencia fratricida se adueña hasta de nuestros barrios? ¿Reconocemos que las cosas no andan bien cuando el suelo, el agua, el aire y todos los seres de la creación están bajo permanente amenaza? Entonces, digámoslo sin miedo: necesitamos y queremos un cambio”, clamó el pontífice en uno de sus discursos más fuertes pronunciado durante su visita a tres países de América Latina.

“Ustedes son verdaderos poetas sociales”, dijo Francisco dirigiéndose a los movimientos populares, que suelen ser “descartados por los mercados”, recordó.

Francisco también exhortó a decir “no” a una “economía de exclusión e inequidad”, al indicar que la economía “no debería ser un mecanismo de acumulación, sino la adecuada administración de la casa común, eso implica cuidar celosamente la casa y distribuir adecuadamente los bienes entre todos”.

Además, el Papa condenó que, a veces, bajo el noble ropaje de la lucha contra la corrupción, el narcotráfico o el terrorismo, “se impone a los Estados medidas que poco tienen que ver con la resolución de esas problemáticas y muchas veces empeora las cosas”.

Repitió el mensaje que ya pronunció en octubre en el Vaticano cuando se celebró la primera reunión de los movimientos sociales, donde también como hoy asistió el presidente boliviano, Evo Morales, al pedir “las tres T: trabajo, techo, tierra”.

“¡No se achiquen!”, les animó y les dijo invito “a construir una alternativa humana a la globalización excluyente”.

Aunque dijo no tener recetas, Francisco hizo recomendaciones para ese cambio: el primero fue el de “poner la economía al servicio de los pueblos” y oponerse a “una economía de exclusión e inequidad”.

También abogó por “devolverles a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece” y consideró que “la propiedad, muy en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos”.

Afirmó, además, que “ningún poder fáctico o constituido tiene derecho a privar a los países pobres del pleno ejercicio de su soberanía” y lamentó que esto de vida a “nuevas formas de colonialismo que afectan seriamente las posibilidades de paz y de justicia”.

A estos movimientos les pidió unión, citando el sueño de la llamada “Patria Grande”, para que “la región crezca en paz y justicia”.

También advirtió del peligro del “nuevo colonialismo” que llega de la mano de “algunos tratados denominados de libres comercio y la imposición de medidas de austeridad que siempre ajustan el cinturón de los trabajadores y de los pobres”.

Francisco repartió sus críticas en todos los sectores también al hablar de “la concentración monopólica de los medios de comunicación social”.

Y siguió lamentando: “El colonialismo, nuevo y viejo, que reduce a los países pobres a meros proveedores de materia prima y trabajo barato”.

“Digamos no a las viejas y nuevas formas de colonialismo. Digamos sí al encuentro entre pueblos y culturas. Felices los que trabajan por la paz”, aseveró.

Refuerza la lucha contra el neoliberalismo

Una de las primeras reacciones tras escuchar el mensaje del papa Francisco fue la del destacado sociólogo y politólogo argentino Atilio Boron. En su cuenta de Facebook analizó así la intervención de su paisano Bergoglio:

¿Quién podría haber imaginado que un Papa pronunciara un discurso como el que Francisco dijo hace apenas unas horas en el Encuentro de Movimientos Sociales que tuvo lugar en Santa Cruz de la Sierra? Toda la teología de la liberación y gran parte del argumento crítico del marxismo latinoamericano sobrevolaba en ese recinto mientras Francisco hacía uso de la palabra. Denuncias contra los monopolios, contra los medios hegemónicos, contra las grandes potencias, contra la depredación capitalista, contra “esos tratados que se llaman de libre comercio”, el perdón de la Iglesia por los crímenes cometidos contra los pueblos originarios, etcétera, etcétera, etcétera. Nunca pensé que escucharía algo así de boca del Obispo de Roma. Reconozco que cuando Frei Beto me anticipó que algo así ocurriría no le creí, pensé que lo traicionaba su fe. Tampoco le creía a Leonardo Boff. Me equivoqué, y lo admito con inmensa alegría. Porque esa intervención del Papa en Santa Cruz es una gran noticia, dado que fortalece la postura de quienes combatimos no sólo al neoliberalismo sino también el capitalismo. Nos refuerza en la gran batalla de ideas en que estamos empeñados. Francisco dijo que el sistema está desahuciado: “ha llegado el momento de un cambio” ante un “sistema que ya no se aguanta. Queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras. Este sistema ya no se aguanta, no lo aguantan los campesinos, no lo aguantan los trabajadores, no lo aguantan las comunidades, no lo aguantan los pueblos. Y tampoco lo aguanta la Tierra, la hermana madre tierra como decía San Francisco”. Tiene razón: no lo aguanta el 95 por ciento de la población mundial y es hora de cambiarlo. Con su prédica se ha ganado la mortal enemistad de los capitalistas de todo el mundo. Por algo termina cada una de sus intervenciones públicas pidiéndole a su audiencia que recen por él. Seguro que sabe por qué lo está diciendo.

Edición web Polo Democrático Alternativo, Bogotá.

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