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Por qué ganó el No en Bolivia

Por Juan Manuel Karg / Página/12  

El conteo final de votos de parte del Tribunal Supremo Electoral boliviano determinó un estrechísimo triunfo del NO, que se impuso 51 por ciento a 49 por ciento sobre el SI, con apenas 130 mil votos de diferencia. A partir de ello, Evo Morales no podrá postularse en 2019, por lo cual el Movimiento al Socialismo deberá elegir otro representante para disputar la presidencia de cara al período 2020-2025. ¿Por qué?

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Por Juan Manuel Karg / Página/12  

El conteo final de votos de parte del Tribunal Supremo Electoral boliviano determinó un estrechísimo triunfo del NO, que se impuso 51 por ciento a 49 por ciento sobre el SI, con apenas 130 mil votos de diferencia. A partir de ello, Evo Morales no podrá postularse en 2019, por lo cual el Movimiento al Socialismo deberá elegir otro representante para disputar la presidencia de cara al período 2020-2025. ¿Por qué?

a) El factor comunicacional. Evo Morales tiene 58 por ciento de aceptación a su gestión, de acuerdo a Ipsos. ¿Por qué el SI sacó 49 por ciento, más de diez puntos menos? La “guerra sucia” que denunció semanas atrás el gobierno caló de forma significativa en un 10 por ciento del electorado habitual del MAS, que en esta elección optó por la otra opción. Estadísticamente este es un dato inequívoco, que está afincado en sectores medios urbanos: buena parte de las grandes ciudades del país optaron por el NO –con la importante excepción de La Paz, Oruro y Cochabamba, donde triunfó el SI–.

La denuncia de un supuesto “tráfico de influencias” de Morales en relación a su ex novia, no probada en ningún ámbito judicial y sólo expresada por un periodista opositor, fue la “frutilla del postre”: llevó al gobierno a desmentir la (no) noticia en infinidad de ocasiones, en vez de destinar ese valioso tiempo a explicar –pedagógicamente– lo que significaba la pregunta del referéndum y sus implicancias. La derecha impuso su “agenda mediática” y aquel fue su primer triunfo, semanas antes del 21F. Si bien Evo denunció –correctamente– que la derecha no presentaba propuestas alternativas, tampoco las necesitaba: el bloque del NO sólo orientó sus cañones a deslegitimar –de todas las formas que sea posible– la figura de Morales, logrando un triunfo parcial.

b) El apoyo externo. Una veintena de ONG bolivianas recibieron, desde 2003, más de 8 millones de dólares de parte de la NED norteamericana. Su involucramiento en la campaña del NO fue aún más significativo en momentos de complejidades económicas a nivel regional, sirviendo de palanca para una mayor difusión de las intrigas creadas contra Morales, que fueron la base del triunfo opositor.

El gobierno boliviano, además, denunció la injerencia del Encargado de Negocios de EE.UU. en el país, Peter Brennan, a través de una conferencia de prensa del Ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana. ¿Puede este elemento desconectarse del factor comunicacional? De ninguna manera, ya que actuaron de conjunto, modificando parcialmente la correlación de fuerzas en el país.

c) El factor regional. La de Bolivia fue la tercera elección consecutiva donde las fuerzas conservadoras de la región se impusieron en las urnas, tras las presidenciales de Argentina –con una polarización muy similar e idéntico resultado– y las parlamentarias en Venezuela.

La derecha boliviana se encolumnó detrás de una sola opción, cuando antes había dispersado el voto favoreciendo objetivamente a Morales. En esta ocasión unificó, detrás del NO, a personajes tan disímiles como Ruben Costas, Samuel Doria Medina y Tuto Quiroga, que en campañas presidenciales suelen presentar propuestas propias.

El resultado del plebiscito presenta desafíos tanto para el gobierno como para la oposición. Dentro de los partidarios de Morales fueron los movimientos sociales los que impulsaron este referéndum. Por eso deberán ser también ellos quienes, junto al MAS, definan quién será el candidato en 2019.

Sin embargo, primero hay que pensar en la gestión de gobierno, y sobre todo en lo sucedido en aquellas ciudades que pusieron un freno en su adhesión a Morales. ¿Cómo volver a obtener el apoyo de sectores mediosurbanos que, si bien habitualmente sufragaron por el MAS, esta vez optaron por el NO? Esa es la pregunta que debe orientar las reflexiones en el oficialismo, que además deberá buscar –con tiempo– una fórmula competitiva, que exprese la diversidad que en la actualidad contiene el tándem Morales-Linera.

Del otro lado el tema tampoco es sencillo. Un ejemplo: el PSUV venezolano perdió en 2007 su intento de reforma constitucional, lo que no impidió sus triunfos posteriores en 2012 y 2013. La derecha boliviana sabe que, si no unifica una nítida opción, el MAS probablemente llegue con buenas chances al 2019, visto y considerando que es –por lejos– el partido más importante de la política del país, y que tiene posibles relevos con buena aceptación popular.

“Hay tantos líderes” dijo Morales días atrás, consultado sobre un posible triunfo del NO. Allí, por primera vez, mencionó a David Choquehuanca –su canciller– como una expresión de los propios movimientos sociales. ¿Será su sucesor? Sólo el tiempo lo dirá. Mientras tanto, el MAS deberá enfocarse a la gestión para volver a una correlación de fuerzas más favorable, con miras a evitar un posible retorno de la derecha al Palacio Quemado a partir de 2020.

Página/12, Buenos Aires.

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