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“El Banco del Sur es una nueva banca para un nuevo desarrollo”

Por Juan Manuel Karg  

El economista ecuatoriano Pedro Páez Pérez, actual superintendente de Control del Poder de Mercado, explica los alcances de esta iniciativa regional en el marco de un nuevo modelo de crecimiento fuera del dólar.

La entidad financiera latinoamericana está llamada a convertirse en la punta de lanza para nuevas estrategias de desarrollo en las que la usura no sea la base de los créditos y tampoco la moneda estadounidense su divisa central.

Páez Pérez fue uno de los principales ideólogos del Banco del Sur, instancia que

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Por Juan Manuel Karg  

El economista ecuatoriano Pedro Páez Pérez, actual superintendente de Control del Poder de Mercado, explica los alcances de esta iniciativa regional en el marco de un nuevo modelo de crecimiento fuera del dólar.

La entidad financiera latinoamericana está llamada a convertirse en la punta de lanza para nuevas estrategias de desarrollo en las que la usura no sea la base de los créditos y tampoco la moneda estadounidense su divisa central.

Páez Pérez fue uno de los principales ideólogos del Banco del Sur, instancia que

ahora comienza nuevamente a tomar fuerza luego del inicio de aporte de capitales por parte de los países de Unasur, y del inminente nombramiento de su dirección. En esta charla, Páez Pérez enumera las posibilidades que aporta una banca de desarrollo propia del continente, y la relación de esta institución con el nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS.

Como uno de sus ideólogos, ¿cuál cree que es el papel del Banco del Sur en la construcción de una nueva arquitectura financiera internacional?

Es muy pertinente recuperar esta propuesta teórica, política e ideológica que nació a nivel de los presidentes. Frente a la cacofonía aburridísima que viene del norte, del Fondo Monetario y de toda la ideología neoliberal, la propuesta del Banco del Sur tiene una serie de ideas transformadoras, tanto en el campo doctrinario como en el campo operativo. Ahí hay una serie de vectores, sobre la base de necesidades concretas, a partir de la crisis internacional, de plantear una nueva arquitectura financiera global. Cuando se habla de otra arquitectura, se menciona otro tipo de relación entre las finanzas y la producción, con primacía en el bien común, no en la lógica de los criterios ‘técnicos’. Esas corrientes ‘técnicas’ intentan llevar toda el agua al molino del sistema financiero monopólico especulativo. El Banco del Sur entra, desde el punto de vista doctrinario pero también operativo, en una nueva banca para un nuevo desarrollo.

¿Cuáles son los aportes más significativos que podría brindar, en términos concretos?

El Banco del Sur está diseñado, de manera orgánica, para iniciar un proceso de reconstrucción de capacidades, tanto a nivel nacional como regional. Y en ese sentido es muy importante un concepto elaborado por los presidentes que discuten esto, primero en el marco de la Comunidad de Naciones Sudamericanas y luego en Unasur: el concepto de soberanía suprarregional, supranacional. Es decir: soberanía continental. Pero primero lo primero: la producción, el desarrollo, una red de ferrocarriles en todo el continente, una red estratégica en el tema energético con las consideraciones ecológicas que correspondan, alimentación y salud.

¿Puede el Banco del Sur aportar para dejar la lógica del dólar como moneda hegemónica?

A pesar de que hay algunos amigos del BNDES en Brasil que ven con ojos celosísimos la posibilidad del Banco del Sur, una de las experiencias que hay que tomar de allí es la capacidad operativa de poder dar créditos de desarrollo en monedas nacionales, rompiendo con lo que dice la teoría ortodoxa respecto a eso, y rompiendo con la idea de banca de desarrollo multilateral que básicamente hace todo tipo de préstamos en dólares, a tasas altísimas, reforzando las capacidades de debilitamiento de la soberanía nacional en el plano macroeconómico, monetario y financiero. El Banco del Sur está diseñado, y es un punto que está ahora en discusión, para no dar préstamos solamente en dólares sino también, y es la parte fundamental, potenciando el uso de las monedas regionales, e incluso previendo una posible futura moneda común, lo que se ha conocido como SUCRE. Es necesario rediscutir el concepto mismo de banca de desarrollo: la propuesta de Ecuador era abrir las puertas para que los países involucrados en el proceso de integración utilicen como herramienta la moneda de los otros países, como préstamos de desarrollo: que Ecuador tome préstamos en reales brasileños para importar productos de Brasil, tome préstamos en pesos argentinos para contratar empresas argentinas, con la condición de que los países de Unasur abran las condiciones para el repago. Esto obligaría a una intensificación de la relación comercial, pero no en los términos tradicionales neoliberales, sino en un proceso de integración productiva, de integración social.

¿El Banco del Sur es complementario con un Banco de Desarrollo de los BRICS?

Sí. La clave fundamental está en una transformación global: en un funcionamiento de las finanzas y la moneda ligado a la construcción de sistemas soberanos de crédito, y a la disputa del sentido de la moneda. La moneda ya no como un instrumento de opresión, de especulación, como es ahora sobre la base del monopolio mundial del dólar. Se precisa convertir a la moneda en elemento de interrelación e integración entre los pueblos. En esa perspectiva son absolutamente coherentes el Banco del Sur y el Banco de los BRICS. La posibilidad de un mercado continental que se autoalimente y genere posibilidades de integración sobre la base de la paz y la prosperidad de la gente es tremendamente contradictoria con la agenda de rentabilización rápida sobre la base del caos y de la guerra. Estamos hablando de procesos civilizatorios: la lucidez que expresan los presidentes latinoamericanos en este proceso de contrucción de Unasur es el signo de los tiempos, es parte de una vocación popular. En Argentina se está expresando eso también. Es necesario concretar este nuevo orden mundial multipolar en el plano geopolítico, en el plano diplomático, y en el plano de la defensa de la paz, sobre el horizonte de la Patria Grande: América Latina tiene que dar ese salto ahora. 

El Tiempo Argentino, Buenos Aires.

 

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