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Qué modelo económico promover en Colombia

Por Jorge Enrique Robledo  

En el mundo existen dos tipos de capitalismos: el desarrollado y el subdesarrollado, es decir, el de los países que disfrutan de los mayores niveles de progreso industrial y agropecuario y bienestar de su población; y el de países como Colombia, que sobreviven presos de un enorme

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Por Jorge Enrique Robledo  

En el mundo existen dos tipos de capitalismos: el desarrollado y el subdesarrollado, es decir, el de los países que disfrutan de los mayores niveles de progreso industrial y agropecuario y bienestar de su población; y el de países como Colombia, que sobreviven presos de un enorme

atraso productivo y padecen por enormes y vergonzosas carencias sociales de toda índole, todo lo cual configura sociedades plagadas de rasgos pre modernos, incluido el del Estado en manos de roscas que se perpetúan mediante el clientelismo y otras formas de corrupción política.
 

Con la orientación principal de Estados Unidos, son responsables de las desgracias de tantos pueblos los organismos financieros internacionales (Banco Mundial, FMI, BID, etc.), que por más de medio siglo han definido cada detalle de las economías de países como Colombia. Y también cargan con su culpa los tecnócratas que ponen en lenguas nativas las fórmulas que les dictan en inglés, al tiempo que posan de sabios y se sirven de las corruptelas políticas para apropiarse de la respetabilidad democrática de la que ellos, sus patrones y su modelo económico carecen.
 

Si bien estas características de mal gobierno son viejas en el país, se agigantaron con el libre comercio neoliberal de César Gaviria y de los siguientes gobiernos, con su capitalismo salvaje en pro de los monopolios, y principalmente de los extranjeros, porque su objetivo no es que estos les sumen a los aportes de los campesinos, los artesanos y los empresarios no monopolistas sino liquidarlos, como bien lo muestran los dramáticos casos de la industria y el agro. Y este país inicuo, que beneficia a muy pocos porque agrava el atraso productivo y genera desempleados y pobres a porrillo, lo están montando con unos gobiernos cuyos votos, en proporciones enormes, no se originan en la opinión libre de los colombianos, por lo que pueden gobernar de la peor manera y ganar las elecciones.
 

A favor de este capitalismo en pro de trasnacionales, intermediarios, altos burócratas y amigotes les vienen eliminando toda protección a la industria y al agro frente a las importaciones, y reemplazan el trabajo nacional por el foráneo. Pretenden el disparate de que Colombia viva solo de la gran minería, y trasnacional, porque a la restante la persiguen con saña. Convirtieron los monopolios oficiales de los servicios públicos en monopolios privados, que se apropian de rentas exorbitantes mediante el abuso con las tarifas y el mal servicio. Promueven que se concentre la ingeniería en pocas manos y en especial de los extranjeros. Se les otorga a los hipermercados el derecho absoluto de arruinar a los comerciantes menores –incluidos los de las poblaciones pequeñas–, de someter a tratos inicuos a sus proveedores agrícolas e industriales y hasta de hacerles competencia desleal a los vendedores de seguros y los distribuidores minoristas de gasolina. Y plantean la teoría insostenible de que finca que no posea decenas de miles de hectáreas le estorba al progreso del país, salvo que se someta al tutelaje leonino de un “operador” que además controla la plata del Estado.
 

Todo esto en medio de los incontables abusos del sector financiero, que recibe la plata de todos los colombianos pero cuyos créditos se concentran en manos del mismo grupito de superpoderosos. No es casual, entonces, que Colombia posea el merecido estigma de ser uno de los países con mayor desigualdad social en el mundo.
 

El progreso del país necesita de un gran debate sobre el tipo de capitalismo que debe promover el Estado en Colombia: si el que están imponiendo, calculado para que solo prospere la actividad monopolística, que más temprano que tarde será toda de los extranjeros, y en el que se empeora el atraso productivo nacional, el desempleo y la pobreza; o si otro en el que, a la par con empresas mayores, incluidas foráneas, también se desarrollen las demás actividades económicas de todo tipo y tamaños menores, urbanas y rurales, dentro del objetivo estratégico de superar el atraso científico y tecnológico y generar empleos en abundancia y decentes.
 

El Polo defiende la segunda opción, para por fin poner a Colombia en el camino del verdadero progreso, y para lograrlo propone constituir una convergencia política nacional que dirija al país, en representación de los intereses y anhelos de los colombianos más humildes, las capas medias y el empresariado nacional.

Bogotá, 1 de marzo de 2014.

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