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Se agrava el desbalance externo

Por Eduardo Sarmiento Palacio  

Las condiciones de la economía son muy inferiores a las existentes en noviembre cuando se derrumbó el precio del petróleo. La cuantiosa devaluación no ha contribuido a reducir déficit en cuenta corriente, la mayor caída de las exportaciones se presenta en los países con TLC, la inversión extranjera se redujo a la mitad y las condiciones del mercado petrolero no ofrecen ninguna mejoría en el futuro.

No es necesario profundizar para advertir que estamos ante el fracaso del modelo de libre comercio del TLC, inversión extranjera y tipo de cambio flexible concebido para abaratar las importaciones.

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Por Eduardo Sarmiento Palacio  

Las condiciones de la economía son muy inferiores a las existentes en noviembre cuando se derrumbó el precio del petróleo. La cuantiosa devaluación no ha contribuido a reducir déficit en cuenta corriente, la mayor caída de las exportaciones se presenta en los países con TLC, la inversión extranjera se redujo a la mitad y las condiciones del mercado petrolero no ofrecen ninguna mejoría en el futuro.

No es necesario profundizar para advertir que estamos ante el fracaso del modelo de libre comercio del TLC, inversión extranjera y tipo de cambio flexible concebido para abaratar las importaciones.

Como se muestra en el libro El modelo propio, el expediente induce en los países en desarrollo a un perfil productivo de reducida capacidad de inserción en los mercados internacionales. El desconocimiento de esta realidad alimentó la creencia de que el déficit en cuenta corriente es un fenómeno pasajero que se corrige con la modalidad de cambio flexible sin afectar la producción y el empleo.
 
En su momento señalé serias dudas sobre la eficacia del tipo de cambio para ajustar la balanza de pagos. El 60% de las exportaciones está representado por commodities cuyos precios están fijados en dólares. El componente importado de las exportaciones aumentó en forma notable en los últimos diez años. Así las cosas, las devaluaciones no logran reorientar la producción hacia las exportaciones y la sustitución de importaciones. Las exportaciones se desploman en porcentajes similares a la devaluación. La reducción de las compras externas coincide con una disminución mayor de la producción industrial. No se trata de una reducción de las importaciones que aumente la producción, sino una reducción de la producción que contrae las importaciones.
 
Estamos ante el típico ajuste por la vía de la producción y el empleo que tiene clara manifestación en el mercado laboral. La tendencia declinante del desempleo que se observó durante tres años se revirtió en los últimos cuatro meses.
 
En oportunidades anteriores he señalado que la solución de fondo se lograría dentro de una política industrial que reduzca la enorme diferencia de productividad con el resto del mundo, pero su formalización y adopción tomarían años. Lo que sí se puede hacer de inmediato es introducir modificaciones de fondo en el sistema cambiario y comercial para evitar que el ajuste de la balanza de pagos, es decir, el aumento de las exportaciones y la reducción de las importaciones recaigan en la producción y el empleo. Un primer paso consistiría en una intervención abierta en el mercado cambiario para regular el precio de la divisa y darles un tratamiento distinto a las exportaciones industriales y agrícolas, al igual que a las importaciones.
 
Lamentablemente el país no ha mostrado madurez para enfrentar la crisis. A estas alturas no hay una explicación oficial sobre las causas del desbalance externo ni discusión rigurosa sobre las alternativas de manejo. Las soluciones que se le den al estado actual de la economía tendrán una enorme repercusión en la próxima década y dependen de instituciones y personalidades que han demostrado una total inflexibilidad para introducirle modificaciones al modelo económico. Sin ir muy lejos, el Banco de la República llevó a la crisis con la obsesión de la inflación propiciando la revaluación, y ahora se apresta a corregirla con la misma obsesión induciendo el ajuste de la balanza de pagos por la vía de la producción y el empleo. Todo esto es un llamado para que los diversos estamentos de la sociedad se apersonen del estado de la economía y contribuyan al debate sobre las decisiones que afectarán su curso futuro.

El Espectador, Bogotá.

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