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Nacional

Violencia de 4G

Por Octavio Quintero  

Bueno, la violencia en Colombia también reclama su título de 4G (Cuarta Generación), como las grandes obras de infraestructura que están en manos del vicepresidente Vargas Lleras.
 
Violencia de 4G es lo que se registra en el departamento del Meta en poder de las Farc, en connivencia con los nuevos grupos armados, genéricamente denominados por las autoridades Bacrim.

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Por Octavio Quintero  

Bueno, la violencia en Colombia también reclama su título de 4G (Cuarta Generación), como las grandes obras de infraestructura que están en manos del vicepresidente Vargas Lleras.
 
Violencia de 4G es lo que se registra en el departamento del Meta en poder de las Farc, en connivencia con los nuevos grupos armados, genéricamente denominados por las autoridades Bacrim.

“¡Hagámonos pasito!” es el título de un documento suscrito por el grupo de estudio “Los Villanos”, en el que se concluye que tradicionalmente la violencia en Colombia se ha ubicado en tres escenarios:

1. Bajo control del Estado, cuando se da en lugares en donde el gobierno ejerce control total sobre el territorio y la población.
2. Bajo control de un grupo armado ilegal. Todo lo contrario del primer escenario, como lo que se dio en el Caguán, departamento del Caquetá, en el gobierno de Pastrana.
3. En disputa, es decir, tierra de nadie, donde los niveles de violencia, desplazamiento y asesinatos son altos y donde ninguno de los actores en conflicto controla el territorio.

El escenario de 4G que encuentra el estudio, circunscrito al caso del departamento del Meta, es el de “territorios compartidos”. En estos, los niveles de violencia ya han disminuido y los enfrentamientos entre los grupos que están allí son esporádicos o inexistentes. La tasa de homicidios ha descendido y los desplazamientos forzados no existen o son mínimos.
 
El territorio compartido se da bajo el principio de división territorial dentro de una misma región: es una especie de convivencia pacífica, aunque mejor sería definir como “connivencia”. Es el fenómeno observado en la relación de las FARC con los nuevos grupos armados, que la Policía Nacional denomina genéricamente bandas criminales (BACRIM).
 
¡Válgame Dios! ¿Será ésta la paz que deviene del “Armisticio de La Habana”, o como quiera que se le llame finalmente?… Porque, eso es lo que se desprende cuando se dice que se crearán zonas especiales en donde los exguerrilleros, para entonces, podrán desarrollar sus actividades proselitistas, casi que exclusivamente, es decir, sin que se les meta ningún otro partido o movimiento político a disputarles “el favor de las urnas”, como dice el docto vulgo.
 
Si la tendencia es hacia la violencia de 4G, territorios compartidos entre los grupos armados, entonces, también se explica la escalada de actos terroristas que se presencia en el país en la actualidad, que  ya escaló, inclusive, al corazón financiero de la capital colombiana.
 
Una síntesis muy simple de este estudio del colectivo “Los Villanos”, y con todo respeto por el contenido académico del documento, que es muy alto, valga la verdad, es que, acercándose el fin de las negociaciones en La Habana, los distintos actores que ejercen la violencia, incluyendo a las mismas Fuerzas Armadas, han decidido hacerse “durito” para después hacerse “pasito”. En otros términos, cada quien está marcando territorio, como los animales en sus dehesas naturales.
 
En cualquiera de estos sitios en donde el ciudadano común y corriente quede, llevará del bulto… Vivirá en medio de una violencia de 4G, es decir, bajo el yugo de una paz impuesta a conveniencia de los grupos dominantes, que es lo que se tiene actualmente de parte del Estado, y que es, ya queda claro, lo que le disputan los grupos armados: ¡el valor económico del poder político!

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