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Nacional

70 años de la ONU

Por Rodrigo Borja  

El presidente norteamericano Franklin Roosevelt y el primer ministro inglés Winston Churchill se reunieron en algún lugar del Atlántico el 14 de agosto de 1941, en plena guerra mundial, para firmar la “Carta del Atlántico”, destinada a sustentar el orden internacional del futuro.

En octubre del 43 se juntaron en Moscú los cancilleres de EE.UU., URSS, Inglaterra y China y reconocieron la necesidad de establecer, lo antes posible, “una organización internacional general, basada sobre el principio de la igualdad soberana de todos los Estados amantes de la paz, abierta a todos ellos, grandes o pequeños, para el mantenimiento de la paz y seguridad”.

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Por Rodrigo Borja  

El presidente norteamericano Franklin Roosevelt y el primer ministro inglés Winston Churchill se reunieron en algún lugar del Atlántico el 14 de agosto de 1941, en plena guerra mundial, para firmar la “Carta del Atlántico”, destinada a sustentar el orden internacional del futuro.

En octubre del 43 se juntaron en Moscú los cancilleres de EE.UU., URSS, Inglaterra y China y reconocieron la necesidad de establecer, lo antes posible, “una organización internacional general, basada sobre el principio de la igualdad soberana de todos los Estados amantes de la paz, abierta a todos ellos, grandes o pequeños, para el mantenimiento de la paz y seguridad”.

El palacio de Lumbarton Oaks en Washington fue el escenario donde en 1944 los “tres grandes” sentaron las bases de la futura organización internacional.

En Yalta se reunieron a comienzos de 1945 Roosevelt, Stalin y Churchill y convocaron para el 25 de abril de ese año la reunión en San Francisco de California -a la que asistieron las potencias invitadoras y 46 países invitados- y crearon la Organización de las Naciones Unidas (ONU), de dimensiones mundiales, para formular y aplicar las normas del Derecho Internacional y a la que pudieron ingresar todos los Estados “capacitados para cumplir dichas obligaciones y que se hallen dispuestos a hacerlo”.

La Asamblea General, integrada por un delegado de cada uno de los Estados miembros, es su órgano parlamentario, mientras que el Consejo de Seguridad compuesto por 5 miembros permanentes -EE.UU., Rusia, China, Inglaterra y Francia- y 10 elegidos por la Asamblea General para períodos de dos años es el órgano ejecutivo, cuyas decisiones cumple la Secretaría General.

El Consejo actúa cuando la paz del mundo se ve amenazada o vulnerada y, con el voto de al menos 9 de sus miembros -incluidos sus 5 permanentes, que tienen derecho de veto-, puede disponer operaciones militares para conjurar la situación, como lo ha hecho con sus “cascos azules” en Iraq, Somalia, Bosnia, Ruanda, Haití y otros países.

La antidemocrática institución del veto paralizó al Consejo durante los 44 años de la guerra fría. Fue clásica la figura del embajador Jakov Malik, lápiz en alto, oponiéndose a las iniciativas que se generaban en el Consejo. En ese período la URSS ejerció el veto en 116 ocasiones, EE.UU. en 39, Inglaterra 22, Francia 15 y China 4.

Los países del tercer mundo, como es lógico, pugnan por su eliminación, pero la verdad es que sin el veto sería imposible la subsistencia de las Naciones Unidas.

Recuerdo que en 1992 asistí a la Primera Cumbre de jefes de Estado del Consejo de Seguridad -del que Ecuador, por gestión de nuestro gobierno, era uno de sus miembros- en conmemoración de los 50 años de fundación de la ONU. Hubo 15 discursos muy interesantes de Francòis Miterrand, Boris Yeltsin, George Bush, Li Peng, John Major y otros gobernantes de aquel tiempo.

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