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Por Octavio Quintero  

Equilibrio de poder en la democracia colombiana, es algo parecido al que se da entre dos lobos y una oveja votando a ver qué va a ser la cena de esta noche

Y se aprobó el equilibrio de poderes en el Congreso. Y la historia también quedó partida en dos, según dijo el ministro del Interior Juan Fernando Cristo. Y advirtió, de paso, que la prohibición de la reelección presidencial no iba en contra de ningún colombiano en particular.

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Por Octavio Quintero  

Equilibrio de poder en la democracia colombiana, es algo parecido al que se da entre dos lobos y una oveja votando a ver qué va a ser la cena de esta noche

Y se aprobó el equilibrio de poderes en el Congreso. Y la historia también quedó partida en dos, según dijo el ministro del Interior Juan Fernando Cristo. Y advirtió, de paso, que la prohibición de la reelección presidencial no iba en contra de ningún colombiano en particular.

No, ¿pero para qué? Si los dos más nefastos presidentes de Colombia en los últimos 16 años (sumados los tres que le faltan a Santos) ya pasaron a la historia antigua.
 
Tanto que los medios critican a la Bolivia de Evo; a la Venezuela de Chávez; a la Nicaragua de Ortega y al Ecuador de Correa y en Colombia llevamos desde 1991( 24 años) con un régimen de oprobio social, y a esos mismos medios que ven como vigas la paja en el ojo ajeno, les parece lo más normal.
 
¿Cuál equilibrio de poderes? No se ve por ningún lado que el elector primario, el primer poder democrático dentro de todos los demás poderes establecidos, haya sido empoderado como, por ejemplo, que pueda revocar los mandatos en la forma expedita como se hacen elegir con engaños los gobernantes y congresistas.
 
Digamos que sí hay un equilibrio de poderes entre los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial… Pero es que estos tres poderes han quedado convertidos en uno solo, el Ejecutivo que, merced al manejo económico del Estado, los mueve con el meñique untado de mermelada.
 
Por fuera de estos tres poderes, está el cuarto poder, el de los medios de comunicación que también bailan al son del mejor postor que, por lo general, siempre es el gobierno de turno: ayer Uribe – hoy Santos, ¿y mañana? Ya veremos…
 
Y por fuera de los tres poderes establecidos, con el valor agregado de los medios de comunicación, está el elector primario, reducido a una especie de esclavitud electoral que mediante artimañas, coacciones, chantajes y corrupción, constriñe su voto a favor de los mismos con las mismas, exentos de responsabilidades políticas que les permiten prometer y prometer sin tener que cumplir con nada de lo prometido.
 
Este es el sumun del equilibrio de poderes que ha partido en dos la historia de Colombia, después de la Constitución del ’91, ha dicho el ministro del Interior.
 
“Y un espíritu burlón (que al frente del televisor había), se reía, se reía”.

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