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“El futuro de la humanidad será ecológico o no será”: Álvaro García Linera, vicepresidente de Bolivia

Por Fernando Arellano Ortiz
Quito  

El vicepresidente boliviano alertó a los sectores progresistas y de izquierda de América Latina sobre la embestida de la derecha en ámbitos como la academia, los sindicatos y las organizaciones sociales. Lo hizo durante su charla magistral en el marco del Segundo Encuentro Latinoamericano Progresista 2015 (ELAP), Democracias en Revolución por la Soberanía y Justicia Social que finalizó este 30 de septiembre en Quito, Ecuador, organizado por el movimiento Alianza País del presidente Rafael Correa.

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Por Fernando Arellano Ortiz
Quito  

El vicepresidente boliviano alertó a los sectores progresistas y de izquierda de América Latina sobre la embestida de la derecha en ámbitos como la academia, los sindicatos y las organizaciones sociales. Lo hizo durante su charla magistral en el marco del Segundo Encuentro Latinoamericano Progresista 2015 (ELAP), Democracias en Revolución por la Soberanía y Justicia Social que finalizó este 30 de septiembre en Quito, Ecuador, organizado por el movimiento Alianza País del presidente Rafael Correa.

Por más de una hora, Álvaro García Linera, hizo una exhaustiva radiografía de la situación actual de las izquierdas -con los gobiernos progresistas a cuestas- y, sobre todo, acerca de los retos que debe enfrentar ante “la nueva etapa del neoliberalismo”.
 
Dejó en claro que, para él, el “socialismo es la radicalización de la democracia” en distintos espacios como el Gobierno central y la Asamblea. Además, estableció que “la democracia no solamente es un método, es también el espacio del propio proceso revolucionario”.
 
El Vicepresidente boliviano rescató en varias ocasiones en rol del Estado, al que catalogó como “el espacio de lo común de la sociedad”.
 
A los movimientos de izquierda les hizo un llamado a no contentarse con la consecución del poder a través de la vía electoral, sino a democratizar ese poder alcanzado. “No puede haber una izquierda revolucionaria que no opte por el poder (…) Pero debe democratizar ese poder”, manifestó el pensador boliviano.
 
Señaló que es imposible alcanzar un proceso revolucionario sin una transformación cultural y en eso punto advirtió que las fuerzas de derecha están intentando apuntalar sus intereses en sindicatos y en la academia. Ante este escenario, llamó a “no descuidar las ideas después de las victorias” electorales.
 
Hizo hincapié en fortalecer las bases de los movimientos progresistas al punto de aconsejar que “no debe haber escenario en donde no esté el revolucionario”.
 
El dirigente político también pidió un ‘sacudón’ al interior de los movimientos sociales para retomar las movilizaciones. “Hay que tener fuerza en las calles. Nacimos en las calles, de ahí venimos”. En este espacio criticó a la “izquierda de cafetín” y “perfumada” a la que “le incomoda el estruendo de la batalla”.
 
Sobre la capacidad de los estados para aprovechar sus recursos naturales, García Linera planteó la necesidad de continuar con el extractivismo, pero de manera temporal, hasta que se pueda avanzar hasta una economía del conocimiento. Arremetió contra ONG ambientalistas -de las que afirmó que reciben “buena cantidad de dinero” para criticar a gobiernos progresistas-. “Las ONG se dedican a ver desde la ventana lo que pasa en el mundo, desde donde estén”, dijo.
 
Sin embargo, el Vicepresidente reconoció que “el futuro socialista va a ser ecológico, o no va a ser futuro”, por lo que hizo un llamado a ser eficaz para luchar contra la pobreza para poder abandonar el extractivismo.
 
Hizo énfasis en que los países “tradicionalmente democráticos del mundo”, como los del norte, no son ningún modelo a imitar. “En esos espacios ni la mitad de su población elige a los gobernantes, y de esa mitad ni el 2% participa en la toma de decisiones; y de ellos ni el 1% ejecuta las decisiones”. 

Reiteró que América Latina espera una democracia plebeya, de la calle, de la acción colectiva de su pueblo. “Estamos hablando de la democracia concebida como un permanente crecimiento de la participación de la gente en la vida pública, en los asuntos comunes, familiares, educativos, médicos, económicos. La democracia no solo es un método sino el escenario del propio proceso revolucionario”.

Insistió en que la democracia, tal como se la debe entender en América Latina no es algo momentáneo. “En los últimos 15 años se ha mostrado a partir de lo que ha sucedido en Venezuela, Ecuador, Bolivia, que la democracia no es una etapa temporal, sino un puente que nos conduce necesariamente hacia una nueva sociedad. Pero no es una concepción de la democracia como modo de selección de gobernantes, ni como principio ético, sino que  la debe llevar al Ejecutivo, al parlamento, a la propia vida cotidiana. Lo que hemos aprendido es que cualquier método de lucha solo ha de ser revolucionario si tiene la participación de la gente por la vía armada o pacífica. Sin eso cualquier acción parlamentaria o armada es reformista u oportunista”.

“Cuando uno se aleja del poder para no mancharse y se recluye en la comuna, al margen del poder, lo que está haciendo es dejar que el poder independientemente de lo que diga o haga siga existiendo; y al existir bajo la vieja manera del monopolio centralizado por unas oligarquías que rotan en la gestión de la administración pública, permitimos que esos pocos sigan administrando en contra de las mayorías; permitimos con nuestro silencio (…) que el poder del Estado se mantenga en manos de pequeñas oligarquías, que pocos privaticen los recursos de muchos. Se deja que el Estado y su monopolio siga desorganizado”.

Recordó que hasta antes de 2008 el mundo en general se veía perfecto con discursos privatizadores que aseguraban que traerían los recursos económicos para garantizar la riqueza y el bienestar del pueblo y que eso era el fin de la historia.

“Todos eran neoliberales, se decía que la privatización de los recursos iba a traer bienestar y riqueza para el pueblo, el mundo era globalizado con la presencia de la inversión extranjera como la salvadora del mundo, esto ordenaba la vida de las personas, su parámetro lógico y su tolerancia a los gobernantes”.

Tras algunas reflexiones el mundo en general descubrió que ese modelo no era la solución, y que había algo más. “Hubo un momento en que eso ya no era tolerable, ni creíble, ni verificable. Algo no encajaba en este horizonte del fin de la historia al que todos debíamos sumirnos tarde o temprano para alcanzar la felicidad. Ese fin ya no era tal, y el paraíso había sido sustituido por un infierno cotidiano para conseguir el trabajo y la comida diaria”.

Para llegar a ese punto, acotó García Linera, hubo una siembra espiritual, mental y cultural en las sociedades latinoamericanas. En unos casos promovida por una acción militar, en otros por acción colectiva, otras por movilización.

“Sobre ese escenario abierto por un quiebre cultural emerge cada uno de los procesos progresistas de América Latina. Ninguno de los actuales líderes de Argentina, Bolivia o Ecuador son personas que caen como rayos en cielos despejados. (..) No se pudo dar la toma del poder sin la transformación de los parámetros culturales, sin una verdadera guerra de posiciones”.

Alabó que los intelectuales sean parte del Estado porque se requieren ideas fuertes con capacidad de generar movilización y acción colectiva dentro del gobierno, sin embargo recalcó que esos puestos abandonados en sindicatos, organizaciones sociales, entre otros, no deben descuidarse porque ahí está la oposición atenta para ocuparlos y ganar esa batalla de ideas.

“Ahí es donde se está atrincherando la derecha. Necesitamos volver a esos espacios porque tan importante como un eficiente ministro de gestión pública o de obras, es un dirigente en la asamblea conduciendo el sindicato. (…) No concentremos toda la fuerza intelectual y activa en la gestión de gobierno”.

Para concluir su ponencia en Quito pidió permiso para criticar a la que denominó como “izquierda de cafetín”, “izquierda deslactosada, “perfumada”, que observa el fragor de los procesos desde el balcón o la televisión. Para García, esa izquierda “bien remunerada” se horroriza del lenguaje guerrero y del olor de la plebe en las calles, más bien critica a los gobiernos progresistas que no han construido en una semana el comunismo y que “aprovechando el descanso de su fitness matinal nos critican que no hayamos acabado de una buena vez con el mercado mundial”. 

Dice que esta izquierda participa en seminarios donde rinden cuentas de sus financiamientos externos, que  garantizan su buena vida, y desde allí “denuncian a los gobiernos progresistas por no haber instaurado instantáneamente y por decreto el Buen Vivir”.

García Linera bosquejó el accionar de la derecha en los próximos años. Para él, “lo que pase en América Latina va a depender de las decisiones en el ámbito económico. Ahí es donde apunta sus cañones el imperio”. Por lo que exigió a los gobiernos de la región a ser revolucionarios “en la capacidad de gestión económica de nuestros países” para redistribuir las riquezas.

La disertación completa del vicepresidente boliviano en el siguiente video:

Quito, Ecuador.

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