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Nacional

En elecciones territoriales: llover sobre mojado

Por José Arlex Arias Arias  

Literalmente es así: “llover sobre mojado”; esta frase resume los comentarios que muchos analistas políticos reiteran después de cada proceso electoral en Colombia. Y es que la fiebre no se puede buscar en las sábanas; la enfermedad cancerosa que por años carcome esta democracia de papel pasa por la tolerancia a un sistema electoral absolutamente manipulable, que es la mayor tentación para que aquellos que lo implementan tuerzan sus instintos hacia la más horripilante de las corrupciones. Y en los comicios del pasado 25 de octubre, todo se diseñó para tolerar cualquier tipo de vejamen contra esta maltrecha democracia.

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Por José Arlex Arias Arias  

Literalmente es así: “llover sobre mojado”; esta frase resume los comentarios que muchos analistas políticos reiteran después de cada proceso electoral en Colombia. Y es que la fiebre no se puede buscar en las sábanas; la enfermedad cancerosa que por años carcome esta democracia de papel pasa por la tolerancia a un sistema electoral absolutamente manipulable, que es la mayor tentación para que aquellos que lo implementan tuerzan sus instintos hacia la más horripilante de las corrupciones. Y en los comicios del pasado 25 de octubre, todo se diseñó para tolerar cualquier tipo de vejamen contra esta maltrecha democracia.

Como por arte de magia, desaparecieron las máquinas de huellas biométricas –las cuales facilitan una plena identificación–, lo que agregado a la eliminación de la tinta indeleble, creó la condición propicia para que una persona fuera suplantada o para que otra votara varias veces, en complicidad con algún jurado; también se eliminaron los computadores para identificar la mesa del votante, generando un caos impresionante. Pero lo más grave, el preconteo fue un verdadero atentado contra los candidatos: los jurados, al abrir las urnas, encontraban los formularios revueltos, y al separarlos, había casos de varios tarjetones para una corporación en un mismo amasijo, lo cual era imposible teniendo en cuenta que el voto es individual; el conteo fue chistoso: votos regados por el suelo y un jurado –como en un bingo– le cantaba al otro el voto, de tal manera que, dependiendo de su intención, tenía la opción de decir el de su candidato predilecto. Hecho este ejercicio, se amarraron los tarjetones, se pasaron los resultados a una planilla y listo. O sea, la debilidad es tal que el resultado no depende de la voluntad del pueblo sino de las intenciones del jurado.

Como si fuera poco, la Misión de Observación Electoral denunció a jurados entregando votos marcados, candidatos a los que se les adjudicaron votos no marcados, nulos o en blanco y una incontrolada compra del voto, incluso dentro de los puestos de votación. Con este proceso nunca ganarán los mejores, ni los que hacen las cosas con transparencia y menos quienes intenten cambiar las costumbres constreñidas de los electores. Ni el Gobierno de la Unidad Nacional, que se declaró ganador, ni esta clase dirigente van a cambiar este sistema obsoleto y corrupto, porque a ellos les sirve para seguir reinando. Nunca harán el tránsito a un sistema totalmente automatizado, ya que pueden perder sus mayorías; mientras, critican a otros países, en donde las elecciones sí se encuentran sistematizadas. ¡Doble moral! 

Estos son algunos de los motivos por los que en Cartagena se “castiga” al actual mejor concejal, David Múnera; le cobraron su indeclinable actitud de denunciar el pillaje y la corrupción que existe en la cloaca administrativa. Quedan para la historia sus valientes denuncias y sus debates de control, y los cartageneros seguirán siendo cómplices silenciosos de la forma en la que se roban el presupuesto, causando corrupción, miseria, pobreza e informalidad. ¡Múnera era una piedra en el zapato de los corruptos!

arlexariasarias@yahoo.com

Cartagena de Indias.

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