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Jesús Martín Barbero: “La globalización es una perversidad”

El Telégrafo  

El proceso de globalización si bien puede aumentar la desigualdad, también permite el desarrollo de una nueva narrativa, sostuvo durante una charla magistral que brindó en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) con sede en Quito, Ecuador, el comunicólogo hispano-colombiano Jesús Martín Barbero, para quien la democracia concebida en Occidente es una farsa.

El destacado comunicólogo referente por sus estudios sobre mediaciones en América Latina, dijo que la creencia de que podemos cambiar el mundo sin tocarlo es malsana.

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El Telégrafo  

El proceso de globalización si bien puede aumentar la desigualdad, también permite el desarrollo de una nueva narrativa, sostuvo durante una charla magistral que brindó en el Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina (CIESPAL) con sede en Quito, Ecuador, el comunicólogo hispano-colombiano Jesús Martín Barbero, para quien la democracia concebida en Occidente es una farsa.

El destacado comunicólogo referente por sus estudios sobre mediaciones en América Latina, dijo que la creencia de que podemos cambiar el mundo sin tocarlo es malsana.

Al iniciar su conferencia, se refirió a Milton Santos, un autor brasileño a quien Barbero -según admitió- le debe al menos un tercio de sus últimas ideas.

“Puedo decirles que Milton es el primer geógrafo comunista que ha trazado una concepción del espacio, capaz de hacernos pensar qué significa la globalización, más allá de los miedos de la izquierda y de las exaltaciones de la derecha”.

Al citarlo, Barbero advirtió que la globalización es, a la vez, una perversidad y una oportunidad. En el primer caso, porque la globalización “fabula el proceso avasallador del mercado, un proceso que uniformiza al mundo y, al mismo tiempo, profundiza las diferencias locales desuniendo al planeta cada día más. De otro lado, es considerado una perversidad sistémica porque puede producir el aumento de la pobreza, la desigualdad y el desempleo.

Por ello este pensador nacido en España, que vive en Colombia, considera que la globalización no es solo perversidad, sino oportunidad y posibilidad.

Este nuevo conjunto de posibilidades que, de alguna manera, hace posible la globalización, dan la oportunidad de impulsar una nueva narrativa histórica. Este planteamiento no podría materializarse si no existe una mutación política, y este concepto también se relaciona con la democracia, concebida desde Occidente.

“La democracia, tal como la concibió el mejor Occidente hoy, es una farsa. Es una farsa en Alemania, en España, en Estados Unidos. Los políticos no solo necesitan de inteligencia y honestidad. Hoy se necesita un conocimiento de la dimensión simbólica de la política”, enfatizó el filósofo de la comunicación, quien, a su vez, insistió en que existe una constante pérdida de esta dimensión que resulta transcendental para hacernos sentir juntos.

En este sentido, recordó a Jorge Eliécer Gaitán, político y jurista colombiano, alcalde de Bogotá en 1936 y candidato a la presidencia de Colombia por el Partido Liberal.

“Yo tengo una imagen de Colombia y es la de Gaitán, un populista entre comillas, que en los años 50 era capaz de reunir en la Plaza Bolívar de Bogotá a miles de personas y cuando él gritaba carajo, se hacía un silencio. Obreros, campesinos y universitarios se quedaban en un silencio que sorprendía. La gente se mantenía en silencio; se mantenía unida. Había un proyecto común, de reconstruir de cero”.

Este reconstruir de cero fue un intento de la España posfranquista, como lo indicó Barbero, un país que intentó levantarse y recuperarse tras sufrir una guerra atroz y de estar sometida a un franquismo incapaz de entender lo que estaba pasando en el mundo, pero tan sagaz (al mismo tiempo) que logró que Winston Churchill impusiera la entrada de España en las Naciones Unidas.

De la estabilidad y el orden a la inestabilidad

Martín Barbero dijo que su conferencia debía llamarse ‘Bienvenidos de vuelta al caos’ y argumentó este título tan sugerente al referirse a la paradoja de la que habló, apenas iniciándose el sigloXX, Werner Heisenberg, uno de los físicos que jugó un papel clave en la creación de la bomba atómica.

Este físico descubrió que para poder observar la trayectoria de una partícula había que iluminarla, pero no se percató de que al hacerlo se perturbaba su velocidad. “Heisenberg lo denominó como el principio de la indeterminación. Yo llevo años reclamando una declaración de las ciencias sociales, al menos de las del Sur, con este principio de indeterminación y de la incertidumbre”. Vivimos, de hecho, en la incertidumbre, porque el ser humano se rige por caos y orden.

De alguna manera, este principio también rige las ciencias sociales y, en este sentido, también se refirió a la economía, a la antropología y a la sociología como otros modos del saber. Pero fue enfático en que “pretender que la economía sea una ciencia es consagrar el capitalismo de por vida para este planeta”.

La charla magistral de Martín Barbero en el siguiente video:

El Telégrafo, Ecuador.

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