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La ola feminista irrumpe en el poder político con una presencia histórica en el Congreso

Hace más de un cuarto de siglo ya existió un “año de las mujeres” reflejado en las urnas. Las elecciones legislativas de 1992 llegaron precedidas por las acusaciones de acoso sexual que habían sido presentadas por la profesora Anita Hill durante la confirmación en el Senado del hoy juez del Tribunal Supremo Clarence Thomas. Aquella votación —52 contra 48— cerraba lo que entonces pareció uno de los capítulos de la historia política norteamericana que más habían acaparado la atención de la sociedad. Nadie imaginaba entonces los tiempos que estaban por venir.

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Hace más de un cuarto de siglo ya existió un “año de las mujeres” reflejado en las urnas. Las elecciones legislativas de 1992 llegaron precedidas por las acusaciones de acoso sexual que habían sido presentadas por la profesora Anita Hill durante la confirmación en el Senado del hoy juez del Tribunal Supremo Clarence Thomas. Aquella votación —52 contra 48— cerraba lo que entonces pareció uno de los capítulos de la historia política norteamericana que más habían acaparado la atención de la sociedad. Nadie imaginaba entonces los tiempos que estaban por venir.

 

Hace más de un cuarto de siglo ya existió un “año de las mujeres” reflejado en las urnas. Las elecciones legislativas de 1992 llegaron precedidas por las acusaciones de acoso sexual que habían sido presentadas por la profesora Anita Hill durante la confirmación en el Senado del hoy juez del Tribunal Supremo Clarence Thomas. Aquella votación —52 contra 48— cerraba lo que entonces pareció uno de los capítulos de la historia política norteamericana que más habían acaparado la atención de la sociedad. Nadie imaginaba entonces los tiempos que estaban por venir.

Los comicios de medio mandato de la era Donald Trump han tenido su particular Anita Hill y Clarence Thomas. Los nombres y las circunstancias son distintos —Brett Kavanaugh y Christine Ford— aunque el resultado haya acabado siendo el mismo: un juez vitalicio sentado en la máxima instancia judicial del país con una sombra de por vida. Sobre la sombra de Thomas editorializaba en 1991 el diario The New York Times para pronunciarse en contra del juez afroamericano. “Si Thomas está diciendo la verdad, rechazarle por estas acusaciones constituiría una grave injusticia contra un hombre decente y un servidor público. Pero si no está diciendo la verdad, confirmarle supondría arrojar una sombra sobre el Tribunal Supremo durante años. Un voto de confirmación, en otras palabras, es una apuesta. Solo un gigante podría remontar esa sombra. Clarence Thomas no es un gigante”.

En el año de las mujeres de 1992, los votantes eligieron más candidatas para el Congreso (24) que en ninguna otra década precedente. En los últimos 25 años se han vivido pocos momentos tan simbólicos para el avance de las mujeres en el mundo de la política como el que protagonizó Anita Hill. Hasta ahora. En 2018, por primera vez en la historia, los votantes estadounidenses podían elegir a más de 100 mujeres para la Cámara de Representantes. El número mágico era 85, se trataba de superar las 84 mujeres que se sentaban en la Cámara (61 demócratas y 23 republicanas). Los últimos recuentos de este miércoles apuntaban a que al menos han ganado 95 escaños.

Según datos del Center for American Women and Politics de Rutgers, 428 mujeres optaron al Congreso por el Partido Demócrata, comparado con solo las 162 que lo hicieron por el Partido Republicano. “Esto no hubiera pasado sin Trump en la presidencia”, escribe David Wasserman en Cook Political Report. Sin embargo, las mujeres podían perder escaños en el Senado (donde había 17 demócratas y seis republicanas) aunque batieron la marca del número de mujeres gobernadoras (de 6 en total se pasó a 10).

Fueron bastantes las mujeres que rompieron barreras:

Ilhan Omar y Rashida Tlaib (Michigan) se han convertido en las primeras mujeres musulmanas en llegar a la Cámara de Representantes. Omar, demócrata por Minesota, además ya era la primera legisladora por su Estado de origen somalí.

Dos nativo-americanas. Sharice Davids, demócrata por Kansas, lesbiana y miembro de la nación Ho-Chunk, ocupará un escaño en la Cámara del Congreso de la nación. Por Nuevo México, la demócrata Deb Haaland y miembro de la tribu Pueblo de Laguna. Ambas son las primeras indígenas en llegar al Capitolio de la nación. Quedaba por saber la suerte de Yvette Herrell, representante republicana por Nuevo México y miembro de la nación Cherokee.

La demócrata Alexandria Ocasio-Cortez fue una de las grandes vencedoras de la noche. En junio se impuso contra todo pronóstico en las primarias de su partido por el distrito 14 de Nueva York. Con 29 años, Ocasio es una de las estrellas emergentes del progresismo en EE UU.

Ayanna Pressley, nacida en Chicago, se convertía en la primera mujer negra que representa a Massachusetts en el Congreso. La candidata del ala progresista del Partido Demócrata dio la sorpresa en las primarias cuando desbancó a Michael Capuano, un político con 20 años de experiencia en el Congreso.

Para el Senado se elegían 10 mujeres, incluida Marsha Blackburn, republicana y primera senadora por Tennessee.

Siete de las mujeres senadoras victoriosas eran demócratas.

Nueve mujeres ocuparán la tradicional casa del Gobernador. Stacey Abrams no logró ser la primera mujer negra en haber llegado a la gobernatura en Georgia.
Para Debbie Walsh, directora del Center for American Women and Politics, “lo importante es que las mujeres compitan, ganen o no ganen, lo importante es que están en las papeletas”. La participación de las mujeres —y su victoria— ha sido histórica. Todo empezó con la Marcha de las Mujeres para protestar contra la presidencia de Trump en enero de 2017 y continuó con el movimiento MeToo que sacó a la luz los escondidos abusos sexuales en los centros de trabajo.

Además, las mujeres que este año aspiraban al poder eran la definición de la diversidad: negras, latinas, nativo-americanas … “Cuando se piensa en qué es una democracia representativa, hay que asegurarse de que todas las perspectivas y todas las experiencias que afectan a la población sean un reflejo en las instituciones, ya sea a nivel estatal o federal”, apunta Walsh. En opinión de Stephanie Schriock, presidenta de Emily’s List, grupo demócrata que apoya a las mujeres en política, “esto es solo el pirincipio”. “Creo que en 2020 será cuando de verdad hagamos historia”. ¿El año definitivo de las mujeres?

 

Tomado de https://elpais.com

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