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NI IMPERIO QUE NOS AMPARE NI PUEBLO QUE NOS DEFIENDA

En las últimas semanas toda la arrogancia del independentismo en Cataluña se ha transformado en debilidad. Anunciaron, a bombo y platillo, que 2017 era el año donde se consumaría la ruptura con España… pero se están estrellando contra una realidad que es mucho más tozuda que la propaganda.

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En las últimas semanas toda la arrogancia del independentismo en Cataluña se ha transformado en debilidad. Anunciaron, a bombo y platillo, que 2017 era el año donde se consumaría la ruptura con España… pero se están estrellando contra una realidad que es mucho más tozuda que la propaganda.

Los Mas y Puigdemont lo apostaron todo a ofrecer a los principales imperios una Cataluña independiente como una forma de incrementar su intervención sobre España. Pero tanto Washington como Berlín han declarado que no van a autorizar la fragmentación de España, hoy por hoy un peón fiel donde su dominio está garantizado.

Ellos, los Mas y Puigdemont, creyeron que podrían encuadrar a la mayoría del pueblo catalán en su proyecto de ruptura. Y los catalanes les han dado un justa respuesta… rechazando cada vez más sus pesadillas independentistas.

Ni tienen imperio que los ampare ni pueblo que los defienda. Esta es la situación de los Mas y Puigdemont.

Pero eso no quiere decir que la batalla esté ya ganada, que no haya todavía nada en juego.

Sigue siendo necesario, cabría decir imprescindible, que la mayoría social progresista en Cataluña que está en contra de la ruptura, se movilice, irrumpa como un protagonista activo, para que la derrota de los proyectos de fragmentación se traduzca en una nueva oportunidad para, fortaleciendo la unidad con el resto del pueblo trabajador de toda España, trabajar por un cambio real, de progreso, que beneficie a la inmensa mayoría.

Roma no paga a traidores

Para conquistar Hispania, el imperio romano se enfrentó a la cerrada resistencia de los lusitanos, encabezados por Viriato. Roma sobornó a un grupo de líderes lusitanos, que asesinaron a Viriato y se presentaron ante el cónsul romano reclamando la recompensa y el tratado de paz prometido. El cónsul pronunció una frase que pasó a la historia: “Roma no paga a traidores”. Los dirigentes lusitanos fueron ejecutados, y el dominio romano se impuso cruelmente.

Mas y Puigdemont habrán recordado estos días esta lección de la historia.

Aportaron todo su dinero a que los grandes centros de poder mundiales podrían apoyar la independencia de Cataluña. Para ello planearon una estrategia de “internacionalización del procés soberanista”.

Puigdemont acudió a EEUU a presentar el referéndum por la independencia, se reunió con la Fundación Carter, recibió en Barcelona a un destacado grupo de congresistas norteamericanos.

Pero entonces, Washington rompió la baraja. Tras alentar las ambiciones de ruptura de los Mas y Puigdemont, la embajada norteamericana en España emitió un comunicado donde afirmaba defender “una España fuerte y unida”. Y la Fundación Carter se desmarcaba de cualquier apoyo a ningún referéndum soberanista en Cataluña.

EEUU ha utilizado la amenaza contra la unidad en Cataluña en beneficio propio. Dando falsas esperanzas a los Mas y Puigdemont. Y luego fijando ante el gobierno de Rajoy el precio del apoyo norteamericano a la unidad de España.

¿Alguien puede pensar que el comunicado de la embajada norteamericana contra el separatismo catalán no tiene nada que ver con la imposición de la duplicación de la aportación española a la OTAN? 

Los catalanes, contra la independencia

Cuanto más radicalmente han avanzado los Mas y Puigdemont hacia la independencia, más rechazo han cosechado entre la sociedad catalana.

Esta realidad se ha confirmado en las últimas semanas. Esta es la conclusión principal de todas las encuestas publicadas, desde diferentes medios, sobre la posición de los catalanes.

En todos los sondeos, los partidarios de la independencia retroceden, y los que se pronuncian contra la ruptura avanzan. En el último año, los partidarios de la ruptura retroceden entre diez y quince puntos. Y todos coinciden en que, a pesar de toda la fuerza de la propaganda independentista en Cataluña, hoy son mayoría los partidarios de la unidad.

Peor son las cosas para la ex-Convergencia, a pesar de su cambio de nombre, hoy reconvertida en PDECat. Perdería dos tercios de los votos conseguidos en 2012, un descalabro que ni siquiera el PP ha sufrido en los territorios donde mayores casos de corrupción han concentrado.

Además, más de un 60% de los catalanes, en todas las encuestas, están en contra no ya de una declaración de independencia unilateral sino tan siquiera de un referéndum que no haya sido pactado previamente con el gobierno central.

Dos tendencias han avanzado paralelamente: cuanto más se escoraba el electorado catalán hacia la izquierda, menor era el apoyo a la independencia.

En las últimas encuestas, la mayoría de diputados independentistas en el parlamento catalán está puesta en cuestión. Y sin embargo, todos coinciden en que el 70% de los votos irían a fuerzas que, más allá de su posición ante la independencia, se posicionan en contra de los recortes.

Pero no basta con esto. Es necesario que esta mayoría social que desde la izquierda está contra la fragmentación y luchando contra los recortes se movilice y haga oír su voz.

La solución no puede venir de un acuerdo -sea cual sea- entre Mas y Puigdemont y Rajoy. De ese pacto nada bueno podremos sacar los catalanes ni el resto de españoles.

Es el momento de que la mayoría de izquierdas contra la independencia y contra los recortes tome la iniciativa. Respaldada desde el resto del pueblo trabajador de toda España, para defender nuestros intereses comunes frente a quienes pretenden dividirnos para imponernos un saqueo todavía mayor.

tomado de deverdaddigital.com

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