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“No hay para todos”

Por Emir Sader  

Eso decía el eslogan de campaña del PP en Cataluña en las últimas elecciones. Malthusianamente, está claro que quedan afuera los más frágiles, los más necesitados.

Es la versión del siglo XXI de la temática neoliberal de la “gobernabilidad”: los derechos afirmados legalmente vuelven ingobernables

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Por Emir Sader  

Eso decía el eslogan de campaña del PP en Cataluña en las últimas elecciones. Malthusianamente, está claro que quedan afuera los más frágiles, los más necesitados.

Es la versión del siglo XXI de la temática neoliberal de la “gobernabilidad”: los derechos afirmados legalmente vuelven ingobernables

los Estados. Hay desequilibrio entre cabezas y sombreros. En lugar de producir más sombreros, se cortan cabezas.

A eso está reducido el capitalismo en su era liberal de mercado. Triunfan los más competentes, los más listos, los que han acumulado fuerza y riqueza para competir en mejores condiciones. Los otros quedan condenados a su incompetencia. O, como decía un exministro de Brasil: “El problema de los pobres es que tienen amigos pobres”.

Cuando reina el mercado, la vida de las personas depende del juego de la competencia, no un “libre” juego, sino un juego con cartas marcadas, donde el fuerte se vuelve más fuerte y hace que el frágil pierda siempre. Si es un capitalismo de ruleta –como dicen algunos– la ruleta está viciada y hace ganar siempre al que está ganando.

La crisis actual lo ha confirmado. Al inicio había que salvar a los bancos, si no el techo caería sobre las cabezas de todos. Se ha salvado a los bancos. Pero los bancos se han salvado a sí mismos y cuando la crisis arreció los que han quebrado son los países, mientras los bancos y los altos ejecutivos de las grandes empresas se han vuelto aún más ricos.

“No hay para todos” fue la confesión sincera de quien sabe que la crisis es un filtro, que excluye los derechos de los más frágiles y concentra todavía más la renta y el poder. Hay economías que empiezan a recuperarse, pero sin reflejo en el nivel de empleo –índice más directo de las necesidades de la gran mayoría, que vive de su trabajo.

La ministra de Desarrollo Social de México afirmó que “no se darán más auxilios a las madres que tienen más de 3 hijos, solo procrean para recibir auxilios”. El criterio no es la necesidad, sino la selección de recursos que impone el ajuste fiscal.

Por eso la crisis no es una anomalía en el capitalismo, es un momento esencial a su reproducción y revela la verdad del sistema. Un análisis de la crisis actual –iniciada en 2008 y sin fecha para terminar– es una clase de formación política.

Queda claro que el capitalismo no es un sistema hecho para producir, sino para acumular. Si no hay incentivos, no hay inversión. La mejor manera de acumular se aleja de la producción, canaliza hacia ella los capitales. Si no, los concentra en la especulación financiera. Es lo que caracteriza el capitalismo en su fase actual.

Del Estado de bienestar social, de Estados que reconocían el derecho a tener derecho, a Estados que promueven el abandono, el sálvese quien pueda, el “no hay para todos”.

El Telégrafo, Ecuador 11 de mayo de 2014.

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