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“No les perdones Señor, porque sí saben lo que hacen”…

Por Octavio Quintero  

Veinticinco semanas son como medio año… “Eso no es nada”, dirán algunos. Y tal vez así se pensó hace 11 años (en el 2003) cuando se aprobó en el Congreso la reforma pensional que estableció un aumento progresivo de semanas de cotización hasta llegar a 1.300 en el 2015, este año que acaba de comenzar, y a partir del cual los trabajadores colombianos deberán acreditar 25 años continuos o discontinuos cotizando a pensión para poder jubilarse.

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Por Octavio Quintero  

Veinticinco semanas son como medio año… “Eso no es nada”, dirán algunos. Y tal vez así se pensó hace 11 años (en el 2003) cuando se aprobó en el Congreso la reforma pensional que estableció un aumento progresivo de semanas de cotización hasta llegar a 1.300 en el 2015, este año que acaba de comenzar, y a partir del cual los trabajadores colombianos deberán acreditar 25 años continuos o discontinuos cotizando a pensión para poder jubilarse.

¿Ustedes se imaginan como estarán esas personas de edad avanzada –pasados de 62—que por medio año (25 semanas o menos), no alcanzaron a pasar antes de este fatídico primero de enero de 2015?

Y claro, volverá a decirse “medio año no es nada”. También podría decirse que medio kilómetro no es nada… Pero vaya córralo llegando de 25 kilómetros atrás. Y aún así, la analogía no es exacta porque, en el campo laboral, lo que se da es que las personas mayores de 40 van quedando a la deriva “por viejas”.

Eso, por un lado; por otro, el sistema de contratación laboral de hoy en día, a término definido (un año o menos por lo general), hace que para alcanzar una pensión se requieran por lo menos de 40 años de plazo para completar las 1.300 semanas de cotización requeridas.

Así, por ejemplo, un joven que inicie su vida laboral a los 20, estará frisando los 60 y la posibilidad de acariciar una pensión, si es que le ha ido bien en la vida.

La conclusión es dramática: el número de pensionados bajará inexorablemente (y eso era lo que buscaba el régimen) y, de vuelta, aumentará el número de viejos pobres, desechables viviendo de limosna.

El análisis está hecho para el régimen contributivo que maneja el Estado a través de Colpensiones. No canten victoria los trabajadores afiliados a los fondos privados. Ya hay algunos que iniciaron sus cotizaciones hace 20 años, pensionándose con menos del mínimo. El sistema privado, importado de Chile, ya explotó en ese país, y es cuestión de unos cuantos años más para que empecemos a ver los estragos sociales en Colombia.

Cuando no se tienen respuestas a la explotación social que se registra en Colombia, y en medio de un mal llamado proceso de paz que es apenas la antesala de unas negociaciones de alto al fuego; y habiendo quedado sentando el principio de que solo por la vía democrática se puede aspirar a tumbar al régimen; vía democrática que, por demás, está restringida solo a los herederos del régimen, solo queda decir, en línea con lo de Jesucristo en la cruz: “No les perdones Señor, porque sí saben lo que hacen”…

 

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