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Nacional

P’alante Polo pujante

Por Eudoro Álvarez Cohecha  

Transcurrió una reunión en que se agrupaba la geografía nacional; aquí una manta guajira bien llevada; allá una negra altísima buscando su tarjeta de acreditación; Teodulfo arribando desde Puerto Carreño donde notificó que el Polo existe; allí la ruana, de pura lana, cobijando una rubicunda campesina boyacense; un veterano de boina calada y barba blanca acosado por jóvenes espulgándole datos sobre la tradición de la organización; el “profe” Luque, un enorme historiador, escuchado ávidamente por delegados de todas partes, impartiendo una lección viva de historia llena de correcciones y anécdotas picantes; es la savia de la nación manando en cada delegado, de los que concurrieron al IV congreso del Polo reunido luego de una jornada en la que todos hubieron de hacerse elegir, no importa que uno se llamara Clara López o Jorge Robledo.

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Por Eudoro Álvarez Cohecha  

Transcurrió una reunión en que se agrupaba la geografía nacional; aquí una manta guajira bien llevada; allá una negra altísima buscando su tarjeta de acreditación; Teodulfo arribando desde Puerto Carreño donde notificó que el Polo existe; allí la ruana, de pura lana, cobijando una rubicunda campesina boyacense; un veterano de boina calada y barba blanca acosado por jóvenes espulgándole datos sobre la tradición de la organización; el “profe” Luque, un enorme historiador, escuchado ávidamente por delegados de todas partes, impartiendo una lección viva de historia llena de correcciones y anécdotas picantes; es la savia de la nación manando en cada delegado, de los que concurrieron al IV congreso del Polo reunido luego de una jornada en la que todos hubieron de hacerse elegir, no importa que uno se llamara Clara López o Jorge Robledo.

La expectativa precedente era enorme: los titulares de la gran prensa y los pregrabados de la televisión estaban listos, anunciando la fractura del partido de izquierda, único en la oposición desde Uribe y ahora con Santos. En medio de la reunión se supo que el Consejo de Estado había negado una vez más la venta de Isagen, demostrando “que quien trabaja no come paja” y la factibilidad de hilvanar consensos para ahorrarle lágrimas amargas a la nación, esquilmada por la “angurria” de las multinacionales, acuciosas en darle mordiscos incisivos a este país, de por sí empobrecido, resultante de sus pillerías.

En los pasillos del emblemático Salón Rojo del hotel Tequendama, los representantes de las tendencias se miraban con recelo y los corrillos divertidos se silenciaban cuando una cara poco conocida intentaba enterarse de lo que se hablaba; los encuentros animados comentaban expectantes sobre unos acuerdos que se “cocinaban” entre las dos cabezas más notorias del magno evento partidario; los jóvenes preguntaban qué pasaría, mientras los veteranos aventuraban cábalas auspiciosas.

En la instalación del evento, se evocó con una prosa en verso del poeta Roca, la memoria del “sabio de la tribu”, el Maestro Gaviria, quien a pesar de su reciente partida, omnipresente reiteraba: “sin sectarismo y sin ambigüedades”; resonaban sus lecciones de ética y cordura política. Clara enfatizó en la Unidad durante su discurso de bienvenida y Robledo dictó cátedra sobre la necesidad de curarse de ambigüedades, apartadas del sectarismo, para construir una unidad que le sirva al país y lo enrumbe hacia cambios que el Pueblo reclama.

Se ajustaron posturas orientadoras para el accionar subsiguiente. Acorde con el “ideario”, la paz debe apoyarse en vez de la continuidad de una guerra por algunos tan utilizada; las alianzas no serán ni con el santismo ni el uribismo y la persistencia opositora será la senda a transitar; se despejó el camino y el país sabe que tiene una opción política, que de acogerse, lo empezará a sacar de la sinsalida en la que lo han metido los “juanmanueles” de siempre. La anhelada convergencia se dio y una vez más los derrumbes fueron despejados.

Villavicencio.

 

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