Conecta con nosotros

Internacionales

Rafael Correa y su audacia política

Por Francisco Barbosa / El Tiempo  

Debe reconocerse que las respuestas a la crisis por parte del presidente Correa son inteligentes. La diferencia de Ecuador con sus vecinos empieza a ser evidente.

Ecuador está ajustando su modelo político y económico. El terremoto que sufrió este país ha dejado de lado discusiones serias sobre las transformaciones que se están viviendo bajo el gobierno del presidente Rafael Correa. De igual manera, la generalización de los análisis sobre el socialismo del siglo XXI que hacen algunos autores en América Latina impide entender con precisión las diferencias entre los casos venezolano, brasileño, argentino, boliviano y ecuatoriano.

Publicado

en

Por Francisco Barbosa / El Tiempo  

Debe reconocerse que las respuestas a la crisis por parte del presidente Correa son inteligentes. La diferencia de Ecuador con sus vecinos empieza a ser evidente.

Ecuador está ajustando su modelo político y económico. El terremoto que sufrió este país ha dejado de lado discusiones serias sobre las transformaciones que se están viviendo bajo el gobierno del presidente Rafael Correa. De igual manera, la generalización de los análisis sobre el socialismo del siglo XXI que hacen algunos autores en América Latina impide entender con precisión las diferencias entre los casos venezolano, brasileño, argentino, boliviano y ecuatoriano.

En el campo político, los cambios que está llevando a cabo el presidente Correa son, en comparación con los de sus homólogos, importantes. El mandatario anunció en su rendición de cuentas que el gobierno que preside tendrá fin el próximo año y anticipó que la realización de elecciones presidenciales se hará sin él ‒hay prohibición por una enmienda constitucional‒ y con observación internacional. Esta acción tiene cierto sentido por el agotamiento que se vive en los gobiernos autónomos descentralizados de muchas de las provincias del país y por la necesidad de defender la alternancia democrática.

En este punto debe decirse que el Ecuador que deja Correa es un país cohesionado socialmente, con una inversión importante en infraestructura, con tasas de escolaridad relevantes, con un sistema de salud que ha mejorado notablemente, sin conflicto armado interno y con tasas muy altas de seguridad urbana. Esos elementos de blindaje le dan a nuestro vecino una posibilidad de enfrentar los vendavales con mayor tranquilidad.

En el campo económico, la situación no es fácil. Ecuador es un país dolarizado y, por tanto, no tiene herramientas monetarias para poder sobreaguar la crisis derivada de la disminución del precio del petróleo. Esa situación produce falta de liquidez para gobernar el país.

Por ejemplo, el Estado central les adeuda a los gobiernos descentralizados 231 millones de dólares. Y aunque la semana pasada les giró 53 millones, aún les resulta imposible ponerse al día con sus acreedores y con los salarios de los funcionarios. También existe una deuda importante por parte de muchas entidades públicas con el Instituto de Seguridad Social del Ecuador, organismo responsable de garantizar la prestación del servicio de salud de los ecuatorianos y el pago de las mesadas pensionales.

Para hacerle frente a esta situación, Correa, que no es Dilma ni Maduro, le ha dado un giro al socialismo del siglo XXI al ofrecer algunas entidades públicas al sector privado para equilibrar las finanzas del Estado. Dentro del paquete propuesto se encuentran tres centrales hidroeléctricas, la compañía aérea Tame, el Banco del Pacífico, el complejo farmacéutico de medicamentos genéricos en Yachay y la Gran Nacional Minera Mariscal Sucre, algunas empresas mineras y la concesión de varias vías construidas por el Estado que requieren mantenimiento. Asimismo, la concesión del puerto de Posorja (provincia de Guayas) a la transnacional Dubai Port hasta el 2066.

En el mismo sentido, utilizando las herramientas de política fiscal, el Estado ha procedido a reducir el gasto público, presentar de nuevo la ley de herencias y plusvalía, aumentar el IVA al 14 % y crear una moneda electrónica. Esta última medida está rodeada de cierta controversia. Para críticos como el exvicepresidente Alberto Dahik, no puede existir moneda electrónica sin respaldo, porque el país podría revivir la pesadilla del famoso “feriado bancario” del 2000 que llevó a la caída del entonces presidente Jamil Mahuad. Para Correa, no se ha creado ninguna moneda, sino un medio de pago y una bancarización de personas humildes que no tienen acceso alguno a los establecimientos bancarios.

Debe reconocerse que las respuestas a la crisis por parte del presidente Correa son inteligentes, porque le permiten al Estado recibir recursos para hacer frente a múltiples necesidades públicas, vencimientos próximos de la deuda y la catástrofe producida por el terremoto en el pacífico ecuatoriano. La diferencia de Ecuador con sus vecinos empieza a ser evidente.

El Tiempo, Bogotá.

Continúe leyendo
Click para comentar

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *