Columnistas
¿Apagón financiero?
Por José Roberto Acosta
Ya sea por ignorancia o por mala fe, el senador Benedetti, que promueve la privatización de la rentable Isagén, propone ahora nacionalizar las termoeléctricas que corren riesgo de quebrarse. “Cambiar un activo por otro”, diría el Gobierno. Pero este inaceptable cambalache, que socializa los riesgos para garantizar rentabilidades privadas, ya se practica en otros frentes estratégicos de la economía.
Por José Roberto Acosta
Ya sea por ignorancia o por mala fe, el senador Benedetti, que promueve la privatización de la rentable Isagén, propone ahora nacionalizar las termoeléctricas que corren riesgo de quebrarse. “Cambiar un activo por otro”, diría el Gobierno. Pero este inaceptable cambalache, que socializa los riesgos para garantizar rentabilidades privadas, ya se practica en otros frentes estratégicos de la economía.
Ya sea por ignorancia o por mala fe, el senador Benedetti, que promueve la privatización de la rentable Isagén, propone ahora nacionalizar las termoeléctricas que corren riesgo de quebrarse. “Cambiar un activo por otro”, diría el Gobierno. Pero este inaceptable cambalache, que socializa los riesgos para garantizar rentabilidades privadas, ya se practica en otros frentes estratégicos de la economía.
Caso uno: con los dineros de la venta de Isagén se pretende suministrar, a constructores privados, créditos en condiciones de período de gracia, plazo y tasa de interés que ningún banquero en su sano juicio pactaría, sobre todo a sabiendas de que el flujo de caja de cada proyecto de obras de cuarta generación es incierto y altamente riesgoso.
Caso dos: cuando usted paga por un galón de gasolina, 8% del precio va a los productores de alcohol carburante o etanol, subsidiando a los palmicultores para moderarles los riesgos financieros que implica un cultivo de tan largo plazo y que un banquero privado no estaría dispuesto a aceptar.
Caso tres: con el decreto 1385 del pasado 22 de junio, el Gobierno abrió la puerta del infierno para que, con los ahorros privados pensionales, se les pueda dar crédito a los dueños de las propias sociedades que administran dichos recursos, legalizando un sofisticado engranaje financiero que tiene todas las características de un autopréstamo, que no sólo Colombia sino el mundo financiero internacional recuerda y reconoce como la semilla de muchos males. Todo para cubrir financieramente tramos de los proyectos de infraestructura que no cubriría ningún banquero prudente por los altos riesgos que implican.
Complejo entramado financiero que entidades regulatorias como la CREG, que en el caso de energía nos tiene ad portas de un apagón eléctrico, y como el Ministerio de Hacienda, que en el caso de los autopréstamos con ahorros pensionales se hace la tuerta ante graves conflictos de interés, estructuran a la medida para garantizar el negocio de los privados, que al ver cómo sus rentabilidades son cada vez más controladas, ahora les meten la mano a los ciudadanos, trasladándoles sus incontrolables riesgos financieros.
Pero así como hay senadores ignorantes o torcidos, hay algunos que sí ejercen su tarea de control, mereciendo reconocimiento y apoyo, como es el caso de los senadores Sofía Gaviria, Iván Duque y Jorge Robledo.
@jrobertoacosta1
El Espectador, Bogotá.