Columnistas
Choque externo
Por Horacio Duque
Pasaron las elecciones locales y regionales y seguimos en las mismas, salvo por el positivo frenazo registrado en las toldas de la ultraderecha uribista que se quedó sin oxígeno para seguir en el sabotaje al proceso de paz.
Por supuesto, hay algunos descalabros en la izquierda que es preciso admitir y analizar objetivamente para pensar en las nuevas rutas de la lucha popular y democrática.
Por Horacio Duque
Pasaron las elecciones locales y regionales y seguimos en las mismas, salvo por el positivo frenazo registrado en las toldas de la ultraderecha uribista que se quedó sin oxígeno para seguir en el sabotaje al proceso de paz.
Por supuesto, hay algunos descalabros en la izquierda que es preciso admitir y analizar objetivamente para pensar en las nuevas rutas de la lucha popular y democrática.
Regresar a la realidad económica
Pasado el jolgorio del mercado electoral hay que regresar a la realidad de la vida cotidiana, enfocándose en las complicadas condiciones económicas por las que transitará la nación en los próximos meses que se verán reflejadas en la caída del crecimiento económico, en la devaluación del peso, en el aumento de los precios, en el recorte de los gastos sociales del gobierno y en las incertidumbres sobre la financiación de los acuerdos de paz a que se hagan en La Habana entre el gobierno y las Farc.
El punto más crítico se ubica en el “choque externo” provocado por la caída de los precios internacionales del petróleo y de otras materias primas como consecuencia de la devastadora recesión económica global cuyo sitio de partida se ubica en la debacle financiera del 2008. Después de la crisis causada por el colapso de Lehman Brothers, a pesar de un déficit externo bastante menor que el de 1998, cayó el crecimiento del PIB y se estremecieron los mercados financieros y bursátiles colombianos.
El “choque externo” que recibió la economía colombiana como consecuencia de la abrupta caída de los precios internacionales ha sido mucho más fuerte de lo que cualquier cristiano hubiera podido proyectar hace un año, cuando comenzó.
Una crisis externa de la economía produce terribles consecuencias en toda la formación social, ocasionando más pobreza, violencia y segregación social.
Así se dio en los años 80 y 90 del siglo XX
En 1998, cuando también existía un gigantesco desequilibrio macroeconómico, ocurrieron las crisis asiática y rusa, se pararon los flujos de crédito e inversión extranjera, y la economía colombiana padeció la mayor recesión de su historia reciente. El PIB cayó cerca del 10% y la quiebra del UPAC fue su expresión más visible.
El déficit externo de Colombia hoy es enorme: 19.000 millones de dólares fue el año pasado (2014) el saldo negativo de la cuenta corriente de la balanza de pagos, que registra todo el comercio exterior de bienes, servicios y factores.
En relación al tamaño de la economía, equivale a 5,2 % del PIB y este año se espera que llegue a 5,6 % o 7%, siendo el mayor de los déficits de todos los países que reporta la Ocde. (http://www.portafolio.co/columnistas/opciones-frente-al-deficit-externo).
El deterioro del sector externo viene de diez años atrás. El país se vio abocado a un déficit creciente de la balanza de pagos que llegó a 4% del PIB a mediados del año pasado (2014) y saltó a 7% en los últimos meses por el desplome de los precios del petróleo. Lo más grave es que ha resultado insensible a la tasa de cambio. La monumental devaluación ha estado acompañada del desplome de las exportaciones mineras y, en menor grado, de las industriales y agrícolas. Así el país está abocado a un déficit incontrolable de la balanza de pagos que resquebraja la demanda y mantiene el tipo de cambio por encima de los fundamentos. (http://www.elespectador.com/opinion/estructura-economica-fragil)
Las consecuencias ya están a la vista
La economía no va tan bien: en el segundo trimestre de 2015 creció un 3 % que se compara mal con el 6.4 % del segundo trimestre de 2011 que fue el pico del auge. El crecimiento intertrimestral fue de sólo 0.6 % que proyecta 2.4 % para el año entrante. Este magro crecimiento fue empujado por sectores no transables, como construcción, vestigio de la prosperidad jalonada por los altos precios del petróleo y que propició la enfermedad holandesa, caracterizada precisamente por el crecimiento de los sectores no transables. Tanto la industria (0.2 %) como la agricultura (-0.4 %) siguieron deprimidos. Los indicadores que prevén el futuro como la adquisición de maquinaria cayeron 5 % y el equipo de transporte 9 %. El propio auge de la construcción está comprometido por la cantidad de vivienda y oficinas ofrecida en un mercado saturado, mientras que el número de nuevas viviendas financiadas cayó 15 %, según Camacol.
La destorcida se manifiesta en muchos frentes: caída de la inversión en minería y petróleo; aumento del riesgo con que los inversionistas perciben al país; reducción de los flujos financieros internacionales y baja de los ingresos del Gobierno por la caída de los dividendos de Ecopetrol y el menor recaudo de impuestos y regalías que pagan las empresas mineras, lo que lo obliga a recortar su gasto. Con menos gasto público la recesión empeorará. (http://www.elespectador.com/opinion/los-estertores-de-prosperidad)
La disminución del crecimiento no ha tocado fondo. Tal vez por la gradualidad de la caída, esta apenas ha comenzado a reflejarse en las estadísticas de empleo.
El país está caminando por una senda económica muy frágil, que va a implicar un duro apretón del cinturón en el 2016.
El déficit fiscal
El otro gran desequilibrio es el fiscal. La baja en los ingresos del Gobierno central como consecuencia de la destorcida petrolera es tremenda; del orden de 20,0 billones de pesos. A ella hay que añadir que la disminución del crecimiento en el 2015 afectará los recaudos tributarios del año que viene. De ahí las maromas que hace el Ministro de Hacienda con la composición del presupuesto en el Congreso, para acomodar las presiones de gasto de sus colegas en los distintos ministerios. El Gobierno enfrenta el desafío de financiar con deuda –externa e interna– el faltante fiscal (ya hizo una operación y obtuvo 1.500 millones de dólares), por lo cual será clave la percepción de los inversionistas extranjeros en bonos colombianos con respecto al equilibrio fiscal de la economía después del 2016 y la calificación de la deuda pública.
La Inflación
La inflación se salió del rango meta de la junta del Banco de la República (2-4 por ciento anual), lo que condujo ya a una primera elevación de la tasa de interés de referencia en el mercado monetario, que reducirá poco a poco la liquidez en el sistema financiero colombiano y la demanda agregada de la economía.
Este es el panorama que nos espera a los colombianos.
Es claro que no hay margen de maniobra para elevar los salarios por encima de la inflación –incluyendo el mínimo– y que va a ser necesario aumentar los recaudos tributarios y vender activos del Estado como Isagén, Cenit (la empresa que maneja el transporte por oleoductos de Ecopetrol) y otras inversiones estatales.