Columnistas
Clara y el Buen Vivir para Bogotá
Por Horacio Duque
La carrera por la Alcaldía de Bogotá está en pleno auge. Vienen dos meses y medio de gran agitación pública. Serán días y semanas de dura batalla de ideas y propuestas para que la ciudadanía escoja lo que más conviene a todos. En el centro de la controversia está la defensa de las conquistas sociales y de los derechos fundamentales de millones de bogotanos. Poderosos grupos oligárquicos actúan para retrotraer la ciudad a las viejas épocas de la discriminación social y racial, y de la exclusión política, negando los derechos democráticos de la multitud.
Por Horacio Duque
La carrera por la Alcaldía de Bogotá está en pleno auge. Vienen dos meses y medio de gran agitación pública. Serán días y semanas de dura batalla de ideas y propuestas para que la ciudadanía escoja lo que más conviene a todos. En el centro de la controversia está la defensa de las conquistas sociales y de los derechos fundamentales de millones de bogotanos. Poderosos grupos oligárquicos actúan para retrotraer la ciudad a las viejas épocas de la discriminación social y racial, y de la exclusión política, negando los derechos democráticos de la multitud.
Mientras el eterno candidato (va por el cuarto intento) de la elites plutocráticas, Enrique Peñalosa, ofrece más cemento con obras faraónicas al estilo del fantasioso malecón del Río Bogota (http://www.eltiempo.com/bogota/propuestas-a-la-alcaldia-de-enrique-penalosa/16210960), sumándole el soterrado sabotaje a la construcción de la Primera Línea del Metro, que ya dispone de estudios y fondos adecuados, Clara López, la lideresa y conductora del Polo y la unidad popular, plantea el Buen vivir como bandera principal de su compromiso político con la Bogota del Siglo XXI.
Reza su Programa que a partir de una política de adaptación al cambio climático, Bogotá continuará y profundizara el cuidado del agua, de paramos, quebradas y humedales. Se hará la conversión del sistema de transporte público a combustibles limpios para mejorar calidad del aire y preparar la ciudad para la escasez de combustible fósiles. Este eje comprende los básicos de la política pública de salud basada en atención primaria, prevención y demás así como la eliminación del hambre y la pobreza extrema (https://drive.google.com/file/d/0B42-xs-01yesT0xRal9Wd1dDR1k/view Programa).
Es el “Buen Vivir” (Sumak Kawsay amerindio) que significa rescatar la armonía entre la naturaleza y el hombre, entre lo material y lo espiritual, pero en el mundo de hoy.
Con el Buen vivir surge una nueva generación de derechos colectivos que son los nuevos derechos fundamentales, como es el derecho al agua, a la tierra, a la soberanía alimentaria, a los recursos naturales, a la biodiversidad, a los bosques, a la movilidad y a los saberes tradicionales. Son los marcos en los cuales debe plantearse una democracia del nuevo siglo para Bogota.
El Buen vivir nos sugiere otras formas de articulación solidaria que interesa conocer mejor, y tal vez medir, para distinguir dentro de los movimientos emergentes los sentidos alternativos que realmente se están construyendo: banca ética, mercados justos, trabajos cooperativos, consumos responsables, servicios participados, o tecnologías apropiadas.
El Buen Vivir es una crítica a las ideas del desarrollo convencional que defiende el crecimiento económico perpetuo, obsesionado con la acumulación material, y que celebra la mercantilización de la naturaleza. El bienestar de las personas aparece como una preocupación central, y no se espera que resulte apenas del derrame económico del crecimiento de las economías, como lo proclaman neoliberales al estilo Peñalosa.
El Buen vivir propone la búsqueda de la vida en armonía del ser humano consigo mismo, con sus congéneres y con la naturaleza, entendiendo que todos somos naturaleza y que somos interdependientes unos con otros, que existimos a partir del otro.
Es lo que va del cemento de los bolardos y el relleno fluido de las fatales losas a la prioridad del ser humano y los derechos ecológicos de la Madre tierra.
Nota. Las nuevas salidas de la podrida “Justicia Pretelt” de la deslegitimada Corte Constitucional. Con ponencia del M. M. Antonio Velilla -un verdadero galimatías jurídico (http://www.semana.com/nacion/articulo/corte-constitucional-ratifica-muerte-politica-carlos-romero/437615-3)-, dicho instituto ha determinado la perdida de la investidura del concejal Carlos Romero y su muerte política. El delito, haber actuado éticamente en política, algo bien escaso en este medio. Procediendo con transparencia, Romero, no se posesionó en su momento del cargo de Edil para no afectar los derechos de género de su esposa Clara López, quien fue nombrada como Secretaria de Gobierno de Bogotá. La Corte ha dicho que se trató de una falta inadmisible e inconstitucional. Así es de absurda la justicia en este país. Como Carlos Romero logró sobrevivir a la violencia de las sanguinarias elites dominantes frentenacionalistas durante su ejemplar y prolongada resistencia democrática; como logró, junto a su compañera, sortear con dignidad el macabro exterminio de la Unión Patriótica, de la cual fue uno de sus fundadores y directivos, era preciso aplastarlo jurídica y políticamente. Pero se equivocan. Aun quedan instancias, espacios y recursos para restablecer la plenitud de sus derechos.
Imposible la paz con esa podrida Corte. A la luz de este hecho, no hay garantías para la oposición democrática ni para los nuevos partidos y movimientos que se organicen con la firma de los acuerdos para poner fin a la prolongada guerra civil nacional. Más demoras para la paz que quieren montar a punta de empujones y atropellos.