Columnistas
Clara y la primera Línea del Metro para Bogotá
Por Horacio Duque
El derecho a la movilidad de millones de bogotanos es uno de los más importantes desafíos de la ciudad. La actual infraestructura de transporte se quedó corta para atender las crecientes demandas de la población y el deterioro de Transmilenio ha derivado en un enorme caos. La ruta de la Avenida Caracas es la de mayores traumatismos y caos, como consecuencia de las ilicitudes que afectaron su construcción en el gobierno del señor Peñalosa (1998-2000), pues las irregularidades en las losas de la vía por el uso fraudulento del relleno fluido, ocasionaron un descomunal daño que aun hoy, transcurridos quince años, no se logra superar.
Por Horacio Duque
El derecho a la movilidad de millones de bogotanos es uno de los más importantes desafíos de la ciudad. La actual infraestructura de transporte se quedó corta para atender las crecientes demandas de la población y el deterioro de Transmilenio ha derivado en un enorme caos. La ruta de la Avenida Caracas es la de mayores traumatismos y caos, como consecuencia de las ilicitudes que afectaron su construcción en el gobierno del señor Peñalosa (1998-2000), pues las irregularidades en las losas de la vía por el uso fraudulento del relleno fluido, ocasionaron un descomunal daño que aun hoy, transcurridos quince años, no se logra superar.
En esta grave situación le cabe una gran responsabilidad al ex alcalde y su subalterno Andres Camargo, quien fue el Director del IDU para la época, encarcelado en La Picota por su obligación penal en el detrimento detectado.
Esta apreciación no constituye ninguna exageración. La mera comparación con el relativo buen estado de las rutas de Suba, la 26, Américas, la de la 30 y 10, permite sacar sin mayor dificultad las conclusiones pertinentes. Para decirlo en plata blanca, la Caracas es un desastre completo y esa culpa es de entera incumbencia del señor Peñalosa. Por más que lo evada no podrá quitarse de encima ese sambenito político que lo acompañara hasta el último de sus días, como en su época le sucedió a su progenitor, acusado de ser un favorecedor de los grandes terratenientes y hacendados oligarcas, monopolizadores de las mejores tierras agrarias del país.
La construcción de un Metro subterráneo es, hoy por hoy, la alternativa más conveniente para salir del infernal atolladero en que nos encontramos. De ese proyecto se habla desde hace más de 65 años sin que se cristalice. Se han hecho infinidad de estudios y nunca se materializaron por diversas razones. El Plan de Desarrollo de Peñalosa lo incorporo en su articulado y algunas previsiones presupuestales se hicieron pero jamás se concretaron las obras y el burgomaestre jamás dio una explicación adecuada por el vacío. Todo indica que el Metro no es una forma de movilidad que le atraiga. Sus razones tendrán pero en todo caso difieren del interés comunal de la ciudadanía. Es muy probable que su codicia e interés crematístico difiera del generalizado sentido comunitario de la multitud. En otros términos no parece ser un negocio que lo motive. Para salir del trance hoy quiere deslumbrarnos con un modelo de transporte elevado que luce como una fantasía con riesgos aun más peligrosos que los de las losas de marras.
El Metro ya tiene estudios muy sólidos para la primera línea y su financiación por 15 billones está asegurada con aportes de la nación y el Distrito. Se trata de un recorrido de 27 kilómetros entre el Portal de las Américas y la calle 127.
Hay un amplio consenso para adelantar los siguientes pasos. Licitación expedita y cronograma de obras para hacerlo una realidad en 60 meses.
Peñalosa se inventó un cuento de última hora con un proyecto elevado que conllevaría nuevos estudios. Dice que es más barato; pero ya sabemos, por el hablar popular, que lo barato sale caro. Mejor dicho, refundir lo adelantado y dejar para las calendas su construcción efectiva. Una burla a Bogota.
La primera línea del Metro no admite más dilaciones. Por eso Clara López, que conoce muy bien la ciudad, ha dicho en su Programa que ella continuará con el proyecto de la primera Línea del Metro en el punto en que lo deje la actual administración, iniciativa que será el eje articulador del Sistema Integrado de Transporte Masivo de Bogotá. Para el efecto se realizara un proceso licitatorio eficiente, que será de gran responsabilidad técnica, social y contractual. Se estimulara la generación de trabajo de mano de obra especializada y para los ciudadanos en su momento de construcción y ejecución.
Manos a la obra, doctora Clara.
Que Peñalosa no estorbe más. Ese hombre vive en la pretérita entelequia de las elites neoliberales. No entiende la Bogotá del siglo XXI y menos los derechos sociales fundamentales de las mayorías. Por eso su patológico odio a la Izquierda democrática y reformadora que busca una nueva generación de conquistas sociales.